25 febrero 2010

La frase del día: “Una visión sin recursos es una alucinación”

La ha pronunciado el Administrador de la NASA Charles Bolden, y me ha gustado. Ha sido en respuesta a los críticos con la nueva política espacial de la Casa Blanca en forma de presupuestos para la NASA y la consiguiente cancelación del programa Constellation y, con ella, de la “Visión para la Exploración del Espacio” de George W. Bush.

A lo largo de estos años han sido muchos los calificativos dados a la “visión” de Bush por sus críticos, siendo el más habitual el que la tildaba de “visión miope” (calificativo con el que siempre he estado de acuerdo, ya que no era algo con visión a largo plazo en ningún sentido). La frase de Bolden va por otro lado, al no criticar el contenido de la “visión” sino su desarrollo, y es tremendamente explícita: “Una visión sin recursos es una alucinación”.

Totalmente cierto. Como sabéis, las revelaciones que se habían venido conociendo en los últimos tiempos (ya antes de que la comisión Augustine lo examinase a fondo) habían dejado claro que para cuando hubiera Ares I y Orión ya prácticamente no habría estación espacial a la que acudir, y que para cuando hubiera Ares V y módulo de alunizaje muchos de nosotros ya estaríamos disfrutando de la jubilación, con suerte; eso si no habíamos caído antes por el camino (crucemos los dedos…). En esas condiciones, pensar en viajes “a la Luna, Marte y más allá”, como se pregonaba en los primeros tiempos del programa Constellation, era justamente lo que dice Bolden: alucinaciones.

Eso sí, hay que reconocer que la “alucinación miope” de Bush nos permitió soñar por un tiempo. Pero ya lo dijo Calderón de la Barca: los sueños, sueños son.

23 febrero 2010

Estudios raros

Mira que se estudian cosas raras en el mundo. No hay más que ojear los títulos de las tesis doctorales de un año cualquiera en cualquier carrera, o leer noticias en los periódicos sobre estudios de una universidad de Tasmania que confirman que conducir las noches de luna llena mientras se escucha a Shakira aumenta el riesgo de alopecia (es coña, pero seguro que hay algo parecido).

¿Que a qué viene esto? Pues a que me llega un aviso de la ESA de que se ha concluido el estudio cubierto por el contrato nº 21958 con la Universidad de Bremen. Un estudio con el bonito título “Cuantificando la reacción en el aterrizaje de las cucarachas”.

Como desconozco totalmente el tema, no voy a discutir el posible interés del estudio de cara a, por ejemplo, mejorar el descenso de vehículos sobre superficies planetarias. Pero vamos, no me digáis que no es chocante. ¿A que no os imaginabais que la Agencia Espacial Europea tuviera interés en estos bichos?

En fin, ya sé que es una entrada intrascendente, pero me ha llamado la atención. ¡Hasta pronto!

03 febrero 2010

El día después

Estuve tentado a mencionarlo ayer cuando escribí el artículo sobre el nuevo presupuesto-política de la NASA, pero no lo hice porque no lo consideré relevante. Pero tras leer algunas opiniones del otro lado del Atlántico, veo que quizás pueda ser bastante más relevante de lo que yo creía.

Me refiero al hecho de que los presupuestos de la NASA publicados el lunes no debemos darlos por cerrados, y por tanto no debemos dar por cerrada la decisión de cancelación del programa Constellation. Efectivamente, todo presupuesto propuesto por la Casa Blanca debe pasar después por la aprobación del Congreso. Pero no lo mencioné ayer pensando que era poco menos que un trámite del que esperaba, como mucho, algunos ajustes económicos al presupuesto presentado por el lunes por la presidencia. Hoy, tras leer algunos artículos que me han hecho conocer un poco más sobre la forma de hacer política allende los mares, ya no lo tengo tan claro.

Efectivamente, según muchas opiniones Obama puede encontrarse con el rechazo frontal del Congreso cuando presente su nueva política espacial en forma de presupuesto para la NASA. No sólo es de esperar que los republicanos reaccionen en masa contra una iniciativa que pretende echar por tierra un proyecto arrancado por su último presidente, aparte de que intenten aprovechar la ocasión para debilitar aún más frente a la opinión pública a un ya deteriorado Obama, sino que tampoco está asegurado el apoyo de las propias filas demócratas en un país donde la disciplina de voto a la que estamos habituados en Europa se da en muy contadas ocasiones.

Efectivamente, no debemos olvidar que en los Estados Unidos los congresistas están muy ligados a los votantes de sus circunscripciones, que allí los ciudadanos votan pensando en la persona que va a representar sus intereses y los de su región, más que en las siglas anónimas de un partido nacional. Y por ello no sería en absoluto sorprendente que congresistas demócratas de las regiones en las que más puestos de trabajo se verían afectados por la cancelación del Constellation eligieran oponerse a la decisión de su presidente y alinearse con los republicanos. En fin, que según se ve la situación por aquellas tierras y en base también a algunos comentarios procedentes de los propios círculos del parlamento, puede que no todo esté tan claro, podríamos llevarnos alguna sorpresa cuando llegue el momento de votar en el Congreso.

Ahora bien, que nadie eche las campanas al vuelo pensando que esto podría significar la resurrección del a día de hoy muerto programa lunar: un rechazo del Congreso que se opusiese a la cancelación del Constellation podría forzar, en un caso hipotético, que siguiera adelante el desarrollo del Ares I y de la nave Orión. Pero al resto del programa no lo salva ni el Congreso ni nadie. En fin, veremos en qué acaba este largo culebrón del Constellation, pero me temo que, de darse este tipo de luchas en el gobierno, al final quien más saldrá perdiendo será el propio programa espacial.

02 febrero 2010

Vaguedad y contundencia. El futuro de la NASA

Vaguedad y contundencia. Con estas dos palabras en principio tan antagonistas es como se me ocurre definir el resumen del presupuesto de la NASA para los próximos 5 años. Vaguedad llevada al extremo cuando uno lee cosas como “Inversiones significativas y sostenidas en desarrollo de tecnología transformativa y demostraciones de tecnología de vanguardia para perseguir nuevas aproximaciones a la exploración espacial”. (El que haya pillado algo, que me lo diga). Y contundencia, en cambio, cuando se presenta sin ningún tapujo la “cancelación del programa Constellation”, en palabras textuales. Nada de un cambio de objetivos, nada de un cambio de rumbo, nada de un cambio de arquitectura… cancelación, pura y dura, de la totalidad del programa. Así, con claridad, sin ningún tipo de maquillaje ni concesiones a la retórica, para que no quepan dudas.

La “visión” de Bush-hijo termina así como anteriormente lo hiciera la iniciativa similar de Bush-padre o como han terminado muchas otras políticas de exploración espacial desde la finalización del proyecto Apollo: en la papelera. La gran diferencia era que hasta ahora bastaban papeleras normales; en el caso del programa Constellation, necesitarán una gigantesca papelera al tratarse del único de estos megaproyectos que ya contaba con hardware construido, habiéndose llegado incluso a realizar un primer vuelo de pruebas de un prototipo parcial del Ares I. Había que echarle narices (por no decir otra cosa) para cargarse de un plumazo un programa en un estado ya tan avanzado y con tantos millones de dólares invertidos. Pero en el desastroso estado en el que se encontraba el programa probablemente había que hacerlo. Y se ha hecho.

El presupuesto es el reflejo de la respuesta de la Casa Blanca al informe de la Comisión Augustine encargada de examinar la situación actual y hacer propuestas para el futuro del programa espacial norteamericano. Y, aunque a primera vista quizás no lo parezca, se trata de un presupuesto que recoge muchas de las sugerencias realizadas por la comisión. Sin embargo, y esto es lo que más llama la atención, no ha recogido la propuesta más llamativa, la que parecía ser el centro de todo el estudio realizado por el grupo de expertos: no se sustituyen los cohetes Ares I y Ares V del programa Constellation por una nueva arquitectura o filosofía de exploración; simplemente, se cancelan. Nada de Ares V Lite, nada de “opción flexible”, nada de grandes planes para el futuro. Se recogen las recomendaciones de la comisión que para muchos quedaban semiocultas entre las más llamativas propuestas del informe: el énfasis en el desarrollo de nuevas tecnologías y la expresión de la voluntad de buscar más en profundidad la colaboración internacional para nuevos proyectos (esto es poco más que una mera declaración de intenciones vacía). Esto, y la recomendación de apoyarse en el sector comercial para dar apoyo a las actividades tripuladas en el espacio es lo que se recoge del informe Augustine. Todas las elucubraciones sobre los nuevos cohetes que utilizará la NASA se quedan en… nada.

En el pequeño círculo que formamos los aficionados y los directamente involucrados en las actividades de la NASA las reacciones han sido múltiples y, en general, tremendamente negativas. Fuera de este pequeño círculo, por lo demás, el mundo sigue su curso y la gente de a pie ni se ha enterado… ni le importa.

Lo que podría resultar tremendamente curioso si se analiza con frialdad es que las reacciones sean tan negativas cuando se publica un presupuesto que aumenta la asignación económica a la NASA para los próximos 5 años en 6000 millones de dólares. En una etapa de crisis económica, el presupuesto de la NASA no sólo no disminuye, sino que aumenta. Pero sin embargo, su programa estrella ha sido cancelado. Para la mayor parte de los entusiastas del espacio, y para todos los involucrados en el programa Constellation que verán desaparecer no sólo su bonito proyecto sino también en muchos casos su puesto de trabajo, todo lo demás no importa.

La reacción es lógica, y no por esperada esta decisión deja de ser un jarro de agua fría para todos los que esperábamos poder ver algún día al hombre “hacer cosas de verdad” en el espacio, al igual que lo vieron nuestros padres a finales de la década de los 60. Y es que daba igual que en el fondo a algunos el programa Constellation nos hubiera parecido un planteamiento equivocado desde sus comienzos: una cosa es el corazón y otra la razón. Y si bien la razón nos decía a muchos que era absurdo empeñarse en volver a la Luna sin motivo, el corazón estaba emocionado por la lejana posibilidad de que pudiese hacerse realidad. Lejana, sí, porque como no me he cansado de repetir en este blog desde el discurso de Bush de enero de 2004, siempre ha estado por ver que realmente el programa Constellation llegase más allá de la órbita terrestre, a pesar de sus intenciones. La posibilidad de que ocurriera algo parecido a lo que finalmente ha ocurrido ha estado muy presente desde el mismo discurso de George Bush, porque realmente nunca ha habido ningún motivo sólido respaldando a este programa más allá de las palabras de un presidente y el entusiasmo de un pequeño grupo de aficionados. Pero también es cierto que pocos esperábamos a estas alturas un portazo tan rotundo.

Ésa ha sido realmente para mí la única pequeña sorpresa del presupuesto de la NASA recién publicado, que es otra forma de decir “la decisión tomada por la Administración Obama para el futuro de la NASA”, ya que el presupuesto no es sólo una asignación económica, sino una declaración de la política a seguir por la agencia en los próximos 5 años. La sorpresa ha sido el completo desmantelamiento del programa Constellation y la declaración sin ambages de este punto; mientras los más optimistas esperaban una directa adhesión a alguna de las propuestas de la comisión Augustine, como la declaración de construir un Ares V Lite en vez de un Ares V o de perseguir la “opción flexible” en lugar del viaje a la Luna, los más pesimistas (¿o realistas?) esperábamos una respuesta ambigua en la que se cambiase la arquitectura a utilizar para el envío de astronautas a la órbita terrestre y se dejase el resto abierto para el futuro. Es decir, yo esperaba que se construyese la nave Orión y que se fabricase algún lanzador para enviarla al espacio, fuese de tipo comercial como recomendaba la comisión, o fuese el propio Ares I dado el avanzado estado de su desarrollo a día de hoy. Respecto al resto, no tenía la más mínima esperanza, pero al menos contaba con esto. La sorpresa ha sido que ni esto se mantiene.

Efectivamente, cuando se dice que se cancela el proyecto Constellation es que se cancela todo lo que abarcaba el proyecto Constellation. Ni Ares I, ni Ares V, ni Orión. Ni Luna, ni asteroides, ni etéreos puntos de Lagrange. No digamos ya Marte y derivados… Ni módulos de descenso, ni módulos vivienda para la superficie de la Luna, ni rovers para desplazarse de un sitio a otro por nuestro satélite. Nada, del contenido del proyecto Constellation no queda nada. Cero. Desde hoy, se quedó en los sueños, quizás algo megalomaníacos, de Bush-hijo y del entusiasta y polémico Michael Griffin, además de en las esperanzas de miles de aficionados a nivel mundial (triste tener que decir miles, y no millones).

Vale, olvidémonos de que un frío 14 de enero de 2004 Bush nos dejaba boquiabiertos con unas declaraciones grandilocuentes para el futuro de la NASA. Vale, todo fue un sueño, borrémoslo. Pero entonces… ¿ahora qué? Bien, podríamos decir que más de lo mismo, pero es que no puede ser más de lo mismo: el Shuttle se acaba. El transbordador tiene los días contados, su retiro se debía producir este mismo año y como mucho se retrasará a comienzos del año próximo si los imprevistos impidieran terminar en 2010 las cinco misiones que tiene asignadas, pero después… se acabó. Los Estados Unidos se quedarán sin vehículo para subir a sus astronautas al espacio. Serán una potencia espacial sin nave espacial. Esto es lo que en principio significa que ni siquiera se mantenga el desarrollo de la nave Orión. Sorprendente.

Aunque más que sorprendente quizás deberíamos decir osado. Porque lo cierto es que no se renuncia explícitamente a disponer de un vehículo de transporte de tripulaciones, sino que se decide pasar este desarrollo a la industria privada. E incluso eso se hace sin objetivos claros: es posible que los detalles se establezcan en futuros contratos o peticiones de oferta, pero por ahora no hay fecha establecida ni requisitos fijados para un vehículo de estas características. Se establece que se subcontratará a la industria privada, y se asigna un presupuesto, pero poco más. Se reconoce así indirectamente que habrá que hacer un vehículo, pero cuál, cómo y para cuándo es algo que queda en el aire. Y se tira a la basura todo lo que se había hecho alrededor de la nave Orión, en lugar de intentar adaptarla a un nuevo lanzador, como muchos esperábamos. ¿Por qué? Es innegable que la Orión tenía problemas, que se venían mostrando al exterior los últimos años en forma de imparable sobrepeso. Intuyo que estos problemas unidos a un diseño y tamaño que probablemente se contemplen ahora como exagerados para simplemente subir hombres a 400 km de altura habrán podido ser las causas de esta cancelación. Pero como decía, su abandono ha sido quizás lo más sorprendente… y osado.

En el fondo, algo parecido ocurre con el lanzador: se pasa a la industria privada, pero no hay más datos. Supongo que ahora le toca a la NASA hacer su trabajo, establecer especificaciones y términos para las peticiones de oferta que deberá lanzar a la industria para la realización tanto del vehículo como de su lanzador. Puesta a cero de nuevo, volver a empezar. Y todo esto, con el Shuttle a un año de dejar de volar. No me gustaría estar en el pellejo de los astronautas norteamericanos en estos momentos: más les vale empezar a buscar dónde dar conferencias. Aunque, como dijo Bogart, “siempre nos quedará Moscú” (bueno, más o menos). Señores de Energiya, denle a la manivela de fabricar Soyuzes, parece que van a hacer falta…

En fin, ¿qué sacamos en claro, finalmente, de esta nueva política-presupuesto de la NASA, siendo objetivos? Primero, se abandona por parte de la agencia el desarrollo de vehículos tripulados y lanzadores, actividades que se derivan a la empresa privada. La NASA no sólo subcontratará la fabricación de ambos (cosa que, en realidad, habían hecho siempre) sino que ahora se subcontratan los servicios; no se pide que nos fabriquen un coche para comprarlo, se pide que nos preparen un taxi para llamarlo cuando lo necesitemos. Un cambio revolucionario en la forma de trabajar.

Por supuesto, se decide mantener la ISS al menos hasta 2020; abandonarla justo cuando se acababa de terminar era absurdo e indefendible, y no creo que nadie en su sano juicio se lo plantease como una opción realista. Por lo demás, se habla de incrementar las actividades científicas y de exploración no tripulada del espacio, así como las inversiones en investigación aeronáutica. En el fondo, una vuelta a la NASA pre-Bush, antes de que todas estas actividades sufrieran un severo recorte presupuestario para derivar fondos al programa Constellation. Se hace también especial hincapié en el desarrollo de nuevas tecnologías de diferente tipo (propulsión, repostaje en órbita y otras) que puedan resultar de utilidad para una futura exploración espacial más eficiente y efectiva (los estudios dirigidos hacia futuros lanzadores pesados también entran aquí, de forma algo vaga). Lo malo de estas declaraciones es que suelen resultar demasiado indefinidas, e incluso una vez puestas en marcha, a menudo son actividades que terminan perdiéndose en vagas elucubraciones que consumen presupuesto año tras año sin grandes resultados y sin objetivos concretos salvo que se gestionen muy bien, que no es fácil. Pero sin duda se trataba de algo necesario, y de algo que vengo repitiendo desde que empecé a escribir sobre estos temas: para llegar a una exploración espacial tripulada eficaz y continuada debemos centrarnos antes en el desarrollo de nuevas tecnologías e investigación de base que nos permitan solucionar los grandes problemas que hoy impiden que este sueño se lleve realmente a cabo; específicamente, buscar la solución (o al menos algún paliativo) al grave problema de los elevados costes de acceso al espacio, entre muchas otras investigaciones igualmente necesarias. Lo malo es que se trata de un proceso lento y nada vistoso, pero es la única forma de que algún día nuestros nietos puedan llegar a ver aquello con lo que nosotros soñamos: fotos del hombre sobre otro cuerpo del Sistema Solar que no daten del siglo pasado.

En fin, quitémonos la venda de los ojos. La vida sigue, y en el fondo ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. Ha habido alguna sorpresa adicional por ese osado y arriesgado cambio de rumbo que supone derivar una gran responsabilidad del programa espacial norteamericano a la empresa privada (algo que en el fondo tampoco es tanta sorpresa, porque era una posibilidad conocida), pero poco más. En el fondo, la novedad es más bien un cambio de gestión y administrativo, aunque sin duda pueda tener consecuencias operativas si sale mal. Pero el resto era algo que estaba cantado hace tiempo, por mucho que nos duela reconocerlo. Y es que a todos nos habría gustado ver a un astronauta dando saltitos sobre la Luna. Aunque en el fondo supiéramos que no tenía demasiado sentido…

Para los interesados, aquí van los enlaces a la información más relevante:

El resumen del presupuesto
El discurso del Administrador Bolden explicándolo