12 abril 2011

Gagarin: 50 años de un mito

Hace 3 años y medio, publicaba en este mismo blog una pequeña reflexión sobre los 50 años de era espacial, en el 50º aniversario del lanzamiento del Sputnik. No sé a vosotros, pero a mí me parece que fue ayer cuando lo escribí. Y hoy ya conmemoramos los 50 años del vuelo de Gagarin...

Tres años y medio… En tres años y medio, la humanidad pasó de poner en órbita un pequeño artefacto de 80 kg de peso que prácticamente se limitaba a emitir un pitido para su seguimiento desde tierra, a enviar al espacio al primer ser humano dentro de la primera nave espacial. En tres años y medio hubo que repotenciar el misil R-7 que puso en órbita el Sputnik para que fuera capaz de levantar el sobrepeso impuesto por la misión tripulada; en tres años y medio hubo que diseñar un vehículo capaz de mantener con vida a un ser humano en su interior protegiéndolo de los casi desconocidos peligros del espacio exterior; en esos tres años y medio hubo que investigar la forma de devolver a la Tierra un objeto lanzado al espacio sin que se desintegrase sometido a las enormes temperaturas provocadas por el rozamiento con la atmósfera durante la reentrada; tres años y medio en los que, además de todo eso, hubo que realizar vuelos de prueba previos con animales que garantizasen tanto la seguridad del vehículo como la posibilidad de sobrevivir a la ingravidez y al medio espacial en general.

Hoy tenemos potentes ordenadores en los que diseñamos en tres dimensiones con programas CAD, desde los que mandamos las piezas a fabricar de forma automática con sistemas CAM, con los que calculamos la resistencia de las piezas con programas FEM, o con los que simulamos el comportamiento aerodinámico con sistemas CFD. A finales de los 50, los ingenieros dibujaban a mano en tablero y resolvían sus ecuaciones con una regla de cálculo, para que luego fresadores y torneros fabricasen las piezas casi de forma artesanal. Y hoy, si alguien nos dice que tenemos tres años y medio para desarrollar un nuevo avión, algo que ya tenemos totalmente dominado y en lo que no hay misterios, le decimos que está loco… Curioso, ¿no?

Bien, lo reconozco: hay algo de demagogia en mi párrafo anterior, y las razones para las que la situación sea hoy así son múltiples y complejas. Pero el hecho es el que es, y no deja de ser llamativo… y, sobre todo, nos hace mirar con una tremenda admiración los enormes logros que se alcanzaron en aquellos años dorados de la carrera espacial.

Pero hablemos de Gagarin, que es lo que toca

Un poco de historia

La puesta en órbita del Sputnik el 4 de octubre de 1957 había asombrado al mundo y había supuesto un impacto casi indescriptible en los Estados Unidos, que hasta entonces se habían considerado claramente a la vanguardia de la ciencia y la tecnología a nivel mundial, y que despreciaban a la Unión Soviética como un país eminentemente agrícola y atrasado. La hazaña no sólo disparó las alarmas en los Estados Unidos, que a nivel militar descubrían con este lanzamiento que los rusos habían desarrollado misiles capaces de alcanzar su territorio con armas atómicas, y a nivel político veían humillado su prestigio internacional; al mismo tiempo, la tremenda repercusión que tuvo la hazaña hizo ver a los líderes rusos el espacio exterior como el perfecto escenario para su política, en el que ganar reconocimiento a nivel mundial.

El tortazo en plena cara que supuso el Sputnik para los norteamericanos les hizo reaccionar rápidamente potenciando su programa de misiles con el doble objetivo de no quedarse atrás militarmente, y de utilizarlo en paralelo en el escaparate espacial para no perder su posición de liderazgo mundial frente a los odiados comunistas. Pero iba a costar tiempo y trabajo recuperar el terreno perdido frente a los rusos; habría que esforzarse para rehacerse de esos años que los soviéticos habían empleado en desarrollar un cohete de largo alcance mientras los norteamericanos se limitaban a poco más que repetir los avances de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial…

En cualquier caso, los Estados Unidos se tomaron la puesta en órbita del Sputnik y los sucesivos éxitos soviéticos en el espacio (la perra Laika fue puesta en órbita sólo un mes después que el Sputnik, volviendo a asombrar al mundo) como un reto al que había que dar respuesta cuanto antes. Nacía así la carrera espacial, en la que el espacio se convertiría en una especie de ring de boxeo virtual en el que las dos superpotencias se medirían mutuamente en pleno auge de la Guerra Fría.

Impulsados ambos rivales por la “necesidad” de mostrar al contrario y al resto del mundo su superioridad, el siguiente paso lógico en el espacio estaba claro: había que mandar un hombre allá arriba. Poco después del lanzamiento del Sputnik, en julio de 1958, el gobierno de los Estados Unidos autorizaba la creación de la NASA para liderar su naciente programa espacial, con el objetivo prioritario de poner un hombre en el espacio a la mayor brevedad posible. Al otro lado del telón de acero, aunque con mucho mayor secretismo de cara al exterior, se había dado luz verde al programa tripulado en mayo del mismo año.

No me extenderé, porque no viene del todo al caso en la celebración de este aniversario (y más que nada porque el artículo se alargaría excesivamente), sobre los desarrollos que tendrían lugar de forma acelerada en estos años para poder cumplir esos objetivos a la mayor brevedad posible. Simplemente comentaré que en paralelo al desarrollo de la primera nave espacial rusa, cuyo primer prototipo era lanzado al espacio en mayo de 1960, se procedía a la selección de los primeros aspirantes a cosmonautas entre un grupo de pilotos militares presentados voluntarios para una misión experimental desconocida. El 25 de febrero se designaban los 20 primeros miembros del recién nacido cuerpo de cosmonautas de la Unión Soviética, tras un largo y durísimo periodo de selección en el que los aspirantes habían sido sometidos a pruebas de todo tipo, tanto físicas como de aptitudes o psicológicas. Estos hombres iban a enfrentarse a lo desconocido; debían ser, al mismo tiempo, competentes técnicos y pilotos capaces de enfrentarse a posibles imprevistos utilizando la más moderna tecnología… y resistentes conejillos de indias capaces de enfrentarse a un entorno hostil y desconocido.

A lo largo de 1960, mientras los veinte seleccionados comenzaban su entrenamiento para la misión, tenían lugar tres vuelos de prueba con la nave Vostok, dos de ellos con perros a bordo, gracias a los cuales se fue perfeccionando el sistema de cara al próximo vuelo tripulado. En paralelo, en los Estados Unidos se seguía un proceso muy similar en todo al ruso, excepto en una cosa: la menor potencia de los cohetes disponibles, que impedirían inicialmente llevar a cabo un vuelo orbital. No obstante, se pensaba que sería suficiente con enviar un hombre al espacio en trayectoria parabólica, realizando “un salto al espacio”, para poderse declarar ganadores en esta carrera por ser los primeros en adentrarse en el cosmos.

Pero todos los esfuerzos norteamericanos fueron vanos: en marzo de 1961 dos nuevos ensayos orbitales de la nave Vostok con perros a bordo terminaban con un completo éxito, despejando el camino hacia la misión tripulada rusa. El 12 de abril de 1961 Yuri Gagarin era lanzado al espacio en una nave Vostok impulsada por un misil R-7 sobrepotenciado. Tras entrar en órbita y dar una vuelta completa a la Tierra, aterrizaba sano y salvo tras un viaje de 1 hora y 48 minutos. Una vez más, la Unión Soviética había hecho historia en el espacio. Y una vez más, los Estados Unidos se hundían en la humillación… aunque esta vez ya no les pillaba por sorpresa.

¿Por qué Gagarin?

¿Qué hizo que fuera Yuri Gagarin, y no cualquier otro de los 20 miembros iniciales del cuerpo de cosmonautas, el que recibiera el honor de entrar en la historia como primer hombre en el espacio? Por una parte, su valía: a lo largo de su periodo de entrenamiento, los distintos integrantes del grupo iban siendo evaluados, asignándoseles calificaciones según iban superando las distintas pruebas físicas, de conocimientos técnicos, psicológicas y de todo tipo. En este proceso, Gagarin quedó situado entre los primeros clasificados. Pero, entre un grupo de élite como era éste, tras el duro filtro que había supuesto la selección inicial, este parámetro no podía resultar definitivo. La importancia histórica de la misión que iba a tener lugar aconsejaba tener en cuenta también otros criterios… incluso políticos.

Gagarin no sólo era uno de los mejores: además, tenía una personalidad cordial, tenía don de gentes, era simpático y hasta encantador. Daba buena imagen ante la cámara y, para colmo, procedía de familia proletaria. Yuri Gagarin no sólo contaba con su valía: representaba el ruso modelo. Quien llevase a cabo esta misión histórica iba a ser un representante de la Unión Soviética a nivel mundial: la elección no podía ser otra.

Mucho más que una misión orbital…

La misión de Gagarin supuso la entrada de la humanidad en el espacio y la apertura de una nueva frontera hacia lo inexplorado. Hoy, acostumbrados a las misiones espaciales tripuladas y a ver astronautas flotando sonrientes en el interior de una estación espacial, no nos resulta fácil entender lo que supuso en su día esta aventura hacia lo desconocido. Aunque se habían hecho experimentos previos con animales, aún quedaban muchas dudas en el aire: sí, parecía que era posible para un ser vivo sobrevivir en estado de ingravidez, pero… ¿se verían afectadas las funciones cerebrales, por ejemplo? Algunos científicos tenían sus dudas, ¿qué pasaría si el astronauta enloquecía en el medio espacial, o sufría cualquier otra alteración mental, como euforia, depresión, o cualquier cosa que pudiera afectar a su propia seguridad? Las dudas abarcaban todos los campos; por ejemplo, aunque para esta primera misión, dada su corta duración, no sería necesario, ¿sería capaz el hombre de ingerir bebida y alimentos en ingravidez? ¿Podrían los líquidos y sólidos bajar hasta el estómago sin la ayuda de la gravedad? ¿O quizás estas simples operaciones pudieran incluso representar un serio peligro de ahogo en esas condiciones? Resulta fácil decir que fue una misión hacia lo desconocido… pero es que lo fue, en sentido literal.

Pero, más allá de sus implicaciones directas, la misión de Yuri Gagarin tuvo implicaciones históricas que fueron mucho más allá de lo evidente, más allá de representar la entrada del hombre en el espacio. Hoy sabemos que fue la misión de Gagarin lo que llevó a los Estados Unidos a autoimponerse el reto de poner a un hombre en la Luna en menos de una década. Si el primer hombre en el espacio hubiese sido el norteamericano Alan Shepard en lugar del ruso Yuri Gagarin, probablemente hoy aún estaríamos soñando con la primera misión tripulada a nuestro satélite, como lo hacemos con la misión a Marte.

Todos sabemos que la llegada del hombre a la Luna no fue la consecuencia de criterios científicos, sino políticos. Sólo la situación de tensa rivalidad existente entre las dos superpotencias durante la Guerra Fría, y la necesidad de los Estados Unidos de desquitarse de las humillaciones sufridas una vez tras otra ante los soviéticos en materia espacial, sería lo que condujese a la misión lunar. Y la derrota sufrida con el vuelo de Gagarin fue la gota que colmó el vaso norteamericano y que desencadenó todo el proceso.

Una semana después de la misión de Gagarin, cuando los Estados Unidos aún no habían conseguido poner a su astronauta en el espacio ni siquiera en la prevista misión suborbital, el presidente Kennedy preguntaba desesperado a sus consejeros: “¿Tenemos alguna posibilidad de batir a los soviéticos poniendo un laboratorio en el espacio, o con un viaje alrededor de la Luna, o con un cohete que aterrice en la Luna, o con un cohete que haga ida y vuelta a la Luna con un hombre? ¿Hay algún otro programa espacial que prometa resultados espectaculares y en el que podamos ganar?”. La respuesta fue clara: la situación tecnológica norteamericana en materia espacial era de desventaja, y no se podían esperar triunfos a corto plazo. La única posibilidad de vencer a los rusos era plantearse un gran reto a medio plazo en el que se pusiera toda la carne en el asador; si toda la nación se comprometía a ello como un objetivo prioritario, decía la respuesta al presidente, los Estados Unidos tendrían “una excelente oportunidad de batir a los soviéticos con el primer aterrizaje de una tripulación sobre la Luna”, lo cual podría suceder en un plazo inferior a 10 años. Un mes más tarde, poco después de que el norteamericano Alan Shepard aliviase un poco el sentimiento de humillación nacional con su salto suborbital al espacio, Kennedy intervenía en el Congreso con su famoso discurso en el que pedía a la nación comprometerse con el objetivo de poner a un hombre sobre la superficie de la Luna antes de que terminase la década. “Ningún otro proyecto espacial en este periodo será más impresionante para la Humanidad, o más importante para la exploración a largo plazo del espacio; y ninguno será tan difícil o costoso de cumplir”.

Y se cumplió. Finalmente, los Estados Unidos lograron salvar su honor ganando la carrera espacial. Pero fueron el Sputnik y Gagarin quienes les motivaron para conseguirlo. De eso hoy hacen 50 años…

11 abril 2011

Gagarin - vídeo conmemorativo

Os dejo aquí un enlace a un corto documental de 12 minutos realizado para Euronews en colaboración con la ESA en conmemoración del cincuentenario de la misión de Gagarin. Con colaboraciones de Alexei Leonov, Elena Gagarina (hija de Gagarin), Yuri Usachov, Valeriy Lubinskiy y Pavel Vinogradov. En español.

http://multimedia.esa.int/Videos/2011/04/ESA-Euronews-First-man-in-space/(lang)/es


Hablando de vídeos... mañana me entrevistan para el telediario de la 2, a las 20:00, con ocasión también de este aniversario. A ver si no me acelero hablando, que me suele pasar en estos casos... ;-)

06 abril 2011

Sorpresa: SpaceX podría construir un supercohete

Fue ayer la noticia del día, del mes, y quizás del año, al menos en la categoría de lanzadores, si es que finalmente se hace realidad (uno ya es muy mayor para no mostrar cierta reserva ante estos anuncios): la empresa norteamericana SpaceX ha anunciado la próxima introducción del Falcon Heavy, un nuevo lanzador pesado con capacidad para poner hasta 53 toneladas de carga en órbita baja. Una capacidad que lo convertiría en el mayor lanzador existente en la actualidad, por encima del Atlas 5, el Delta IV Heavy o el Ariane 5, por ejemplo. Y por encima también de las capacidades (en cuanto a carga útil) del ya agonizante Space Shuttle. Aunque situado todavía en un nivel que es la mitad de lo que era capaz de levantar el poderoso Saturn V que envió al hombre a la Luna, los datos del Falcon Heavy impresionan: se tratará de un “monstruo” de 27 motores, y su capacidad de 53 toneladas, por lejos que quede de la del mítico Saturn V, no deja de ser espectacular; como ha expresado la empresa en su nota de prensa, este supercohete sería capaz de poner en órbita un avión Boeing 737-200 cargado hasta su peso máximo al despegue, es decir, con combustible y sus 136 pasajeros con su equipaje. Casi ná…

Pero la sorpresa no termina ahí: por si el anuncio por sí solo fuera poco, Elon Musk, co-fundador de Paypal y presidente (casi podríamos decir propietario) de SpaceX, ha anunciado que para finales del año próximo veremos el nuevo cohete en las instalaciones de lanzamiento de Vandenberg, en California, listo para un primer vuelo. Y ya en 2013 ó 2014 podríamos verlo operando también desde Cabo Cañaveral, en Florida.

No sé a vosotros, pero a mí el anuncio me ha dejado prácticamente de piedra. Por una parte, por proceder de una compañía tan joven y podríamos decir inexperta (al menos en cuanto a tiempo metidos en esto) como SpaceX: una compañía fundada en 2002 cuyo primer lanzador, el pequeño Falcon 1, voló por primera vez en 2008, tras tres intentos fallidos anteriores; un segundo desarrollo, el lanzador medio Falcon 9, hizo su primer vuelo (esta vez con éxito a la primera) a mediados de 2010; además de esto, han desarrollado la cápsula Dragon, en principio como respuesta a la petición de la NASA de futuros vehículos no tripulados para reabastecimiento de la estación espacial, aunque podría adaptarse también para futuros vuelos tripulados.

Como decía, la primera sorpresa es que una compañía con la trayectoria de SpaceX (rapidísima, pero corta) se embarque en un proyecto de esta envergadura. Pero casi más sorprendente es que lo haga en un contexto en el que el mercado de las grandes cargas no parece ser el dominante en estos momentos. Pongamos como referencia el Ariane 5, que en su versión más potente alcanza una capacidad de 12 toneladas en órbita de transferencia a geoestacionaria (equivalente a unas veintitantas en órbita baja), frente a las 53 en órbita baja previstas para el nuevo Falcon Heavy; si ya el Ariane 5 es capaz de poner en órbita, a menudo mediante lanzamientos dobles (dos satélites en un solo lanzamiento) los habituales satélites comerciales, parece extraño que vaya a existir una necesidad que justifique el Falcon Heavy en un futuro próximo, por mucho que siga aumentando el peso de los satélites enviados al espacio.

Podríamos pensar que SpaceX aspira a introducirse en el sector de la exploración tripulada del espacio, quizás presentando a la NASA un cohete con capacidad para sustituir al transbordador espacial en su misión de llevar astronautas a la ISS, o incluso en misiones de espacio profundo (para esto se queda corto, pero se podría suplir con un lanzamiento doble). Pero, aunque esto no es en absoluto descartable, y de hecho es una de las posibilidades planteadas por la empresa a medio plazo, no parece ser el argumento principal para su desarrollo. De hecho, su capacidad de 53 toneladas, aunque alta, queda aún lejos de la deseada por la NASA para un posible lanzador pesado, la cual se ha establecido inicialmente entre las 70 y las 100 toneladas; pero también es cierto que “más vale pájaro en mano que ciento volando”, y disponer de un lanzador operativo con capacidad de 53 toneladas frente a la simple aspiración de tener uno “mejor” algún día, puede ser un argumento a favor de que la NASA llegue a contratar los servicios de SpaceX para vuelos tripulados. Aquí el factor tiempo puede jugar un papel decisivo.

Pero, como decía, no parece que SpaceX haya basado su estrategia comercial en esta opción. Al contrario, parece que sus ojos están puestos en el mercado militar, optando a futuras cargas de la Fuerza Aérea Norteamericana, que hoy día es el principal cliente de los Delta IV Heavy y Atlas 5, los lanzadores más potentes del mundo en servicio, pero que quedan por la mitad de la capacidad prometida para el Falcon Heavy.

Sí, lo cierto es que los secretos satélites militares son las cargas más pesadas enviadas al espacio, pero… ¿existe aún nicho de mercado en este sector para la aparición del Falcon Heavy? Ahí están las principales dudas, al menos por mi parte (unidas al cumplimiento del ambicioso calendario anunciado, que también miro con cierto escepticismo), aunque parece que SpaceX piensa que sí. Probablemente su baza no es tan sólo la mayor capacidad de su futuro lanzador, sino una espectacular bajada de costes con respecto a los sistemas actuales. Es decir, SpaceX aspira a arrebatar a Boeing y Lockheed Martin el mercado pesado que dominan en la actualidad a través de una guerra de precios.

El bajo coste ha sido siempre la premisa de esta joven empresa, aunque, con unos primeros lanzadores (Falcon 1 y Falcon 9) aún prácticamente en fase de prototipos, que consiga mantener en el tiempo unos precios sensiblemente reducidos es algo que está por demostrar. Pero ellos parecen convencidos de poder conseguirlo, y anuncian que con el Falcon Heavy reducirán el precio de lanzamiento hasta unos 2000 dólares por kilo puesto en órbita (o 1000 $/libra, para ser más exactos); más o menos la sexta parte de lo que hoy cargan sus competidores. Esto no sólo les haría dominar teóricamente el mercado de los lanzamientos pesados, sino que se espera que el bajo coste podría impulsar dicho mercado, haciéndolo aumentar espectacularmente en volumen.

Lo dicho: el anuncio de SpaceX ha sido toda una sorpresa, y si de verdad consiguen sus objetivos de carga, fechas y coste, el resultado puede ser revolucionario. Hoy por hoy sólo hay palabras, y ya sabemos lo que esto significa en un sector como el de la astronáutica. Pero SpaceX ha demostrado en muy pocos años que puede llegar a medirse con los gigantes aeroespaciales a nivel mundial. Habrá que estar atentos a su evolución. (Imagen: SpaceX)

05 abril 2011

Volviendo a las andadas

Sí, veo que vuelvo a las andadas. Es decir, que escribo poco en el blog. Parecía que retomaba el ritmo, pero veo que no. Y, aunque razones hay varias, como ya dije en su día, desde hace meses hay una que tiene cierta relevancia, y que me está haciendo plantearme incluso la diversificación del blog o la apertura de un segundo blog independiente. Y es que últimamente escribo más sobre otras cosas que sobre astronáutica; supongo que eso “alivia mis ansias escritoras”, y el resultado es el relativo abandono a que se ve sometido este blog.

Como decía, razones para el abandono hay muchas; repasaré algunas, esperando no aburriros con mis cosas (y si no, siempre podéis dejar de leer en cualquier momento :-):

1. Tengo poco tiempo. Aunque ésta es una pobre excusa, porque hace años que sufro esta situación (los que tengáis hijos ya sabéis de qué hablo; y desde que nació el segundo, la cosa se desbordó). El tiempo siempre es escaso. Y la fecha de la jubilación se aleja con cada nueva legislatura… >:-(

2. Parece que ahora hay menos chicha de la que hablar. Este blog nació poco después del anuncio de la nueva visión de Bush, y entre políticas fantasiosas (porque aunque ahora sea fácil decirlo, lo cierto es que siempre me lo pareció, y no tenéis más que revisar el histórico de artículos) y los siempre jugosos comentarios y discursos del inefable Michael Griffin, probablemente el administrador más bocazas que haya tenido la NASA (independientemente de cómo se valore su gestión, dudo que nadie pueda contradecirme en esto), lo cierto es que durante unos años este blog tuvo buen jugo que sacarle al panorama astronáutico, especialmente el norteamericano. Hay que reconocer que, sea cual sea la valoración que le podamos dar a la política espacial norteamericana en estos años, hay una cosa que no podemos negar: que mantuvo la discusión sobre astronáutica en el candelero mediático durante todo este tiempo; vale, un candelero pequeñito, diminuto, semioculto entre otros temas de actualidad… pero infinitamente mayor que a lo que estábamos acostumbrados y a lo que hemos vuelto una vez que Obama nos dio dos tortazos para despertarnos y devolvernos a la cruda realidad. En fin, resumiendo, que este blog, que siempre fue fundamentalmente de análisis y opinión, ha perdido buena parte de sus “estímulos” para mantenerse como una opinión crítica. Ahora parece que hay menos cosas que criticar, o al menos, no son tan llamativas. Pero, aunque esto es cierto y puede afectar a una reducción de los artículos del blog, tampoco sería una razón definitiva: siempre he hablado también de otras cosas en el blog, no todo ha sido hablar de Griffin y del programa Constellation.

3. Tengo otros hobbies. Pues sí, para bien o para mal, lo cierto es que tengo poco tiempo libre y demasiadas aficiones. Escribir es una de ellas, pero no la única. Además, mis hobbies a veces son cambiantes: surgen algunos nuevos (aunque esto es menos frecuente), y sobre todo, a rachas, se potencian unos y se debilitan otros (aunque más adelante pueda invertirse la situación de nuevo). Escribir es uno de estos hobbies, y tiene que competir con los demás. Y siempre ha tenido competencia… pero puede estar sufriendo uno de esos ciclos. Por cierto, si existe por ahí algún mecenas que pueda mantenerme, abandonaré gustoso mi trabajo para dedicarme a mis múltiples hobbies y así escribiré mucho más, lo prometo. Lamentablemente, parece que esto del mecenazgo ya no está de moda…

4. ¿Saturación? Dice la canción que veinte años no es nada… pero todos los años que llevo escribiendo sobre astronáutica quizás sean mucho. Que al fin y al cabo, el tema tampoco da para tanto. Me gusta, sí, pero llega un momento en que… ¿qué más puedes profundizar? Vale, sí, siempre se puede seguir hasta el infinito y más allá, pero no soy de esos. No me importa cómo se llamaba la cuñada de Korolev o el número de remaches con el que se sujetaba la junta de la trócola del Saturn V, por decir algo. Quiero decir que, para mí (y es una opinión personal, respeto a quien no lo vea así), seguir profundizando en un tema más allá de cierto nivel empieza a dejar de tener sentido. Y 50 años de historia de un tema tan específico como la exploración espacial tampoco dan para tanto, seamos sinceros. Más cuando es algo que, en mayor o menor medida, tiene relación también con mi trabajo habitual. No voy a decir que me canse… pero digamos que el interés va decreciendo.

5. El redescubrimiento de una antigua pasión. Hace algún tiempo me compré un Kindle. Tiene relación con el punto 3 (hobbies), pero por su importancia merece reseñar aparte. No sé si la etapa durará mucho o poco, pero desde el verano pasado no paro de leer. Siempre me ha gustado la lectura, pero no leía tanto desde que estaba en el instituto (la exigencia de la carrera me impidió prácticamente dedicarme a la lectura lúdica, y luego, supongo que por inercia, nunca volví a aquellos niveles). Bueno, mejor dicho: leer sí que leía mucho, pero no tanta novela (que me encanta), sino sobre todo libros técnicos (y la mayoría en inglés); pasión, lo que se dice pasión… no suelen provocar estos libros, por interesantes que sean. No entraré en las razones de este redescubrimiento de la pasión por leer, que cualquiera que tenga un lector electrónico entenderá, y el que no lo tenga probablemente no (yo mismo no lo habría entendido antes de tenerlo, nunca habría pensado que llegaría a preferirlo sobre los libros en papel). El caso es que antes leía mucho sobre astronáutica… y ahora leo muchísimo de todo, a costa, en buena medida, de la astronáutica. Esto influye de dos formas: me quita tiempo para escribir, y me resta fuentes de inspiración para el blog, al leer menos sobre el tema.

6 y último (creo). En relación con lo anterior, ahora escribo mucho sobre libros. Mi “desahogo escritor” se ha desviado en parte de este blog a foros sobre literatura. Ahora escribo a menudo opiniones sobre libros que he leído (extensas opiniones a veces; los que estáis acostumbrados a este blog ya sabéis cómo me enrollo ;-), y eso no sólo vuelve a restar del escaso tiempo libre disponible, sino que, principalmente, satisface esa “necesidad escritora” o comunicadora que antes satisfacía en buena medida con este blog.

Y en relación con este último punto (o casi diría que confesión :-), me estaba planteando si derivar esas opiniones sobre libros (llamarlo críticas literarias me parece excesivo, no me considero con nivel para ello) a este mismo blog, reconvirtiéndolo en un blog personal multitemático; o quizás crear un blog paralelo dedicado a eso, a opiniones y comentarios sobre libros de todo tipo. No sé, probablemente no haga ninguna de las dos cosas, pues meterlo en éste me parece fuera de lugar, y mantener dos blogs cuando con sólo uno ya lo tengo abandonado me parece querer abarcar demasiado. Pero bueno, me gustaría conocer vuestras opiniones sobre el tema, si es que habéis aguantado mis elucubraciones a lo largo de esta entrada ;-)

21 marzo 2011

La luna gigante... y las tonterías que se oyen

De nuevo, como ocurre a menudo cuando los medios generalistas se ponen a dar noticias científicas, en los últimos días estamos escuchando montones de tonterías sobre la Luna. Bueno, en realidad montones no, sólo una: que la Luna está en su posición más cercana a la Tierra en los últimos 18 años.

Pero alma de cántaro, vamos a ver… si la Luna da una vuelta a la Tierra cada 28 días, si describe una órbita completa alrededor de nosotros en menos de un mes… ¿cómo es posible que ahora esté más cerca que en los 18 años anteriores? ¿No se repetirá esta cercanía cada 28 días, y no cada 18 años?
Pues sí: la Luna sigue una órbita ligeramente elíptica alrededor de nuestro planeta, que la pone a veces en su posición más alejada (apogeo) y 14 días después en su posición más cercana a nosotros (perigeo). Y vuelta a empezar.

Así que, de más cercana que nunca, nada. Pero algo debe haber para haber hecho saltar la noticia, ¿no?

Pues sí, pero no tiene nada que ver con supuestas cercanías fuera de lo corriente: lo que pasa es que esta vez ha coincidido el punto de máximo acercamiento a la Tierra (perigeo, ese que se repite cada 28 días) con la fase de luna llena. Y eso es lo que sólo ocurre de vez en cuando, la coincidencia exacta de ambos fenómenos.

Pero vamos, que tampoco es para tanto… que sí, que si hacemos coincidir una luna llena “exacta” (llena-llena de verdad, sin que le falte ni una rodajita mínima por ningún lado) con el punto exacto del perigeo, la probabilidad de que coincidan es bajísima. Pero si dejamos un margen de unas cuantas horas (que nadie va a notar), esta coincidencia se produce mucho más a menudo. De hecho, en 2008 tuvimos una coincidencia muy similar a la actual, con un desfase entre luna llena y perigeo de 4 horas. En la de ayer, la diferencia fue casi nula, menos de 1 hora. Pues vale, pues me alegro. Como curiosidad teórica, bien. Pero vamos, que el que se perdiera el espectáculo del sábado no sólo lo puede volver a intentar hoy (vale, a la luna ya le faltará una rodajita, no será completamente llena, pero bueno…) sino que puede esperar a la próxima casi-coincidencia entre luna llena y perigeo, que tendrá lugar… el próximo 17 de abril. Vale, no coincidirán exactamente por 20 horas, pero… ¿creéis que se va a notar? Ya os digo yo que no.

En cualquier caso, siempre es una buena ocasión para disfrutar de una visión especialmente bella de nuestro satélite. ¿Verdad que está chula la Luna?

01 marzo 2011

Especulación en el espacio

¿Quién ha dicho que el terreno de la especulación es exclusivo de las bolsas de valores o los negocios inmobiliarios? También hay quien especula con “terrenos” en el espacio. Y no me refiero a vender parcelitas en la Luna o Marte, sino a algo mucho más intangible: se trata de parcelitas orbitales.

No os digo nada nuevo si recuerdo que nuestra vida moderna depende en gran medida de los satélites: llamadas telefónicas, retransmisiones por radio y televisión, o el pronóstico del tiempo, por decir los casos más sencillos, dependen en gran medida de estos aparatos. Y en estos tres casos concretos (aunque no son los únicos), los satélites que lo hacen posible son satélites geoestacionarios, situados en una órbita ecuatorial a unos 36.000 km de altura. Se trata de una órbita muy exclusiva y muy deseada, lo que hace que a día de hoy esté ya bastante saturada. Esto es así hasta el extremo de que se ha establecido un organismo internacional encargado de regular el uso de dicha órbita geoestacionaria, concediendo permisos de uso de su espacio. Y aquí es donde entran los especuladores…

Efectivamente, si yo consigo de ese organismo el permiso para ubicar un determinado satélite en un punto dado de la órbita geoestacionaria, luego puedo alquilar el uso de ese espacio a otras compañías interesadas en explotarlo. Dado que los tratados internacionales conceden derechos de uso a los países que puedan necesitarlo en base a unos ciertos criterios, algunos de esos países que realmente no necesiten ese espacio para un satélite propio (generalmente países pequeños y poco desarrollados) pueden vender luego esos derechos a terceros más desarrollados y ávidos de explotar la banda geoestacionaria.

Es el caso, por ejemplo, de Tonga. Sí, un pequeño archipiélago perdido en la Polinesia, en medio del Pacífico, con sus reyes aborígenes, sus collares de flores, sus jóvenes nativas de bonitos pechos y faldas vegetales… vale, vale, me dejo de tópicos, pero ya os hacéis una idea…

Pues bien, en 1980 un americano espabilado acudió a la familia real de Tonga para proponerles un plan: según los acuerdos internacionales, a Tonga le correspondía un espacio en la órbita geoestacionaria, siempre que demostrase que estaba en condiciones de utilizarlo. Si se podía convencer al organismo responsable de esto último, se entraría en posesión de un hueco de alto valor estratégico en la órbita geoestacionaria, por estar en una posición idónea para las comunicaciones entre Asia y América.

El americano y la casa real tonguesa (o tongana, o como se diga) montaron una compañía que bajo el nombre de Tongasat se suponía que ofrecería servicios de telecomunicaciones, para lo cual se solicitaron siete espacios en la órbita geoestacionaria, que le fueron concedidos entre 1991 y 1992. Pero para “probar” que se estaba en condiciones de utilizarlos, había que poner en órbita algún satélite, algo para lo cual aquel país no tenía ni la necesidad, ni las ganas de invertir el dinero necesario. Pero si no se hacía algo al respecto, si Tonga no demostraba que estaba en condiciones de utilizar las ubicaciones concedidas, dicha concesión podría terminar revocándose.

Pues nada: se compra un satélite viejo y listos, pensaron los especuladores de Tongasat. De modo que en 2002 compraron un satélite de comunicaciones obsoleto, el Comstar 1D, lanzado en 1981 y ya totalmente desfasado por aquel entonces, y lo rebautizaron como Esiafi 1. Tongasat ya tenía un satélite. Que sirviera para algo era lo de menos…

En su web, Tongasat ofrece los servicios de este satélite (algo que claramente nadie está interesado en comprar a día de hoy, dada su obsolescencia… si es que aún funciona), a la vez que anuncian que se hayan en posesión de 9 ubicaciones en la órbita geoestacionaria, varias de ellas desocupadas, y que “estarían encantados de explorar los posibles usos de los huecos no utilizados con potenciales clientes”. ¿Quién dijo que para la especulación inmobiliaria era necesario tener terrenos? (Foto: Hughes)

11 febrero 2011

Noticias del Espacio cambia de sitio

El blog Noticias del Espacio, el que durante años ha sido la principal fuente de noticias del sector espacial en español, cambia de ubicación, de aspecto y de filosofía para integrarse en una web mucho mayor, Noticias de la Ciencia y la Tecnología. Una web que entra por los ojos nada más abrirla, con todo el aspecto de un periódico digital, y por supuesto, con unos contenidos de alta calidad, con la rigurosidad que siempre ha caracterizado a NCyT.

Manel Montes, su principal responsable, fue pionero de la información espacial en nuestra lengua, y sigue siendo una de las principales fuentes de divulgación de noticias espaciales y científicas en general en nuestro idioma. Le deseamos muchos éxitos con su nuevo sitio web.

09 febrero 2011

¿Resucitará el Ares I?

Es muy pronto para decirlo, pero lo cierto es que la cosa tiene su gracia. Ya sabéis que el Ares I, el cohete que debería sustituir al transbordador para enviar astronautas a la órbita terrestre, agoniza desde que la administración Obama decidiera cancelarlo en base a las conclusiones del informe de la comisión Augustine, encargada de examinar la situación del programa espacial tripulado norteamericano. Pues bien, la cuestión es que ahora hay una propuesta que más o menos resucitaría el mismo concepto de lanzador… pero ejecutado por manos privadas, y rebautizado como Liberty.

Como recordaréis, la decisión tomada por la administración para ahorrar costes (que se habían disparado como si fueran en cohete, y disculpad el chiste fácil) fue cancelar el Ares I (para el que aún se preveía un largo camino lleno de obstáculos y sobrecostes) y a cambio solicitar a la industria privada que ofreciera a la NASA servicios de acceso a la órbita terrestre. Es decir, se abandonaba la idea de disponer de un lanzador propio, y a cambio se decidía incentivar a la empresa privada para que lo desarrollasen ellos y luego vendieran sus servicios, a modo de taxi espacial, a la NASA.

Pues bien, ATK, la fabricante de los aceleradores sólidos laterales del transbordador espacial, que formaban la base del Ares I, ha decidido no resignarse a perder su parte del pastel con la cancelación de este cohete, y ha optado por ofrecer a la NASA un derivado del mismo en colaboración con el gigante espacial europeo Astrium, del grupo EADS (grupo del que forma parte también Airbus, que seguramente os sonará más).

¿Qué ha hecho ATK? Pues nada: ha cogido lo que ya habían desarrollado con la NASA para el Ares I, es decir, un cohete sólido de 5 segmentos derivado de los de 4 segmentos del transbordador, y añadirle la etapa superior líquida faltante, que también formaba parte del diseño del Ares I. Sólo que esa etapa, que antes desarrollaba la NASA en base a un derivado de un antiguo motor J-2 del Saturn V (y, por tanto, de forma ajena a ATK) ahora la desarrollaría Astrium tomando como base el motor Vulcain 2 del Ariane 5.

En otras palabras: ATK se ha buscado un socio para seguir haciendo un Ares I “light” (porque tendrá algo menos de potencia que el original, debido a las menores prestaciones del motor Vulcain 2 frente al J-2X inicialmente previsto) y poder seguir optando así a un jugoso contrato que se le escapaba de las manos.

Claro que esto es una propuesta de una empresa privada más, y ahora le tocará a la NASA revisar las diferentes opciones que le vayan llegando y optar por la que mejor le parezca. Pero la propuesta de ATK no sólo tiene ventajas evidentes para esta empresa fabricante (y de rebote para la europea EADS), sino que también puede resultar atractiva para la NASA: por un lado, se seguiría adelante con el que era el proyecto ya en marcha, con lo que se aprovecharía buena parte del trabajo ya realizado, reduciéndose de esta forma los plazos y es de esperar que los problemas (ya que la mayoría ya habrían aparecido); y por otra parte, la NASA podría aprovechar también con mayor facilidad todas las infraestructuras ya en desarrollo en Cabo Cañaveral para el Ares I. Además, ATK ha jugado la baza internacional al incluir a Astrium, siguiendo así una de las recomendaciones del informe Augustine, la cual quedó también recogida en la declaración de intenciones de la Casa Blanca cuando dio respuesta al futuro de la política espacial norteamericana.

De momento todo esto no es más que una propuesta, y oficialmente no pasará de ahí ya que ni siquiera está formalmente cancelado el Ares I, debido a diversos obstáculos administrativos. Pero de ir adelante y resultar finalmente elegida esta opción, sería paradójico que la NASA cancelase el desarrollo de un determinado cohete, para acabar comprando ese mismo cohete (o parecido) a una empresa externa (porque, aunque antes también lo fabricara ATK, lo hacía como subcontratista de la NASA y el cohete era propiedad de ésta; ahora el cohete sería propiedad de ATK, que se lo alquilaría a la NASA). En fin, qué cosas… En cualquier caso, me parece que en estos momentos intentar adivinar por dónde va a ir el futuro del programa espacial tripulado norteamericano es más difícil que acertar los números de la primitiva… (Imagen: ATK)

26 enero 2011

Rumbo al Cosmos – Nueva versión disponible

Una de las cosas buenas del formato electrónico es que permite actualizaciones casi inmediatas. Pues bien, para los que ya os habéis descargado el libro os anuncio que tenéis una nueva versión disponible para su descarga, en la que se corrigen 25 pequeñas erratas o errores de formato (letras de más o de menos, cursivas faltantes y cosas así). Sí, mea culpa, esta revisión debería haberla hecho antes, pero en fin… De todas formas, seguro que aún queda alguna: ya se sabe que las “erratas” son las últimas en abandonar el barco…

Y de paso, un comentario o aclaración sobre PayPal:

Estoy recibiendo algunos comentarios, en el blog y por correo, pidiéndome formas de pago alternativas porque “no tengo paypal”, por parte de personas que en algunos casos me ofrecen como alternativa un pago con Visa. Quizás no estoy entendiendo bien el problema, pero simplemente quería aclarar que no hay que hacer o tener nada especial para usar PayPal. Si tienes una Visa, u otra tarjeta de pago, o una cuenta bancaria, puedes usar PayPal. No es necesario que hagas nada especial, no tienes que enviar dinero a PayPal para luego usarlo, no tienes que “abrir una cuenta” en PayPal al estilo de una cuenta en el banco, ni nada de eso: simplemente realizas el pago a PayPal, por el medio que quieras (y acepta muchos), y luego ellos se lo hacen llegar al destinatario, simplemente. PayPal no es más que un intermediario, que acepta muchos medios de pago, y que además (y esto es muy útil para otros tipos de compras) ofrece una especie de seguro en compras por internet (frente a fraudes o recepción de artículos defectuosos, por ejemplo). Y que conste que yo no tengo ningún interés especial en PayPal, es sólo por aclarar.

Y ya que hablamos del tema, una pista adicional: en este tipo de pagos, si usas Visa PayPal cobra una pequeña comisión. La verdad es que es muy pequeña, unos cuantos céntimos para transacciones de pequeño valor (el 3,4% del importe, más 35 céntimos fijos; para una transacción de 10 euros, serían 69 céntimos de comisión, por ejemplo). Pero si en vez de Visa u otra tarjeta usas el pago desde cuenta bancaria, la comisión es cero. Siempre viene bien conocer estos truquillos ;-)

¿Te gustan las maquetas espaciales? A la CIA también

Hoy no es ningún secreto que, durante la carrera espacial para poner al hombre sobre la Luna, los Estados Unidos tenían información de los avances rusos en la materia a través de los informes de la CIA y las imágenes de satélites espía. Aunque nunca se reveló a la opinión pública, que hasta los años 80 permaneció ignorante de la participación soviética en esta carrera lunar, en las altas esferas de la administración norteamericana se tenía una información bastante precisa del desarrollo del programa lunar ruso.

Pero al parecer, las fotos de los satélites espía no se consideraban lo suficientemente buenas o claras como para dar una buena visión de los secretos soviéticos a sus superiores. O a lo mejor es que en la CIA se pensaba (no entro a valorar si con acierto o no) que a los altos cargos de la administración había que tratarlos como a niños… El caso es que decidieron hacer maquetas para una mayor claridad. En el caso de la base de lanzamiento del cohete gigante N-1 que debía enviar a los cosmonautas rusos a la superficie lunar, se sabe a través de información desclasificada que la CIA llegó a realizar tres maquetas con un alto grado de detalle. Una de ellas se conserva hoy en día en el museo de una base militar británica, aunque no se tienen noticias claras de cómo llegó allí. Como comenta Dwayne Day, el historiador espacial norteamericano cuya fotografía de la maqueta ilustra este artículo, lo verdaderamente asombroso es que siga en tan buen estado más de 40 años después… (Foto: Dwayne A. Day)

25 enero 2011

Rumbo al Cosmos: GRACIAS

Muchísimas gracias a todos por la acogida que le habéis brindado tanto al libro como a la iniciativa, y mi sincero agradecimiento a los que habéis contribuido económicamente en este “experimento”, y también a los que habéis contribuido de una forma u otra a su difusión. Casi se diría que a algunos de vosotros os ilusiona esta iniciativa como si fuera vuestra. Muchas gracias, de corazón.

Como decía en la entrada, sinceramente tenía curiosidad por saber cómo funcionaría esto, y supongo que muchos de vosotros también la tendréis. Probablemente aún es pronto para sacar conclusiones: me imagino que mucha gente se baja el libro simplemente porque es gratis aunque no le interese mucho, y no están dispuestos a pagar por lo que representaría hojear un libro en una tienda; perfectamente lógico. Otros es posible que estén esperando a leerlo para decidir si contribuyen o no con alguna cantidad, y salvo para los lectores más empedernidos, aún no ha pasado un tiempo razonable como para que la mayoría completen la lectura; esto también es lógico. Y luego habrá quien en cualquier caso no esté dispuesto a aflojar el bolsillo… contaba con ello, aunque aquí la mayor duda y curiosidad era acerca del volumen de este grupo.

Pero bueno, como estáis esperando datos… pues a día de hoy los contribuyentes son el 1% de los que se han descargado algo (no cuento descargas múltiples; es decir, si alguien se descarga el libro en varios formatos, lo cuento sólo como uno, lógicamente). Si la experiencia sigue por este camino, dudo que muchos autores se animen a seguir mi ejemplo :-D

Sin embargo, en la parte positiva, los “contribuyentes” me han sorprendido muy favorablemente. Ha habido varias anécdotas, como la llegada de la primera contribución a la media hora de publicar la noticia en el blog; o la recepción de varias aportaciones de una cuantía sorprendente, que han llegado a conmoverme no ya por la cantidad económica en sí, sino por lo que suponen en cuanto a reconocimiento. Muchísimas gracias, de todo corazón.

He dudado si agradecéroslo uno a uno a los que habéis contribuido hasta ahora. En estos momentos, no me costaría mucho, acabaría en un momento. Pero si de repente esto se diese la vuelta y ese 1% de contribuciones subiese a un aún modesto 10%, ya empezaría a ser complicado poder encontrar el tiempo para responderos a todos. Así que he decidido mantener el optimismo de momento y ofreceros mi agradecimiento de forma global a través de estas líneas. Muchas gracias, de verdad, a todos.

22 enero 2011

“Rumbo al Cosmos. Los secretos de la astronáutica”. 467 páginas de divulgación espacial… ¡GRATIS!

Como os anuncié recientemente, he aquí mi último libro: “Rumbo al Cosmos. Los secretos de la astronáutica”. Un libro recopilatorio de 56 artículos de temática variada que cubren un amplio rango de temas relacionados con la astronáutica. Salvo un par de excepciones o tres, ninguno de estos artículos había sido publicado en mi web o blog anteriormente.

Se trata de un libro en cierto modo comparable al primero, “Historia y Tecnología de la Exploración Espacial”, tanto por la amplitud de temas cubiertos, como por la especial importancia de su contenido técnico (siempre a nivel divulgativo, accesible y ameno). En este libro, como en aquel primero, se tratan temas tanto de mecánica orbital (puesta en órbita de vehículos, viajes interplanetarios, asistencias gravitatorias, etc) como de ingeniería aeroespacial (cómo funcionan diversos sistemas de los vehículos espaciales, por ejemplo). Pero aunque pueda haber similitud en algunos de los contenidos, muchos otros son completamente nuevos: por ejemplo, se incluyen muchos artículos de “curiosidades”, anécdotas y aspectos a menudo poco conocidos del mundo de la astronáutica. Y, como es habitual en mis libros, el texto se complementa con casi 150 fotografías y croquis, para una extensión total de 467 páginas.

Pero probablemente la mayor novedad del libro está en su edición y distribución:

Para empezar, este libro se publica únicamente en formato electrónico, en cinco formatos diferentes, para poder leer en PC (formato pdf) o en prácticamente cualquier lector de libros electrónicos existente en la actualidad (formatos ePub, mobi, fb2 y lrf). Las 467 páginas comentadas anteriormente corresponden a la versión pdf, editada con un formato similar al de un libro de tamaño medio. Toda la maquetación y edición en los diferentes formatos ha sido pura autoedición: un “yo me lo guiso, yo me lo como”, con muchas horas invertidas, muchos quebraderos de cabeza para aprender “lenguajes” de ebook… y la satisfacción de haber aprendido bastante por el camino. Eso sí, pido benevolencia con los posibles errores que se me hayan escapado en este proceso…

Y la segunda novedad, aparte del formato, es su distribución: descarga totalmente gratuita, y con plena libertad para su posterior redistribución, con las únicas restricciones mínimas impuestas por la licencia Creative Commons del tipo “Attribution-NonCommercial-NoDerivs”, es decir, siempre que se mantenga la atribución al autor, con fines no comerciales, y sin alterar el texto o hacer derivados.

Por último, se ha introducido a través de este libro otra novedad casi a título “experimental”: la posibilidad, completamente libre, de que el lector al que le agrade el libro y lo considere conveniente, pueda contribuir con una compensación directa al autor a través de PayPal. En cierto modo es un experimento, modesto y a pequeña escala, para probar un nuevo esquema de compensación de los derechos de autor en un nuevo entorno en el que el libro electrónico se impone, las editoriales convencionales tienden a perder su sentido, y la libre distribución de contenidos a través de internet es un hecho imparable. Sinceramente, tengo curiosidad por conocer el resultado…

Y en fin, eso es todo. No hay mucho más que decir sobre el libro: es gratis, así que bajadlo, ojead el índice, echadle un vistazo y leedlo si os apetece, y si no, pues a otra cosa. Eso sí, os pido a todos un favor: DIFUNDIDLO. Ayudadme para que cualquier aficionado a estos temas pueda conocer la existencia de este libro gratuito. Comentadlo a vuestros amigos y conocidos, apuntaros a la página del libro en Facebook y compartidla desde la vuestra, votad esta entrada en Menéame… lo que se os ocurra. Pero os pido esa ayudita para difundir esta iniciativa, ya que no dispongo de otros medios para hacerlo. Aquí no hay escaparates, no hay grandes librerías, no hay publicidad, no hay nada… sólo vale el boca a boca. Ayudadme con ello. Al fin y al cabo, se trata de difundir cultura gratis…

21 enero 2011

¿Para qué sirve la ISS? – Segunda parte

En el anterior artículo exponíamos la triste realidad de la Estación Espacial Internacional si la comparábamos con lo que se esperaba de ella y que, aún hoy en día, se sigue esperando oficialmente: que sea un importante laboratorio científico en microgravedad. Lo cierto es que, según indicábamos en la primera parte de este artículo, menos del 7% de las horas de trabajo de la tripulación se dedican en la actualidad a la ciencia. En esta segunda parte exploraremos qué sentido puede tener la ISS si eliminamos el argumento científico.

Aparte de la ciencia…

Sin duda, hay otros beneficios derivados de la construcción y la presencia de una estación espacial en órbita terrestre, aunque, como ocurre siempre, lo difícil será evaluar si estos beneficios merecen el dinero invertido. Pero repasemos algunos de ellos.

1. Aprender a operar en el espacio. Sí, parece mentira, pero después de 50 años subiendo al espacio, aún no tenemos claro cómo desenvolvernos en él durante poco más de unas semanas o meses. Las estaciones espaciales siguen dependiendo de aportes periódicos no sólo de consumibles como agua, oxígeno, comida o combustible, sino también de repuestos para aparatos vitales que periódicamente se averían. Hablar de una misión a Marte en estas condiciones, con astronautas que pasarían más de dos años sin recibir ningún suministro de la Tierra, suena aún a utopía. Por otra parte, está claro que todavía no entendemos bien la problemática de vivir en el espacio, como este mismo artículo está dejando patente: queremos hacer ciencia en la ISS y no podemos porque hay que dedicarse a otras cosas que no estaban previstas. Está claro: en cuanto a operatividad en el medio espacial, aún nos queda muchísimo por aprender, y la ISS es un buen campo de pruebas para ello.

2. Estudiar el comportamiento del cuerpo humano en el espacio. Aunque no quede apenas tiempo para realizar experimentos científicos en la estación espacial, lo cierto es que sí hay un experimento que se está llevando a cabo de forma continuada cada vez que una tripulación sube a la órbita terrestre: se trata del análisis del comportamiento del cuerpo humano en el medio espacial. En este sentido, los astronautas son conejillos de indias sometidos al escrutinio de un sector del mundo médico cada vez que suben al espacio. Sin embargo, debemos ser un poco críticos con esto: aunque no tengo conocimientos médicos, y aunque no descarto que la repetición una y otra vez del mismo experimento pueda suministrar de vez en cuando algún resultado interesante, lo cierto es que estamos ante eso, una repetición del mismo experimento sin que cambien las condiciones en las que se lleva a cabo. Llevamos 50 años estudiando el comportamiento del cuerpo humano en el espacio, y lo cierto es que desde los tiempos de la Mir no se ha evolucionado demasiado en este aspecto: los récords de permanencia en el espacio se establecieron en aquella famosa estación rusa, y el tiempo de permanencia de las tripulaciones en la ISS está muy alejado (menos de la mitad) de la duración de aquellas longevas misiones. En estas condiciones, dudo que se esté incrementando apreciablemente el conocimiento médico si la investigación está estancada en unas condiciones de experimentación inamovibles desde hace ya décadas. La ISS nos proporciona el potencial de seguir avanzando en esta investigación, pero parece que por alguna razón no existen grandes motivaciones para hacerlo.

3. Desarrollo tecnológico. ¿Qué significa esto? Pues ni más ni menos que la exploración espacial en su conjunto, y en particular el caso que nos ocupa, la ISS, es una excusa perfecta para seguir avanzando en el desarrollo tecnológico de nuestra sociedad. En otras palabras: que embarcándonos en estos proyectos, nuestras empresas avanzan, aprenden y se desarrollan cada vez más, haciéndose ellas y los países en los que se encuentran más competitivos. Como a menudo nos recuerdan algunos defensores de la actividad espacial, el dinero invertido en esta área (dinero público en su abrumadora mayoría, exceptuando los satélites comerciales y poco más) no es dinero tirado a la basura o a las inmensidades del espacio: es dinero público que va a las empresas para que ellas saquen adelante los proyectos; son las empresas las que fabrican los módulos de la ISS, los equipos que hay en su interior o las naves y lanzadores que la mantienen. Trabajando en estos proyectos, las empresas avanzan, se desarrollan, mantienen puestos de trabajo y enriquecen al país. Por tanto, invertir en el espacio es invertir en nuestras industrias más punteras y en el desarrollo de un sector de alta tecnología que haga al país más competitivo. Todo esto es así, y es cierto. Ahora bien… siendo críticos, esto también lo podríamos conseguir con otros proyectos de alta tecnología que quizás pudieran dar más réditos. Es decir, si bien es cierto que el mero hecho de llevar a cabo un proyecto de estos, aunque el proyecto sea inútil, es útil en sí mismo, siempre será mejor invertir en algo que dé resultados “útiles”, y así ganaremos doblemente. Por lo tanto, este argumento es válido, pero por sí solo no sirve para defender la ISS, la actividad espacial, o cualquier otra actividad que se nos ocurra, porque siempre podrá argumentar alguien que existe otro proyecto igualmente tractor de la industria que pueda tener resultados más positivos.

En resumen: está claro que, aunque la Estación Espacial Internacional no esté dando los resultados científicos esperados, no por ello deja de tener utilidad. Pero esto no debe servirnos de consuelo o de justificación de la triste realidad: que en relación a su función principal (o, al menos, la más anunciada como tal) podemos decir con rotundidad que a día de hoy ha resultado un fracaso. Para investigar 30 horas por semana no necesitábamos un macrocomplejo lleno de módulos laboratorio como la ISS: una pequeña estación como la Mir hubiera sido perfectamente válida para ello… y quizás no me equivoque si aventuro el hecho de que la mayor simplicidad de unas instalaciones más pequeñas reducirían asimismo las horas de mantenimiento, redundando incluso en una mayor producción científica. Y el resto del dinero invertido en el proyecto podría haberse invertido en misiones de exploración interplanetaria, por ejemplo, manteniendo así los réditos antes comentados de cara a la industria y al desarrollo tecnológico en general, con una mayor productividad científica.

En fin, esperemos que esto nos sirva para aprender de cara al futuro y no repetir los mismos errores. Porque hay otra cosa que no debemos olvidar: para poder aprender y avanzar, también hay que equivocarse.

18 enero 2011

A vueltas con el ISBN

Hace unas semanas os anunciaba la próxima publicación de un nuevo libro, que en este caso sería autoeditado. Pues bien, el hecho es que ya lo tengo todo listo a falta de un solo detalle administrativo: el número de ISBN. Ha querido la casualidad que mi solicitud de ISBN coincida con el traspaso de las competencias en esta materia del Ministerio de Cultura a la Federación del Gremio de Editores de España, y me temo que esta coincidencia en el tiempo de mi solicitud con el traspaso pueda suponer un cierto retraso en la adjudicación de este número necesario para la publicación formal del libro. En fin, el caso es que yo ya he realizado la solicitud, tengo el libro listo, y estoy simplemente a la espera de que me hagan entrega del numerito; esperemos que la cosa no se demore demasiado…

El año de Yuri Gagarin

Hace 50 años, el hombre salía por primera vez de la atmósfera terrestre para adentrarse en el vacío del espacio. El 12 de abril de 1961, un ciudadano ruso llamado Yuri Gagarin pasaba a la historia como el primer ser humano en el espacio. El hombre había rebasado la última frontera natural, por primera vez abandonábamos el planeta que nos da la vida. La Humanidad se adentraba en la Era Espacial… aunque eso hoy nos suene un tanto rimbombante.

Hace cuatro años, el 50º aniversario del verdadero inicio de esa era espacial con el lanzamiento del Sputnik, pasó con más pena que gloria, sin apenas repercusión en la opinión pública en general. Para poner un pequeño granito de arena que intente evitar una repetición de esta situación en la conmemoración de 2011, ha nacido la web El año de Yuri Gagarin. Se trata una página elaborada de forma colaborativa dedicada a informar de los eventos que tendrán lugar a lo largo del año para rememorar la primera misión espacial tripulada, y que también servirá para compartir comentarios, artículos y noticias relacionados con la misión y con el tema de la exploración espacial en general.

Cualquier aficionado poseedor de una web personal o un blog puede entrar a formar parte de la Yuriesfera, el conjunto de sitios web que se han unido a esta iniciativa. El único requisito es incluir en tu página el logo de la web de Yuri, y ya podrás participar con tus aportaciones y ver tu página listada como colaboradora. Más detalles para llevar a cabo tu adhesión, aquí.

¡Bienvenidos al año de Yuri!

¿Para qué sirve la ISS? – Primera parte

Es la vieja pregunta. Desde que se pusiera en el espacio su primer componente, hace ya 12 años, han sido bastantes las voces críticas que se han preguntado para qué invertir miles de millones de dólares en un proyecto como éste, sin beneficios claros.

La respuesta casi siempre ha sido la misma, aunque con ligeros cambios con el paso del tiempo: inicialmente, la ISS iba a ser un fantástico laboratorio con condiciones únicas, en el que se desarrollarían nuevos medicamentos y materiales que revolucionarían nuestra vida en la Tierra. Con el paso de los años, cuando este discurso empezó a ser claramente poco creíble dadas las evidencias, se suavizó el mensaje eliminando la absurda parte que convertía la ISS en una fábrica de última generación en órbita terrestre, para dejarlo simplemente en un laboratorio de investigación, manteniendo, eso sí, el mensaje de la importancia de un centro de investigación con unas condiciones de experimentación irrepetibles sobre nuestro planeta.

Entre las protestas de los más críticos y las respuestas grandilocuentes y de contenido cambiante, la realidad era que la ISS poco a poco iba tomando forma. Muy poco a poco, sí, porque los recortes presupuestarios, los problemas con los transbordadores (especialmente el parón en la construcción provocado por el accidente del Columbia) y los problemas y retrasos de todo tipo, la realidad es que la finalización de la estación, que inicialmente estaba planificada para unos pocos años, ha llevado en la práctica más de una década. Doce años durante los cuales la estación ha ido envejeciendo sin ni siquiera estar completada, mientras era ocupada por sucesivas tripulaciones que dedicaban la mayor parte de su tiempo al propio mantenimiento de la estación, y muy poco o casi nada a la experimentación científica para la cual se suponía que se había ideado el complejo.
Esta situación ha sido criticada en ocasiones incluso por los propios astronautas, frustrados a veces por lo infructuoso de su trabajo. Lo cual ya de por sí es noticia; no sólo porque es muy poco frecuente que un astronauta arriesgue su carrera criticando a quien le da de comer, sino también porque, en una profesión tan vocacional, muchas veces la ambición del astronauta medio es subir al espacio sin importarle lo que tenga que hacer allí (esto lo ha confesado en sus memorias algún que otro astronauta norteamericano, comentando que suele ser el sentir general). Por eso, cuando Pavel Vinogradov expresó tan claramente sus críticas al proyecto a la vuelta de su última expedición a la ISS, en 2006, éstas resultaron especialmente relevantes para los que las escuchamos. Aunque, lamentablemente, tuvieran poca repercusión…

De todas formas, para una gran parte de estas críticas ha habido durante años una buena excusa: con tripulaciones de sólo tres miembros (el máximo posible en una estación inconclusa que funcionaba a medio gas) era imposible llevar a cabo un programa de experimentación decente, ya que los astronautas estaban saturados de trabajo simplemente intentando mantener en funcionamiento el complejo. Cuando se aumentase el número de tripulantes hasta el máximo previsto de seis, se decía, la situación cambiaría radicalmente, para bien de la ciencia.

Hubo que esperar hasta mayo de 2009 para que, finalmente, la tripulación de la estación espacial creciera hasta su máximo previsto de seis astronautas. Aunque no eran los siete tripulantes que se preveían en el proyecto inicial, antes de que los recortes presupuestarios obligasen a cancelar cierto número de módulos y vehículos que debían dar soporte al complejo, parecía una tripulación adecuada para que por fin la ciencia llevada a cabo en la estación tuviese un lugar preeminente en las operaciones a bordo.

La dura realidad

A día de hoy, en cambio, la realidad parece ser muy distinta. Año y medio después de que las tripulaciones de la estación crecieran hasta los seis miembros, y con ellas lo hicieran también las expectativas de un trabajo científico digno, nos encontramos con una declaraciones del astronauta Scott Kelly, comandante a bordo de la ISS, donde expresa su confianza en que “Ahora que ya tenemos tripulaciones de seis miembros, vamos a intentar destinar una media de 30 horas a la semana a diferentes investigaciones científicas”. 30 horas por semana repartidas entre toda la tripulación. Impresionante. Para una jornada laboral terrestre típica, esto supondría un 12,5% del tiempo de trabajo dedicado a la ciencia; pero si recordamos que la jornada efectiva de un astronauta es de 12 horas diarias durante seis días por semana, el porcentaje cae hasta un ridículo 6,9% de su tiempo de trabajo dedicado a la ciencia. Si creemos las declaraciones de los que siempre nos han dicho que el fin de la ISS es la investigación científica, deberíamos concluir que estas cifras en manos de cualquier gestor competente significarían el cierre inmediato.

Probablemente hay muchas razones y de relevante peso para que ésta sea la realidad a bordo de la Estación Espacial Internacional, pero ello no es óbice para que presentemos la evidencia de que, como laboratorio de investigación, el proyecto prácticamente se pueda calificar de fracaso. Un complejo en el que se han invertido miles de millones de dólares (no se han publicado datos exactos, pero las estimaciones lo cifran entre los 35.000 y los 160.000 millones de dólares) para dar, doce años después de su arranque, una producción científica de 30 horas semanales, es algo para lo que prácticamente no existen calificativos. Teniendo en cuenta que cualquier investigación moderna requiere miles de horas de trabajo en laboratorio para dar algún fruto, por mínimo que sea… ¿qué podemos esperar de los experimentos realizados en la ISS? Pues me temo que lo que hemos venido viendo hasta ahora: prácticamente nada.

¿Quiere esto decir que el dinero invertido en la estación espacial ha sido dinero tirado a la basura? No, por supuesto. Todo el dinero que se ha invertido en la estación espacial, como cualquier inversión en astronáutica en general, o de forma más amplia en ciencia y tecnología, tiene sus réditos, que luego mencionaremos brevemente. Pero eso no quiere decir que haya sido la forma más efectiva de invertir esos miles de millones. Desde luego, si mantenemos el argumento de la ciencia para justificar la estación, la ruina es evidente: con ese dinero podrían mantenerse decenas de laboratorios terrestres con una producción científica (al menos en horas de investigación) extraordinariamente mayor. Por supuesto estos laboratorios terrestres no podrían nunca realizar los experimentos que se pueden llevar a cabo en la ISS gracias a sus condiciones de microgravedad, pero parece difícilmente justificable que 1 hora de investigación en microgravedad sea más importante que 1000 horas de investigación en la Tierra (la proporción es hipotética, pero no creo estar exagerando en absoluto, si pensamos en lo que se podría hacer en nuestro planeta con el coste de la estación; probablemente me quedo corto).

Está claro que la justificación científica de tener unas instalaciones como las de la Estación Espacial Internacional en órbita terrestre no parece sostenerse en absoluto. La pregunta ahora sería… ¿existe alguna otra justificación para mantener la ISS y una presencia humana continuada en el espacio? ¿O todo esto no es más que un absurdo sinsentido, aunque quede muy bonito en las fotos?

Para no demorar más la publicación de esta entrada, y dado que no tengo demasiado tiempo para escribir últimamente, hablaremos sobre todo esto en una segunda parte de este artículo.

05 enero 2011

Constellation, en estado vegetativo

El programa Constellation agoniza. “¿Pero no había muerto ya?”, os preguntaréis muchos. Bueno, sí… pero no. Parece uno de esos pacientes en coma vegetativo, que se sabe que nunca despertarán pero que muestran una mínima actividad cerebral y se mantienen con vida únicamente gracias las máquinas a las que están conectados, y que la legislación impide desactivar. Pues algo muy, muy parecido es lo que le está pasando al programa Constellation.

Como todos sabéis, el presidente Obama canceló el programa hace ya unos cuantos meses, pero desde entonces se encontró con una fuerte oposición por parte de algunos sectores del Congreso, que se oponían a la pérdida de puestos de trabajo en sus jurisdicciones que supondría la cancelación del programa. De este modo, a pesar de que el presidente había decidido no gastar ni un dólar más en un programa cancelado, estos congresistas se acogieron a triquiñuelas legales para impedir formalmente la cancelación del programa hasta que entrase en vigor un nuevo presupuesto para la NASA aprobado por el Congreso, lo cual debía suceder en octubre del año que acaba de terminar.

Sin embargo, la situación se agravó cuando, llegado el momento, ese mismo Congreso decidió no aprobar un nuevo presupuesto para 2011, sino extender el de 2010 hasta marzo, forzando de hecho a la NASA a mantener activo el programa cancelado por el presidente.

Lo absurdo de la situación es que ahora la NASA se ve obligada a invertir cerca de 500 millones de dólares más en mantener activas durante estos meses las actividades en torno al Ares I y la nave Orión, a pesar de que se sabe que gran parte de este dinero será dinero tirado. Porque si bien la nave Orión puede tener aún alguna esperanza de sobrevivir de alguna forma a su muerte definitiva, aunque sea pasando por un profundo rediseño, lo cierto es que en el Ares I ya no cree nadie.

En un contexto en el que, como expuso claramente la comisión Augustine encargada de analizar la situación de la agencia espacial norteamericana, la NASA no cuenta con un presupuesto suficiente para desarrollar el que debería ser el sustituto del transbordador espacial, que será dado de baja este año, nos encontramos con que parte de ese escaso dinero debe desperdiciarse en mantener artificialmente con vida a un proyecto clínicamente muerto. A qué absurdos nos lleva a menudo la política.

Una niña de 10 años descubre una supernova

Pues sí: la pasada Nochevieja, la canadiense Kathryn Aurora Gray descubría una supernova en la galaxia UGC3378, a unos 240 millones de años luz de distancia, mientras compartía con su padre su mutua afición a la astronomía, con la ayuda de un telescopio y un ordenador desde su propia casa. Poco después, la Royal Astronomic Society de Canadá confirmaba el descubrimiento, lo que convierte a Kathryn en la persona más joven del mundo en realizar un hallazgo científico de este tipo.

Kathryn y su padre se dedicaban desde hacía algún tiempo a la búsqueda de supernovas como hobby, una labor meticulosa consistente en comparar imágenes tomadas del cielo en diferentes fechas, en busca de una nueva estrella que apareciera de repente (labor para la cual Kathryn y su padre se ayudaban de un ordenador). Cuando Kathryn supo hace cosa de un año que una niña de 14 años había descubierto una supernova, decidió que ella también podía hacerlo… y he aquí los resultados.

A ver si animo a mi hija a mirar más al cielo en vez de ver tanto Disney Channel…

Un eclipse solar desde el espacio

Ayer, desde España algunos tuvieron la oportunidad de contemplar un eclipse parcial de Sol. Digo algunos porque en buena parte de la península ibérica estaba nublado, impidiendo su observación. Pero si la observación de un eclipse solar desde la Tierra siempre es un bello espectáculo… ¿qué me decís de esta fotografía del efecto sobre nuestro planeta de un eclipse solar? Impresionante, ¿verdad? La fotografía fue tomada desde la estación espacial Mir el 11 de agosto de 1999. Disfrutadla.

(Gracias, José Manuel, por la foto ;-)