24 diciembre 2009

Según un juez español, el derecho de libertad de prensa no cubre a Internet

Los que me seguís hace tiempo sabéis que, aunque suelo tratar bastantes temas de política espacial desde un punto de vista de opinión, no suelo meterme en otros temas de política general, que considero al margen de la temática de este blog. Sin embargo, al igual que hice con la denuncia del recorte de la inversión estatal en I+D, hoy volveré a hacer una excepción para tocar un tema que creo que nos incumbe directamente a todos los que escribimos en Internet.

Y es que, según una sentencia del juez Ricardo Rodríguez Fernández, Internet no es un medio de comunicación social, y por tanto no está cubierto por el artículo 20 de la Constitución Española, relativo a la libertad de expresión y de prensa. Cito textualmente una parte del artículo publicado hoy por El País sobre este tema:

La resolución siembra dudas sobre el encaje constitucional de los medios digitales, cuya labor informativa no estaría amparada por la protección que otorga el derecho fundamental a la información, según la sentencia. El artículo 20 de la Constitución define ese derecho como la facultad de "comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión". Sin embargo, la protección constitucional de ese derecho "se refiere a los medios de comunicación social" entre los que la sentencia cita expresamente "la televisión, la radio o la prensa escrita". Internet no entraría en esta categoría y por lo tanto no merecería esa consideración porque, según el magistrado, "no es un medio de comunicación social en sentido estricto, sino universal".

Independientemente del resto de la sentencia, que condena a dos periodistas por destapar unos casos de corrupción política, me parece extremadamente grave lo expresado acerca de la no cobertura de la libertad de información y de expresión en Internet. Se supone que España es un estado democrático de derecho, pero tras leer estas palabras uno se pregunta qué nos diferencia de China. Sinceramente, espero que el recurso a esta sentencia ponga las cosas en su sitio de forma tajante, porque si no, cualquiera de los que nos sentimos libres para decir lo que pensamos desde esta magnífica plataforma que es Internet podríamos acabar un día entre rejas. ¿Surrealista? ¿Tercermundista? Más bien, simplemente vergonzoso.

Lo dicho, felices fiestas, aunque cosas como éstas intenten amargárnoslas.

¡Felices fiestas!

Aunque últimamente haya tenido el blog algo abandonado, no podía dejar de pasarme por aquí para desearos a todos unas felices fiestas. ¡Nos vemos en 2010!

22 diciembre 2009

California se sube al carro de la energía solar desde el espacio

Ya son dos los gobiernos que anuncian públicamente su apuesta por la energía eléctrica producida en el espacio. Primero fue el gobierno de Japón, y ahora se suma el del estado norteamericano de California, líder de los Estados Unidos en energías renovables. Y esta vez, frente a la poco más que declaración de intenciones del gobierno japonés, el estado gobernado por el ex-culturista y ex-actor de origen austriaco Schwarzenegger lo hace con hechos concretos.

El pasado 3 de diciembre el estado de California publicaba una resolución por la cual se aprobaba un acuerdo de compra de energía entre la compañía eléctrica PG&E (Pacific Gas and Electric Company) y Solaren Corporation, mediante el cual PG&E se comprometía a comprar la energía generada por una planta productora de 200 Mw durante un periodo de 15 años. Lo novedoso del acuerdo es que esta planta generadora estará localizada en el espacio exterior.

Pocos más detalles se conocen del proyecto, excepto que los satélites encargados de producir la energía por medio de placas fotovoltaicas estarán situados en órbita geoestacionaria, y que la fecha de inicio de las operaciones está prevista para junio de 2016. La estación receptora estará ubicada en Fresno, California. En cuanto al coste del acuerdo, que realmente es la clave del asunto… es confidencial.

El proyecto está todavía clasificado como experimental, lo que nos hace suponer que se puede estar asumiendo que la energía generada pueda ser aún más cara de lo que costaría producirla en la Tierra por medios convencionales. Pero no por ello el anuncio deja de ser sorprendente, ya que cuando empresas privadas se embarcan en un proyecto como éste, por muy experimental que sea, es porque tienen fundadas esperanzas de que pueda convertirse en algo rentable en un plazo razonable. Esto es lo verdaderamente chocante, ya que la opinión generalizada hasta ahora era que estas iniciativas, debido a las enormes satélites que sería preciso poner en órbita, no serían rentables en tanto no se redujeran sensiblemente los costes de lanzamiento y fabricación de este tipo de vehículos. ¿Sabe la gente de Solaren algo que no sabemos los demás, son excesivamente optimistas, o éramos el resto los que estábamos siendo excesivamente pesimistas? Veremos…

La compañía Solaren, fundada por antiguos técnicos de gigantes aeroespaciales como Hughes Aircraft, Boeing o Lockheed, va camino de convertirse así en la primera empresa en explotar comercialmente la energía solar generada en el espacio. Para llevarlo a cabo, utilizarán una tecnología patentada por ellos, consistente en extender un espejo colector de luz solar de un kilómetro cuadrado (fabricado en mylar, una lámina de plástico reflectante) que enviará la luz recogida a otro espejo de menor tamaño, que a su vez la enviará finalmente a las placas fotovoltaicas. Teóricamente, este sistema permite concentrar mucha más energía solar en una superficie de placa fotovoltaica mucho menor que la habitual, reduciendo así significativamente el coste y el peso del sistema. Puede que éste sea el as en la manga de Solaren para hacer de la energía solar espacial una solución viable para nuestros problemas energéticos. Aún así, los ejecutivos de Solaren reconocen que su planta espacial será aún más cara que una planta fotovoltaica de potencia equivalente construida sobre la superficie terrestre; pero si han decidido invertir en ello, sospecho que ven la posibilidad de reducir este diferencial en un futuro más o menos próximo. Ojalá acierten.

(Gracias a Richi, lector de este blog, por ponerme sobre aviso de esta noticia)

NOTA: La imagen que ilustra este artículo NO corresponde al proyecto de Solaren.

16 noviembre 2009

Sobre el informe Augustine

Hace ya casi tres semanas que os debo una entrada sobre mis impresiones tras leerme el informe completo de la Comisión Augustine encargada de estudiar el futuro del programa espacial tripulado norteamericano. La verdad es que entre que tardé un tiempo en leerlo y que luego anduve un poco liado y dejé el blog algo abandonado, el tiempo ha ido pasando sin que escribiera la entrada prometida. Pero bueno, como lo prometido es deuda, aunque a estas alturas ya parezca un poco desfasado (sólo en apariencia, porque lo cierto es que nada ha cambiado en este tiempo), aquí va una breve reseña al respecto.

La verdad es que el nuevo informe no aporta nada realmente nuevo sobre lo ya publicado en el informe preliminar. Simplemente lo complementa y lo pone en contexto, que es importante, pero el fondo no cambia. Lo que sí ha cambiado es mi impresión: el informe definitivo sí desprende la sensación de informe bien hecho, sí rellena todas las lagunas que se planteaban en el informe previo. Sigue sin ser el informe ideal para decidir entre varias opciones: para eso tendría que ser más directo, esquemático y visual, con más tablas y gráficos; pero es que va dirigido a políticos, no a técnicos, así que es normal. De todas formas, sí da datos suficientes (aunque obliguen a una farragosa lectura; eso es lo peor, teniendo en cuenta que quienes leen estas cosas suelen buscar el resumen) para poder analizar las ventajas y desventajas relativas de cada opción presentada, aunque lo haga siempre de forma más cualitativa que cuantitativa. En este sentido, el informe también deja entrever cuál es la opción recomendada por la comisión, aunque no se presente así en ningún momento.

En cuanto a estrategias de exploración, el informe parece dejar claro que recomienda (sin decirlo) la opción “flexible”; es decir, no centrarse en ir a la Luna, sino en hacer un sistema que permita ir realizando misiones “más baratas”, como visitas a asteroides, a los puntos de Lagrange, o sobrevuelos lunares o marcianos, que puedan ir extendiéndose en el futuro con nuevos módulos que permitan alunizajes o amartizajes, por ejemplo. La verdad es que suena bastante razonable, aunque no sé yo si de cara a la opinión pública es muy vendible que unos astronautas lleguen al punto “L2” del espacio, un punto “en medio de la nada”, y vuelvan sin hacer nada más; algo mejor es acercarse a un asteroide y hacerle un par de fotos, pero creo que lo de mostrar astronautas dando saltitos por la Luna es definitivamente más vistoso. Como casi siempre, tenemos aquí la dualidad ciencia-política…

En cuanto a las arquitecturas de lanzadores, esas famosas opciones que ya quedaron delineadas en el informe preliminar, es quizás la parte del informe donde más se amplía la información, rellenando bastantes lagunas y respondiendo bastantes dudas que surgían cuando se leía el esquemático sumario publicado unas semanas antes. Pero además de esto, que ya es importante, y de la aportación de datos cualitativos que permiten comparar unas opciones con otras en referencia a determinados parámetros, también se aportan datos nuevos que no aparecían en el informe previo. Por ejemplo, uno de los que me llamó la atención fue el descarte de la opción Delta IV Heavy o similares para lanzar la nave Orión, frente al Ares I actual. Ésta era una de las opciones de las que más se habló en el último año (o par de años) como alternativa lógica, rápida y económica al Ares I: la adaptación de este lanzador pesado de Boeing, actualmente operado por la Fuerza Aérea, para enviar al espacio la nueva nave tripulada norteamericana. Parecía que el informe preliminar, con su opción de lanzar la Orión por medio de lanzadores comerciales, pudiera incluir esta posibilidad de usar el Delta IV Heavy, pero ahora queda claro que no: este lanzador queda descartado por la comisión, al considerar que en estos momentos no tendría ventaja de plazo o coste sobre la continuación con el Ares I, el resultado sería similar, y por tanto no merece la pena. Ojo, que eso tiene una doble lectura: si hacer el cambio en estos momentos, con un Ares I ya bastante avanzado en su desarrollo, daría como resultado plazos y costes equivalentes, eso quiere decir que de haberse elegido el Delta IV Heavy en un principio hubiera sido más rápido y barato. Pero en fin, no es momento de mirar al pasado…

Por tanto, la opción “comercial” presentada por la comisión, se entiende que requeriría la introducción de un nuevo lanzador. Lo que sí deja claro el informe es que la opción comercial no significa confiar en pequeñas empresas sin experiencia, sino que aquí entran gigantes como Lockheed o Boeing, entre otros; esto parece una perogrullada, pero no lo es, porque muy interesadamente los defensores de un lanzador puramente NASA habían querido centrar la opción comercial en los desarrollos del programa COTS, donde pequeñas empresas están dando sus primeros pasos en la arena espacial, con un riesgo asociado considerable. El informe recuerda que estos no son más que los últimos llegados a la arena comercial, pero que las grandes empresas aeroespaciales norteamericanas también son entes comerciales, y de hecho han estado involucradas en el desarrollo de los lanzadores de la NASA desde sus orígenes. Así que la opción “comercial” bien podría significar el uso de lanzadores de estos grandes fabricantes. Algo que, aunque en el fondo siempre fue evidente, algunos no querían que se viera así.

Pocas más novedades reales hay, excepto la comparativa entre opciones. Recordemos que había dos grandes grupos básicos de opciones: aquellas que entraban en el presupuesto asignado para los próximos años, y aquellas que requerían un “pequeño” incremento en dicho presupuesto. La comisión había llegado a la conclusión de que con el presupuesto actual poco se podía hacer que tuviera verdadera relevancia (es decir, ir más allá de la órbita terrestre), así que sintieron la necesidad de presentar opciones “verdaderamente atractivas” aunque se salieran de los límites que les había impuesto previamente la Casa Blanca.

Entre las opciones “dentro del presupuesto” recordaréis que sólo había dos: la opción 1, que era seguir con el programa Constellation en su arquitectura actual (Ares I y Ares V), y que obligaba a abandonar la ISS en 2015 (porque el dinero no daba para más); y la opción 2, que permitía alargar la vida de la ISS hasta 2020, cambiando el Ares I por servicios comerciales para el envío de astronautas a la órbita terrestre, y el Ares V por una versión reducida del mismo llamada Ares V “Lite”. Eso sí, con ninguna de estas opciones había dinero para enviar a los astronautas a ningún sitio hasta bastante más allá de 2020.

Ya dijimos cuando se publicó el informe preliminar que la opción 1 estaba claramente muerta, pues nadie en su sano juicio abandonaría la ISS justo después de terminarla. Y ahora, el informe definitivo, lo deja claro: en la comparativa, la opción 2 gana a la 1 por goleada. Eso sí, recordemos que el informe sólo es eso, un informe, la elección de una opción u otra la realizará el presidente a su criterio (y el de sus asesores).

Entre las opciones “fuera del presupuesto” había 6 variantes, 3 centradas en la estrategia de ir a la Luna (opciones 3, 4A y 4B), y 3 centradas en la estrategia “flexible” o posibilidad de ir a varios sitios, pudiéndose empezar por misiones “baratas” para ir añadiendo complejidad con el tiempo (opciones 5A, 5B y 5C).

De las opciones “lunares”, la primera (3) es la versión actual del programa Constellation, abandonando la ISS en 2015 (de nuevo, impensable); tanto la 4A como la 4B mantendrían la ISS hasta 2020 y confiarían en servicios comerciales para acceder a la órbita terrestre, diferenciándose entre ellas en el lanzador pesado que usarían para misiones de espacio profundo: el Ares V Lite en la opción 4A, o un derivado del Shuttle en la 4B. Pues bien, la comparativa deja claramente fuera a la opción 3, al presentarla como inferior a las otras dos en prácticamente todos los parámetros comparados; y de las otras dos, la 4A aparece como ligeramente superior a la 4B, aunque no excesivamente.

En cuanto a las opciones “flexibles”, todas contemplan el mantenimiento de la ISS hasta 2020, y todas se basan en el uso de servicios comerciales para acceder a la órbita terrestre. En cuanto a lanzadores pesados a utilizar, la 5A usaría el Ares V Lite, la 5B un derivado de un lanzador comercial, y la 5C un derivado del Shuttle. La comparativa en este caso no muestra un claro ganador, destacando unas opciones ligeramente en algunos parámetros, y otras en otros. Quizás únicamente la 5C aparezca como un poquito inferior a las otras dos.

Y, por último, se hace una comparativa entre una opción “representativa” de cada grupo (lo de “representativa” indica por dónde van las preferencias de la comisión: la 4A en el primer grupo, y la 5A en el segundo, ambas basadas en la combinación comercial+Ares V Lite). De esta comparativa, realizada frente a la opción 3 (Constellation), el programa actual sale claramente derrotado, siendo la opción 5A la vencedora y quedando la 4A en una posición intermedia.

De esta forma, queda claro que la recomendación solapada de la comisión Augustine es la de abandonar la estrategia lunar por una estrategia de objetivos flexibles de exploración (empezando con objetivos más modestos, de sobrevuelo, antes de llevar a cabo misiones de descenso sobre otros cuerpos celestes), y de basar la arquitectura de lanzadores en un Ares V Lite (versión ligeramente reducida del Ares V actualmente planteado). El Ares I sería borrado para siempre de la historia de la NASA, y los servicios de envío de astronautas a la órbita terrestre serían transferidos a empresas comerciales. Ésa es la apuesta de la comisión. Ahora, la Casa Blanca tiene la palabra.

Hay alguna otra cosilla del informe que me ha resultado interesante, aunque ha sido algo ajeno a este gran debate sobre el futuro del programa espacial tripulado norteamericano. En una futura entrada hablaré sobre ello.

Agua en la Luna

No es que tenga mucho que añadir, pero se le está dando tanto bombo que al final habrá que decir algo… Pues sí, parece que hay agua en la Luna. Pero no, no se ha encontrado ningún río, ni ningún lago. Ni siquiera un charco. Por ahora, todo lo que sabemos, es que hay moléculas de agua, y que posiblemente en lugares muy concretos exista algo de escarcha o hielo. Punto.

De hecho, esto ya se había anunciado unas semanas atrás, a partir de datos registrados por la sonda india Chandrayaan-1. Desde su órbita alrededor de la Luna, la Chandrayaan había observado con un espectrómetro la “firma” inconfundible del agua sobre la superficie lunar. Claro que todo parecía limitarse a unas cuantas moléculas, que se formarían por la interacción de partículas de hidrógeno del viento solar con los materiales de la superficie lunar. Nada que nos permitiera poner una fuente o cavar un pozo para saciar la sed de futuros exploradores…

Ahora, el re-descubrimiento de lo que ya se había descubierto ha venido por otro camino: el análisis de los materiales levantados por el impacto de la sonda LCROSS sobre la superficie lunar al final de su vida útil, el pasado 9 de octubre.

La LCROSS se hizo impactar sobre uno de los lugares de la Luna donde más se ha buscado agua en los últimos años: en la zona de sombras perpetuas de un cráter situado en el polo sur de nuestro satélite. Desde hace tiempo se sospecha que podría existir cierta cantidad de agua en forma de hielo o escarcha en esas zonas donde nunca llega la luz del Sol. De hecho, desde la década de los 90 ha habido sondas alrededor de la Luna que han tenido entre sus principales objetivos la búsqueda de esta hipotética agua helada en las zonas de sombra de los polos lunares; y, aunque en ocasiones se habían detectado posibles indicios, nunca hasta ahora se había obtenido ninguna prueba concluyente. En este caso, en cambio, los análisis de los desechos levantados por el impacto de la LCROSS (y de la última etapa, Centaur, de su lanzador, que seguía la misma trayectoria) han confirmado que hay agua. ¿Cuánta? Eso es lo que por ahora nadie puede decir. Sí parece claro que en este caso es bastante más que las moléculas dispersas que se habían detectado con anterioridad, por lo que podríamos estar ante el descubrimiento de un poquillo de escarcha superficial, o incluso de alguna lámina de hielo. Que sea en cantidades lo suficientemente significativas como para que pueda llegar a ser aprovechable por misiones futuras, es imposible decirlo por ahora.

Y eso es todo. Una noticia que, si bien tiene su interés, sin duda, no es el revolucionario descubrimiento que pudiera parecer si uno se deja llevar por el impacto que ha tenido en los medios. Al menos, de momento no hay datos para pensar que lo es, y tampoco se puede decir que haya sido una sorpresa, ya que, como decíamos, en el fondo se buscaba probar lo que ya se sospechaba hace tiempo. En cambio, uno ya empieza a leer titulares como “En la Luna hay agua suficiente para bañarse” o a oír chorradas en sesudos debates radiofónicos y similares donde algunos de esos tertulianos-expertos-en-todo ya hablan de que si hay agua hay vida, etc, etc. Ya estamos sacando los pies del tiesto por lo que posiblemente no pase de anécdota científica… Aunque bien es cierto que siempre son bienvenidas este tipo de publicidades para el tan olvidado mundillo científico. (Imagen: NASA)

13 noviembre 2009

Japón apuesta por la energía solar… desde el espacio

Es como el Santo Grial de la energía en los últimos años, después del entusiasmo inicial por la fusión nuclear (hoy aún muy lejana a nivel comercial) o por la fusión fría (esa anunciada revolución energética que nadie pudo nunca reproducir). Ahora, la promesa energética del futuro próximo es la generación de energía eléctrica en el espacio a través de placas solares, con su posterior envío a la Tierra a través de enlaces de microondas.

La idea tiene unos cuantos años, aunque lo cierto es que últimamente los defensores de esta forma de generar energía han empezado a armar bastante ruido, consiguiendo hacer conocida a nivel popular esta promesa energética. Aunque en principio el concepto no se diferenciaría mucho de la generación energética que ya conocemos a través de placas solares fotovoltaicas, presenta la ventaja frente a las placas terrestres de una mayor eficiencia, por contar con más horas de iluminación (buscando la órbita adecuada se podría llegar a una iluminación casi ininterrumpida) y con una mayor intensidad de la radiación solar, al eliminarse el filtro impuesto por la atmósfera. Y, por supuesto, sin tener que preocuparse por los días con mal tiempo…

Los inconvenientes se encuentran en dos aspectos principales: por una parte, la transmisión de la energía generada, aunque ya se han llegado a realizar experimentos en tierra que validan el concepto (aunque siempre con potencias muy inferiores a las que se utilizarían en caso de poner la idea en funcionamiento). Y, por otra parte, el mayor inconveniente está en el coste de la instalación: la fabricación y puesta en órbita de los enormes satélites encargados de generar la energía en el espacio hacen que esta idea a día de hoy sea prácticamente inviable económicamente, más que nada por el coste de lanzamiento.

De hecho, éste es uno de los argumentos más utilizados por aquellos que propugnan el desarrollo de nuevos lanzadores reutilizables (a menudo bajo el concepto “avión espacial”) que deberían reducir significativamente el coste de acceso al espacio; como digo, los defensores de estos sistemas a menudo aluden a la generación de energía solar en órbita como una de las tecnologías que serían posibles gracias a la introducción de esa nueva generación de lanzadores de bajo coste. Pero todo esto, a día de hoy, no son más que palabras.

Por eso, me ha sorprendido encontrarme con unas declaraciones que, aunque por ahora tampoco pasan de palabras, sí parecen contar con un respaldo más sólido que el que tenía todo lo oído hasta ahora. Me refiero al plan del gobierno japonés de poner en marcha un proyecto encaminado a obtener energía eléctrica solar espacial a partir de 2030. Y para ello, los ministros japoneses de Ciencia y de Economía han anunciado la creación de un consorcio de empresas dedicado a la investigación en este ámbito. Entre las empresas involucradas hay gigantes como Fujitsu, Mitsubishi Heavy Industries, NEC o Sharp.

La verdad es que todo esto no quiere decir mucho en el fondo, todo podría quedarse en una serie de estudios sobre papel y poco más. Pero es significativo que un gobierno como el de Japón ya empiece a interesarse tan seriamente por este tema. Quién sabe, quizás la generación de electricidad desde el espacio no esté tan lejos como podríamos pensar… Aunque la realidad no cambia: mientras no tengamos un sistema capaz de abaratar muy significativamente el envío de grandes cargas al espacio, de poco sirve desarrollar las tecnologías de generación de energía espacial: si el kilowatio generado sale a precio de oro, esa energía estará muerta antes de nacer. Pero bueno, por algo se empieza…

12 noviembre 2009

Griffin, en la Politécnica de Cataluña

Da gusto ver cómo ganan dinero ciertas personas cuando se retiran a base de dar conferencias. Griffin, Aznar, Al Gore… vale que algunos tienen algo más que decir que otros, pero en general todos se llevan una pasta por charlar un rato. Ahora, Griffin va a dar una charla en la Universidad Politécnica de Cataluña al “módico” precio de 650 euros por asistente; ah, y eso incluye el café del descanso, un chollo. Lástima que me pille un poco lejos y se me salga un pelín del presupuesto, que tendría su morbo ver a Griffin después de todo lo que le he criticado en este blog…

Qué tiempos aquellos en los que Miki (ya va siendo hora de tutearnos, ¿no?) iba soltando una perla detrás de otra durante su estancia en la NASA, dándonos montones de material para debatir, criticar, o simplemente ironizar en este blog. Qué pena haber vuelto a la normalidad habitual en la que el Administrador de la NASA es un desconocido para el gran público y un gran ausente en los medios… Qué aburrimiento para el blog desde que Griffin no está… Snif… ¡Vuelve, Miki! ¡Sin ti, la astronáutica ha perdido su morbo!

Bueno, pues nada: si alguno andáis por Barcelona y no sabéis en qué emplear esos 650 euros que os queman en el bolsillo, siempre podréis pasar un rato viendo la bonita cara de Griffin subido a un estrado. ¡Daos prisa, no os toque buscar las entradas en la reventa! Más información aquí.

Nota: Esta entrada no pretende ser ninguna descalificación hacia Michael Griffin. Aunque personalmente creo que ha hecho y dicho cosas muy criticables durante su mandato, y aunque pienso que su gestión en la NASA ha tenido tantas luces como sombras, creo que es un buen profesional y merece mi respeto. Pero después de tanta sequía en el blog, me apetecía un poquito de cachondeo…

23 octubre 2009

El informe Augustine, publicado

Un breve apunte para deciros que acaba de ser publicado el informe definitivo de la Comisión Augustine sobre el futuro del programa espacial norteamericano. Bajo el pomposo título “En busca de un programa espacial tripulado digno de una gran nación”, y con un comienzo que muestra una fotografía a toda página de Kennedy con el pie de su famosa frase “Elegimos hacer estas cosas no porque sean fáciles, sino porque son difíciles”, el informe se extiende a lo largo de 157 páginas, aunque su esencia se queda en aproximadamente la mitad. Acabo de empezar a leerlo, y últimamente no ando sobrado de tiempo, así que no sé lo que tardaré en hacerlo, pero ya comentaré por aquí mis opiniones al respecto cuando lo termine. Entre tanto, los interesados lo podéis consultar aquí.

Como digo, estoy al comienzo de mi lectura, y de momento estoy en la parte de “la paja”, del relleno, que tanto gusta en estos informes realizados al otro lado del Atlántico (personalmente prefiero los informes que van al grano sin perderse en vaguedades), pero hay una cosa que ya me ha llamado la atención. Varias veces he comentado por aquí (y no soy el único, por supuesto) lo “peculiar” que resulta plantear un programa tripulado lunar que no intenta avanzar sobre lo ya realizado en los años 60, sino que es básicamente una repetición, en su contenido y casi en su tecnología, de lo que se hizo hace 50 años. Pues bien, en una de sus páginas el informe recoge la evidencia de que incluso en el seno de la propia NASA hay opiniones para todos los gustos, desde defensores acérrimos del programa en su configuración actual, hasta gente que se siente incluso “avergonzada” de lo que se está haciendo: “Como americano, que la NASA se involucre en una retro-reedición del programa Apollo para volver a la Luna 50 años después de la primera vez que enviamos gente allí, es humillante”, declaraba uno de los entrevistados por la comisión. No quiere decir que todo el mundo en la agencia piense igual, pero es significativo: en los 60, prácticamente toda una nación apoyaba sin reservas el compromiso de su presidente de poner un hombre en la Luna en el plazo de una década. En la actualidad, ni siquiera en el seno de la propia NASA hay una postura común frente al nuevo reto. Mal comienzo para retomar un programa espacial ambicioso…

16 octubre 2009

Levitando sobre chorros azules

Bonita imagen, ¿no? Bueno, vale, a lo mejor hay que ser un poco friki para apreciar la belleza en una imagen tan tecnológica, pero asumo que todos los que andamos por aquí somos un poco raritos ;-)


Se trata de un prototipo de módulo de descenso, diseñado para ensayar la disposición de los propulsores y, sobre todo, el software de control de un vehículo destinado a aterrizar en un cuerpo sin atmósfera, en el que no puedan utilizarse paracaídas o métodos similares para llevarlo a cabo. De hecho, este prototipo en concreto está siendo utilizado para ensayar el alunizaje de un futuro módulo lunar. Pero la filosofía serviría para cualquier aterrizaje frenado por cohetes (lo cual se ha realizado también en cuerpos con atmósfera, como Marte).

Quizás lo más llamativo de la fotografía, al menos para mi, es el color de los chorros, ese tenue velo azulado en el que parece que en cualquier momento va a aparecer la imagen de la princesa Leia exclamando aquello de “Ayúdame, Obi Wan Kenobi. Eres mi única esperanza”. ¿Qué? ¿Friki yo? ¡Qué va, hombre, habladurías…!

Ahora en serio: al ver la imagen, lo primero que me he preguntado es qué tipo de propulsante, y qué tipo de motores, darían lugar a unos chorros así. Tenía todo el aspecto de tratarse de motores iónicos, pero era imposible, el nivel de empuje de este tipo de motores es absolutamente incapaz de mantener suspendido un objeto como éste…

La respuesta era mucho más simple: se trata únicamente de aire comprimido, aire a presión expulsado por unas toberas. ¿Y desde cuándo el aire es azul? Pues desde que la repentina expansión lo enfría rápidamente (efecto Joule-Thomson) y ese chorro de aire frío provoca la congelación del agua suspendida en la húmeda atmósfera de Alabama (el ensayo se lleva a cabo en el Centro Marshall, de Huntsville), formándose pequeños cristales de hielo que difractan la luz, dando lugar a esta bonita apariencia de nave levitante de ciencia-ficción.

Y si el aspecto luminiscente de los chorros de aire no ha satisfecho del todo vuestro espíritu friki, para los más “recalcitrantes” entre vosotros tenemos también los tanques donde se almacena el aire comprimido, un magnífico ejemplo del estado del arte actual en tecnologías de tanques de presión: depósitos bobinados en fibra de carbono, con un “liner” o camisa interior metálico (habitualmente titanio, a veces aluminio) de mínimo espesor (0,5 mm es lo habitual, pero los hay de 0,2 mm; como el papel del bocadillo, vamos…) para dar estanqueidad. La investigación actualmente se centra en la eliminación de dicho liner, añadiendo aditivos a la resina del material compuesto para garantizar su estanqueidad, lo cual permitiría ahorrarse el peso muerto del liner (que por poco que pese una lámina de 2 décimas de milímetro, en astronáutica cualquier gramo cuenta). Los tanques sin liner se intentaron introducir en los años 90 en el curso del malogrado proyecto X-33 de la NASA, sin alcanzarse resultados satisfactorios antes de la cancelación del proyecto. De hecho, el proyecto murió por retrasos y sobrecostes motivados, entre otros, por los problemas con los tanques; aunque más bien yo diría que el principal problema había estado en el excesivo optimismo con el que se lanzó el programa, un proyecto extremadamente ambicioso en sus objetivos que no tuvo en cuenta que los grandes avances requieren grandes esfuerzos (y tiempo, y presupuestos…).

Bueno, ya está bien de irme por las ramas: disfrutad con la imagen. (Foto: NASA)

Reciclaje espacial

Bonito trabajo, hay que ver lo que se puede hacer con unas latas, unas tijeras, imaginación y tiempo...

Si la comisión Augustine buscaba alguna alternativa al "Apollo con esteroides" de Griffin, aquí tiene una: el "Shuttle con taurina" de Red Bull.

Por cierto, que hay rumores de que quien hizo esta maqueta lleva ya dos meses sin dormir. Y es que le daba pena tirar el contenido…

Documento inédito: Australia pudo crear su propia nave espacial en 1957

Como lo oís, acaba de salir a la luz: el 30 de octubre de 1957, cuando no había pasado ni un mes desde el lanzamiento del Sputnik, se recibía en la base de lanzamiento australiana de Woomera una carta conteniendo los planos de la que podría haber sido la primera nave espacial australiana. Lamentablemente, la desidia administrativa hizo que este documento de valor incalculable acabase perdido en los archivos sin que nadie se molestase en prestarle atención.

Ahora, 52 años después, alguien ha encontrado por casualidad este documento perdido en los Archivos Nacionales de Australia, y, sin poder dar crédito a lo que veía, ha decidido sacarlo a la luz. Aquí tenéis este documento inédito, que a partir de ahora tendrá que formar parte de la historia de la exploración espacial (gracias a José Manuel “Gizmo”, de Sandglass Patrol, por haberme hecho descubrir esta fascinante historia):


Esta extraordinaria carta firmada por Denis Cox, autor intelectual del diseño conceptual de la nave, iba a ser dirigida inicialmente “a un científico” de la base de Woomera, pero su autor lo pensó luego mejor… su destinatario debería ser “un gran científico”, alguien que realmente pudiera apreciar el valor de su contenido. Y es que en ella no sólo se esbozaba el diseño de dicha nave, sino que, además… ¡se preveía equiparla con torpedos aéreos, o misiles! Obviamente, un diseño así no podía caer en las manos de cualquier cientifiquillo de tres al cuarto…

Cox había diseñado su nave con cuatro reactores Rolls Royce que podrían encenderse de forma individual, además de haber tenido en cuenta el dotarla de un radar que bien podría servir tanto para el combate como para llevar a cabo complejas maniobras de encuentro espacial que por entonces pocas personas eran aún capaces de imaginar. Y, por supuesto, la nave llevaría los emblemas australianos, elevando el prestigio de su nación hasta cotas nunca soñadas hasta entonces. El diseño básico, la genialidad de la idea, quedaba así plenamente plasmada. Los detalles, según indicaba Cox en su carta, los dejaba ya en manos de los científicos.

Lamentablemente, parece que la burocracia administrativa impidió que este documento de valor incalculable llegase a manos del gran científico al cual iba dirigido. Por el contrario, la carta quedó perfectamente archivada pero relegada al olvido, impidiendo así a la gran nación australiana subirse al vagón de cabeza del tren de la exploración espacial. Denis Cox ni siquiera recibió la respuesta que solicitaba en su texto. Sin embargo, hoy el valor de su ingenio ha sido reconocido, y es muy probable que ahora, 52 años después, el gobierno australiano se ponga finalmente en contacto con su autor (que ya ha sido localizado) para agradecerle oficialmente esta aportación a la ciencia de su país, lamentablemente echada a perder por la desidia y la burocracia. Hoy, Denis Cox es un hombre famoso en Australia. Lástima que el reconocimiento le haya llegado un poco tarde…


No podía cerrar esta entrada sin hacer un comentario más serio sobre una historia que me parece entrañable. Primero, porque todos hemos sido niños, y muchos hemos soñado con diseñar nuestros vehículos, sean coches, aviones o naves espaciales, aunque muy pocos hayamos sido tan osados o soñadores como para enviárselos a “un gran científico” que fuese capaz de convertirlos en realidad. Pero además de esto, creo que esta bonita historia refleja la fascinación que la infancia y la juventud sentía en los años 50 y 60 por la astronáutica y la exploración espacial. Lamentablemente, hoy gran parte de esa fascinación se ha perdido. Ojalá todavía podamos ver alguna generación de niños que sueñen con la ciencia y la tecnología como lo hizo Denis Cox en 1957.

09 octubre 2009

La ciencia en España no necesita tijeras

Me uno algo tarde (debido a unas minivaciones otoñales), y algo críticamente (como aclararé luego) a esta iniciativa de Javier Peláez, autor del blog La Aldea Irreductible, y suscrita ya por más de 800 blogueros, para protestar por el anunciado recorte de un 15% en el presupuesto español de I+D.

Evidentemente, suscribo al 100% el eslogan de la campaña: desde luego que no, que la ciencia en España no necesita tijeras. Y por supuesto, también me disgusta, como a todo amante de la ciencia y la tecnología, cualquier reducción en el presupuesto destinado a estas áreas, por mucho que pueda quererse justificar en el marco de la actual crisis económica y los problemas presupuestarios del estado. Pero también creo que el problema español no está sólo en la cuantía de los presupuestos asignados a I+D, sino en la forma en que se distribuyen estos presupuestos.


Como sabéis, no conozco el área de la investigación de base. Soy un técnico, no un científico, y trabajo en la industria, no en un laboratorio de investigación. Por eso, no opinaré sobre la “I” de la “I+D”, aunque me temo que ahí también habría mucho que rascar. Pero sí conozco la otra pata del término, al trabajar directamente en la “D”, en nuevos desarrollos. Y el hecho de firmar este blog con nombre y apellidos me impide ser más explícito, pero os aseguro que gran parte del presupuesto que el gobierno destina a la I+D, de seguro con la mejor intención, se pierde en subvenciones que no tienen nada que ver con las presuntas investigaciones que deberían promover. Por eso digo que no sirve de mucho aumentar el presupuesto si no se controla que realmente ese dinero se invierta en investigación y desarrollo reales que ayuden a desarrollarnos a nivel industrial y de nación de cara a futuro. Y, lamentablemente, eso está pasando.

Siempre he celebrado aquí los aumentos en la inversión nacional en I+D, al menos en la parte relacionada con este blog, como ese aumento de casi un 100% de la inversión en el sector espacial en los últimos 6 años. Y por esa misma razón, deploro ahora esta reducción, sea del importe que sea. Pero aprovecho para recalcar la anterior realidad, y que lamentablemente nunca veo reflejada en ninguna crítica por ahí: que si bien es importante aumentar el gasto en I+D, más importante aún es asegurar que ese dinero se invierta realmente en I+D. Sé que es una petición difícil, pero imprescindible.

Para terminar, y como contraste con esta decisión del gobierno español, quiero hacer mías aquí unas palabras pronunciadas por Barack Obama el pasado 7 de octubre (como si lo hubiera querido hacer coincidir con esta iniciativa de los blogueros españoles), en un discurso en el que pedía aumentar la inversión en I+D en su país: “En unos momentos tan difíciles como los actuales, hay quienes dicen que no podemos permitirnos invertir en ciencia, que eso es un lujo en un momento en el que mandan las necesidades. No puedo estar más en desacuerdo”.

28 septiembre 2009

Paseando por Baikonur

Hoy simplemente os traigo unos enlaces, pero que me parecen bastante singulares. Se trata de un recorrido fotográfico por Baikonur, una visita virtual “en tres actos” al centro neurálgico del programa espacial ruso, a las mayores instalaciones espaciales del mundo, desperdigadas a lo largo y ancho de cientos de kilómetros cuadrados en medio de la estepa de Kazajistán.

La visita está dividida, como decía, en “tres actos”, o en tres fases diferenciadas:

1. La llegada a Baikonur. El paisaje de la estepa kazaja tal como se le presenta a alguien que llega allí por carretera.
2. La ciudad de Baikonur, la antigua Tyuratam, una ciudad que se creó de la nada con el único objetivo de dar soporte al naciente centro de lanzamiento de la Unión Soviética, en los años 50.
3. El cosmódromo y su museo.

Que lo disfrutéis.

18 septiembre 2009

El octavo pasajero

Aunque sea con algo de retraso, no podía dejar de contaros este notición: Buzz Lightyear regresó el pasado día 11 de su último vuelo al espacio, a bordo de la misión STS-128 del transbordador. Aquí podéis verlo, orgulloso y pletórico tras descender por la escalerilla del Discovery, después de haber cumplido a la perfección los objetivos de su misión.


En esta ocasión, Buzz ha llevado a cabo a bordo un programa de educación en el espacio centrado en las áreas científicas y técnicas (el programa STEM, siglas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), grabando una serie de episodios educativos que estarán disponibles online. Ahora le espera todavía una larga labor de relaciones públicas en tierra, con una aparición estelar en Disneyworld, Orlando, acompañado del resto de la tripulación del Discovery y del antiguo astronauta del Apollo 11 Buzz Aldrin.

Demos pues, la bienvenida a la Tierra, al gran Buzz Lightyear. Y ahora, si me lo permitís, tengo que tomarme mi medicación. En ocasiones veo Buzzes… (Foto: NASA)

El primer HTV ha llegado a la estación

Ayer, el primer vehículo de suministros automático japonés, el HTV, se acopló con la Estación Espacial Internacional. Había despegado de la base espacial de Tanegashima a bordo de un lanzador H-IIB el pasado 10 de septiembre. Con éste son ya tres los vehículos logísticos que sirven al complejo, al sumarse a la veterana nave rusa Progress (que nació a finales de los 70 para dar servicio a las estaciones Salyut, siguiendo después prestando servicio a la Mir y a la ISS), y a la europea ATV, que se estrenó el año pasado.

La HTV es muy similar en aspecto, tamaño y capacidad, a la nave europea (aunque sin los paneles solares de ésta), siendo ambas bastante superiores en estos términos a la Progress rusa. Pero tiene una importante diferencia con respecto a esas dos naves: la HTV no dispone de dispositivo de acoplamiento automático con la estación. Para que pueda llevarse a cabo este acoplamiento, la nave debe aproximarse al complejo espacial y quedarse allí a la espera de que los astronautas de su interior manejen el brazo robótico de la estación para capturar la nave, y a continuación llevarla hasta el puerto de acoplamiento adecuado. Ayer, por ver primera en la historia, se llevó a cabo esta operación: un brazo robótico capturó un vehículo de casi 10 metros de largo y 12 toneladas de peso y lo acopló con una estación espacial. Aunque ya anteriormente se habían realizado tareas similares con el transbordador espacial, capturando con su brazo robótico satélites averiados, lo más que se había llegado a hacer era meterlos en la bodega, nunca guiarlos con extrema precisión hasta un acoplamiento completo.

Tenemos, por tanto, un doble estreno: el de un nuevo vehículo no tripulado de suministro, y el de un nuevo procedimiento de alta precisión. Un doble estreno que ha sido todo un éxito. (Foto: NASA)

11 septiembre 2009

Buena respuesta de Mike Griffin a la Comisión Augustine

Tengo que reconocer que me ha sorprendido la respuesta que Griffin, el antiguo Administrador de la NASA hasta la llegada de Obama a la presidencia, ha dado al informe previo presentado por la Comisión Augustine. Y me ha sorprendido para bien.

La primera sorpresa ha sido parcial, y ha sido el hecho de encontrarme con la réplica por su parte. Muy típico de él, en ese sentido no es sorprendente: como ya dije hace algún tiempo, este hombre no se calla ni debajo del agua. Pero después de que hace unos meses hiciera públicas sus recomendaciones a la comisión (algo pasadas de rosca en sus formas, desde mi punto de vista), yo esperaba que ahora tuviera la “elegancia” de aceptar las conclusiones calladito, aunque no le gustaran. Pero no, eso era pedirle demasiado a Griffin…

Así que reconozco que cuando he leído lo de la réplica, he empezado a partirme de risa por dentro, esperando encontrarme con una rabieta más digna de una pelea de verduleras (y no me refiero a las dignas mujeres que nos venden las verduras). Esperaba eso, un espectáculo bochornoso y risible, pero no, ésa ha sido la verdadera sorpresa: la respuesta de Griffin ha sido bastante contenida e inteligente, y con mucho más peso en su corta extensión que todo el informe de la comisión. Desde mi punto de vista, en las formas, Griffin ha ganado por goleada, lo cual no era muy difícil, ya que, como comenté en la entrada anterior, el informe de la comisión es bastante deplorable en este sentido.

Es imposible saber desde fuera quién tiene razón, pero si de un debate político se tratara, diría que Griffin ha ganado por goleada. Porque Griffin presenta datos frente a las vaguedades de la comisión, contraataca con hechos frente a simple bla-bla-bla. Por supuesto, esto no quiere decir que tenga razón, pero el hecho de dar datos concretos (sin entrar en si son o no precisos) frente a vaguedades, le hace ganar muchísima credibilidad frente a un espectador externo. De eso era de lo que tanto me quejaba yo respecto al informe de la comisión: puede que haya sólidos datos detrás (esperaremos al informe final para saberlo), pero no lo demuestran, todo son vaguedades. Griffin se aprovecha hábilmente de ello, insinuando incluso que la comisión no da datos porque realmente no los tienen, insinuando que las opciones y recomendaciones presentadas no se han hecho en base a un análisis “profesional”; no sé si es cierto o no, pero desde luego ya dije que la impresión de falta de profesionalidad en la redacción del informe era clara, y Griffin se aprovecha de ello para ganar claramente de cara a la galería. Aunque sin datos objetivos por ambas partes para un observador imparcial, es imposible saber quién tiene razón.

No toda la carta de Griffin es un ejemplo de buen hacer, también hay que decirlo. En ocasiones se excede en algún comentario, o argumenta desde puntos de vista más “filosóficos” o “políticos” que técnicos, aprovechando también para intentar confundir al lector a su favor. Un ejemplo claro de esto es cuando ataca la opción presentada por la comisión de utilizar lanzadores comerciales en lugar del Ares I para subir astronautas a la órbita terrestre. Atacando duramente la recomendación de la comisión de pasar esos servicios al “sector comercial”, Griffin eleva el tono para contestar: “¿Qué sector comercial? En estos momentos, la única opción ‘comercial’ claramente disponible es el Ariane 5”. Ya sabíamos por su carta anterior que Griffin no quiere ni oír hablar de que la NASA no tenga su propio cohete para enviar a los astronautas al espacio, teniendo que usar cohetes de Boeing, Lockheed u otros; para él es casi un axioma de fé, aunque por supuesto no hay razones técnicas a favor o en contra, las únicas razones podrían ser estratégicas, políticas, o “filosóficas” (aunque no digo que no puedan tener su importancia). Pero la airada respuesta de Griffin no es más que un intento de liar la cuestión: acude al purismo del término “comercial” para dejar fuera al Delta IV Heavy y al Atlas 5 (los lanzadores en consideración para sustituir al Ares I), ya que estos lanzadores, aunque privados, no están completamente abiertos al mercado comercial: hoy en día, su único cliente es el ejército. Pero esto no quiere decir que no se pueda ampliar el abanico de clientes para incluir a la NASA. Aquí Griffin juega con los matices para hacer un pequeño engaño a su favor; desde luego, el tío vale para político.

Pero, aunque hay algún otro breve comentario donde se excede un poco, como he dicho me ha sorprendido la contención, contundencia e inteligencia del texto de Griffin en su conjunto. Ataca los puntos débiles del informe de la comisión sin piedad, y lo cierto es que se lo han puesto “a huevo”, con perdón. Por ejemplo, cuando el informe habla de la posibilidad de utilizar múltiples lanzamientos de lanzadores medios para llevar a cabo misiones de espacio profundo, lo cual requeriría, entre otras cosas, la creación de depósitos de combustible en órbita baja. En mi entrada anterior, aunque pasé sobre ello de puntillas, ya calificaba yo estas opciones de “poco realistas”, pero Griffin aprovecha para arremeter contra ello, con razón. Para mí, es un error de principiante presentar una opción tan claramente atacable por cualquiera con conocimientos técnicos del tema en un informe serio. Por muy sólido que sea el resto, si la cagas claramente en un punto y tu oponente aprovecha para meter el dedo ahí y hurgar, puede echar por tierra todo el buen hacer del resto del trabajo; es un fallo de ingenuos.

En uno de sus comentarios, Griffin dice exactamente lo mismo que decía yo en mi entrada anterior: en referencia a las diferentes opciones presentadas, de la forma en que están presentadas, “es imposible realizar comparaciones sólidas de coste/calendario/prestaciones/riesgo entre ellas”. Es la pura verdad, aunque yo aún confío en que esto se mejore en el informe final; si no, mala cosa. En cualquier caso, es un mal comienzo.

Otra ejemplo de duda clara expuesta por Griffin es la opción del Ares V Lite como lanzador único frente al Ares I más el Ares V. La comisión alega vagamente en su informe una mayor economía de esta opción, y Griffin ironiza que dónde está esa economía, argumentando además que la NASA hizo muchos estudios comparativos en su día y la opción AresI+Ares V era la más económica. Yo espero que la comisión tenga datos para respaldar su afirmación, pero como su informe previo sólo dice vaguedades, uno se queda con la duda. Éste era uno de los puntos a los que me refería yo en mi entrada anterior cuando decía que también tenía dudas sobre “el fondo” del informe, pero que esperaría a ver el informe final (esperando que incluyese esos datos) para pronunciarme. Y es que, a priori, no es tan claro que dos lanzamientos de un lanzador casi-pesado sean más económicos que un lanzamiento de un lanzador medio más un lanzador pesado. Sin un estudio detallado es imposible elegir: en el primer caso, se abaratan costes de desarrollo al diseñarse un solo modelo en lugar de dos; pero los costes de desarrollo son costes no recurrentes (se pagan sólo una vez), y a largo plazo lo importante son los costes recurrentes (los que se pagan con cada lanzamiento), y en este sentido parece que lanzar dos lanzadores pesados pueda ser más caro que lanzar uno pesado y otro ligero. Pero, por otra parte, usar dos lanzadores iguales puede bajar también esos costes recurrentes debido a la comunalidad, tanto en la fabricación en serie como en el mantenimiento y la operación… En fin, que son muchos parámetros a considerar, no es algo tan evidente que una opción sea mejor que la otra, se necesitan estudios comparativos detallados. Griffin juega con la ventaja de poder decir que ha hecho esos estudios, y con la credibilidad de que la NASA estuvo un tiempo decidiendo la mejor configuración, por lo que es lógico que dichos estudios existan; la comisión quizás los haya hecho, pero nada en lo que han publicado hasta ahora lo demuestra. Salvo que reaccionen rápido y puedan contrarrestar con datos los ataques de Griffin y otros que puedan venir, lo cierto es que la falta de profesionalidad en la forma de su informe, de la que tanto me quejé, les ha hecho quedar ahora en una posición débil, desde mi punto de vista.

La cosa tiene su importancia: al parecer, no sólo yo he quedado impresionado por la contundencia y fundamento de la carta de Griffin, sino que el Congreso de los Estados Unidos ha recibido la misma impresión. Hasta el punto de que la semana que viene habían convocado a Charles Bolden, Administrador de la NASA, para una audiencia en el Congreso, y ahora esa comparecencia se ha retrasado para llamar en su lugar a Michael Griffin. Interesante, ¿verdad?

Ya sé que soy rarito, pero yo disfruto con estas “peleas” como si se tratase de un programa del corazón para frikis. Vamos, muchísimo más divertido que ver a la Belén Esteban y la Mª José Campanario tirándose de los pelos, dónde va a parar…

(Si queréis leer completa la réplica de Griffin a la comisión, la tenéis aquí.)

09 septiembre 2009

La Comisión Augustine presenta su informe previo

La Comisión Augustine presentó ayer su "Summary Report" a la Casa Blanca, mientras se sigue trabajando en el informe definitivo. Dicho informe final diferirá de éste en cuanto a nivel de detalle y datos que respaldan las conclusiones y recomendaciones, pero no en cuanto a la "esencia" del contenido, que ya está aquí. Aunque personalmente espero que dicho informe final incluya un capítulo como "summary" que sea equivalente a éste pero más trabajado. Porque, personalmente, y sin entrar en su fondo, este resumen me ha parecido muy pobre en sus formas, y prácticamente inútil en su misión, que debe ser la de ayudar al presidente de los Estados Unidos a tomar una decisión.

Antes de explicar en detalle por qué digo esto, comentaré brevemente el contenido del informe. Digo brevemente, porque realmente no hay grandes novedades sobre lo que ya se había anticipado en anteriores comunicados extraoficiales por parte de miembros de la comisión.

El informe presenta a la Casa Blanca cinco opciones de cara al futuro del programa espacial tripulado norteamericano, algunas con pequeñas subvariantes. De estas 5 opciones, 2 son "obligatorias" y las otras 3 van "de regalo". Me explico: cuando se constituyó la comisión, se le pidió que entregase en sus conclusiones al presidente dos opciones entre las cuales Obama elegiría el futuro del programa espacial; y estas dos opciones deberían cumplir unos requisitos económicos, que básicamente eran el mantenimiento del presupuesto actual de la NASA entre 2010 y 2014, con una subida a partir de 2014 del 1,4% anual (por debajo del 2,4% anual previsto para la inflación). Así que la comisión ha presentado esas 2 opciones que se le pedían dentro de esas restricciones… pero como el resultado era bastante penoso, han decidido presentar otras 3 opciones adicionales que se saltan la restricción presupuestaria y que requerirían 3000 millones de dólares más al año de aquí a 2014, con un crecimiento posterior del presupuesto anual acorde con la inflación, es decir, del 2,4%.

Pues bien, de las dos opciones “dentro del presupuesto”, la primera es básicamente seguir igual que hasta ahora: abandonar el Shuttle en 2011 (se descarta en todos los casos hacerlo en 2010, aprovechando que la administración Obama ya tiene prácticamente asumida la extensión hasta 2011 para permitir terminar los vuelos a la estación), abandonar la estación en 2015, y seguir con el desarrollo del Ares I, Ares V y Orión. Con esta opción, el Ares V no estaría listo hasta 2020, y el módulo lunar y demás sistemas asociados a la misión lunar se irían hasta 2030 como mínimo. Además, el periodo sin disponibilidad de transporte, entre la baja del transbordador y la entrada en servicio del Orión, sería de 7 años (aunque hay que decir que en ninguna de las otras opciones baja de 6).

En la práctica, esta primera opción es claramente inaceptable: supone abandonar la estación justo cuando se acaba de terminar (algo que, lógicamente, la comisión desaprueba claramente en otra parte del informe; está claro que hacer eso sería absurdo, y un suicidio político); y, a cambio, no ofrece nada, sólo un montón de años por delante para desarrollar unos sistemas que servirían para ir… a ningún sitio. Absurdo. Para mí, ésta es una opción para rellenar una casilla, claramente. O más bien una forma sutil de presentar duramente la realidad de la situación actual…

Eso nos lleva a la opción 2, en la práctica la única aceptable dentro de las restricciones de presupuesto: abandonar el desarrollo tanto del Ares I como del Ares V, y desarrollar en su lugar un único Ares V algo menos potente (“Ares V Lite”), que estaría listo hacia 2020. La ISS se mantendría en activo hasta 2020, y el Shuttle se retiraría en 2011, mientras que la subida de astronautas a la órbita terrestre se realizaría con lanzadores convencionales. Con el nuevo lanzador Ares V Lite se podría pensar en realizar misiones a la Luna u otros destinos en el futuro, pero, como en la opción 1, esto tendría que empezar a partir de 2020, pues hasta entonces no habrá ni un dólar disponible para invertir en ello.

Como puede verse, si bien la opción 1 es de locos, la opción 2 tampoco es que sea la panacea: supone seguir haciendo más o menos lo mismo que hasta ahora (que ya es algo, porque con la 1, ni eso) mientras se va fabricando un cohete potente poquito a poco para que la próxima generación ya pueda empezar a pensar qué hacen con él. En realidad, la única diferencia práctica (aunque importante) con la opción 1 es que no se abandona la ISS, pero por lo demás es equivalente, aunque con lanzadores distintos (sin olvidar el gran atractivo que esto supone para la industria privada, que tendría en sus manos el acceso a la órbita baja).

De las opciones “fuera del presupuesto”, la primera, la opción 3, es básicamente seguir con los planes actuales, pero poniendo el dinero necesario para hacerlos posibles. La cuantía necesaria, común a las 3 opciones fuera del presupuesto, es la comentada anteriormente, y en esta opción eso supondría seguir adelante con el Ares I y el Ares V con el objetivo de poder volver a la Luna a mediados de la década de los 20. Pero eso sí, cargándose la ISS en 2015. Lo cual directamente convierte esta opción en inaceptable para cualquiera, desde mi punto de vista.

El resto de opciones “fuera del presupuesto” se plantean de forma que de aquí a la década de 2020 sí sea posible ir “a alguna parte”. No entraré en detalles, que ya se hace cansino y ya tendremos tiempo de seguir hablando de esto, pero comentaré que se descarta totalmente la misión a Marte, y se presentan opciones bien para ir a la Luna, o bien para volar de acá para allá sin descender en ningún sitio (misiones tripuladas a la órbita lunar, a la órbita marciana, a los puntos de Lagrange…). Para llevarlo a cabo se presentan diferentes opciones de lanzadores, desde el Ares V Lite hasta derivados del Space Shuttle, pasando por la utilización de lanzadores comerciales (poco realista en este caso por su escasa potencia y la excesiva complejidad que introducen, con múltiples lanzamientos necesarios).

Y, aunque reconozco que he sido muy parco aquí explicando el resto de opciones, mi mayor queja hacia el presente informe (preliminar, eso sí) es que resulta tan poco claro como este resumen que acabo de hacer. Tanto, que me parece imposible tomar alguna decisión en base a este documento, aunque seas un experto en el tema. Y si pensamos que va dirigido a políticos y no a especialistas, esa falta de claridad es especialmente grave.

El problema del presente informe, y que espero sinceramente que se arregle en el definitivo, es que apenas se presentan datos. Hay opciones, sí, pero… ¿cómo las comparo? ¿Cuáles son los pros y los contras de cada una? ¿Qué impacto tienen unas y otras en la NASA, en la industria privada, en la masa laboral de los diferentes estados afectados, etc…? Nada, no hay nada, no me refiero ya a datos detallados, sino simplemente a una tabla resumen de pros y contras de cada opción, y una comparativa entre opciones que tenga en cuenta determinados parámetros básicos (técnicos, científicos, laborales, políticos… caben muchos, pero pueden elegirse fácilmente los 4 ó 5 más relevantes). En fin, falta lo más básico en un informe como éste: algo en base a lo cual poder elegir, porque si no… ¿elegimos simplemente la opción que nos parezca “más chula”? Hombre, ya sé que no sería la primera vez que un político hace esto, pero no se lo pongamos tan a huevo…

Mi queja está, por tanto, en la forma más que en el fondo. Bueno, sobre el fondo tengo mis dudas, pero esperaré a ver los análisis que hay detrás de cada caso presentado, cuando salga el informe definitivo (espero que ofrezcan esa información). Pero si se presenta un informe preliminar a modo de resumen de conclusiones, para que se vaya debatiendo a nivel político, presentar un documento como éste me parece, personalmente, una cagada, con perdón.

Seamos claros: no sólo en política, sino en el día a día de cualquier empresa o institución, lo más normal es que un informe completo no se lo lea nadie. Así de claro. Me refiero a nadie de a quienes va dirigido, de quienes tienen que tomar una decisión en base a dicho informe. Esas personas van al resumen, al sumario, eso se lo leen, y si en algún punto tienen alguna duda, acuden al capítulo adecuado para leer ese detalle más en profundidad. Pero salvo eso, lo único que se lee es el resumen. Por eso, el resumen debe mostrar todos los datos importantes de forma muy clarita, especialmente las conclusiones. Si existen dichas conclusiones, basta con presentarlas, y el que quiera saber el porqué de cada una, que se lea el resto; pero si no hay conclusiones, como es este caso, y lo que hay es una lista de opciones para que el jefe elija, lo que hay que presentar es datos objetivos que permitan comparar y tomar una decisión. Aquí esos datos prácticamente no existen, y los pocos que se dan no están claritos en formato tabla, sino que hay que rebuscarlos entre un texto que resulta farragoso. La verdad, parece que este documento lo hubiera redactado un becario, tiene más pinta de proyecto fin de carrera que de informe profesional con el que se pueda trabajar de verdad. Si en mi trabajo pido un informe de este estilo y me presentan esto, lo devuelvo para que me lo repitan, os lo aseguro; con esto no hay quien pueda sacar nada útil en claro.

Como digo, quiero creer que el informe final incluirá un capítulo resumen de ese estilo que comento, porque va a ser prácticamente lo único que se van a leer Obama y sus asesores (bueno, Obama no leerá ni eso). El informe completo lo vamos a leer cuatro especialistas y cuatro frikis, pero los políticos que van a tomar la decisión ni lo entenderían ni tienen tiempo para leérselo entero. Por eso es tan importante que el “summary” sea claro, conciso, y contenga los datos adecuados para tomar una decisión (y diría más… que se presente de tal forma que intentemos que se tome la decisión que queremos; y estoy contando muchos trucos hoy). Este informe preliminar no cumple ninguna de estas premisas. Y en base a esto, tengo mis dudas de que el próximo las cumpla. Pero en fin, ya veremos… Entre tanto, me temo que la gente de Obama no va a perder mucho el tiempo con esto. Además, bastante tienen ya con intentar arreglar su sistema sanitario, ahora que por fin parece que lo de la crisis les deja un rato para ello. Lo que menos le importará ahora a la Casa Blanca es qué hacer con sus astronautas. Para eso hay tiempo…

01 septiembre 2009

Comisión Augustine: el informe se retrasa

Hace tres semanas comentábamos aquí, en base a declaraciones de algunos de sus miembros, cuáles iban a ser las principales conclusiones de la Comisión Augustine encargada de analizar el presente y el futuro del programa espacial norteamericano. En aquel momento se esperaba presentar un primer borrador la Casa Blanca unos días después, y el informe final a finales de mes. De hecho, ayer 31 de agosto debía ser el día en el que la comisión presentase oficialmente su tan esperado informe.

Pues bien, parece que vamos a tener que esperar. El informe no está listo aún, y parece que no lo estará hasta mediados de septiembre. Ahora se anuncia que en los próximos tres días se pasará un borrador a la Casa Blanca, mientras se sigue trabajando en la versión final de las conclusiones de la comisión.

No parece que vaya a haber grandes sorpresas sobre lo ya filtrado con anterioridad, pero resulta significativo este retraso, que podría reflejar el esfuerzo que se está realizando en dar nuevas vueltas de tuerca para intentar presentar unas opciones lo más “presentables” posible dentro del presupuesto disponible. Aún así, los portavoces de la comisión ya han avisado: no esperemos sorpresas. De donde no hay, no se puede sacar.

En cualquier caso, y como ya he comentado en otras ocasiones, la publicación del informe definitivo no significará el final de este “culebrón”. No olvidemos que la comisión propone y Obama dispone. Y tendremos que esperar un tiempo indefinido para conocer por qué opción se decanta el presidente… o si decide seguir un camino diferente. No sería la primera vez…

31 agosto 2009

El día de la marmota

¿Qué hacen los astronautas cuando se cancela un lanzamiento del transbordador espacial? Pues ven “Atrapado en el tiempo”.

Se trata de una anécdota que ha revelado recientemente uno de los astronautas de la misión STS-128, que despegó el pasado sábado 29, después de 3 intentos fallidos a lo largo de la semana (algo ya típico en las misiones del Shuttle).

Seguramente muchos recordaréis mejor la película si digo que es “El día de la marmota”, aquella entrañable comedia de los 90 protagonizada por Bill Murray y Andie McDowell; de hecho, ése es su título original, “Groundhog Day”. Maldita manía la de las distribuidoras en nuestro país de cambiar los títulos a las películas…

Como en ese día de la marmota que se repetía una y otra vez para Bill Murray en la película, los astronautas deben pasar una y otra vez por las mismas rutinas, las mismas preparaciones, las mismas esperas y la misma tensión cada vez que uno de sus vuelos es cancelado en el último momento, ya con todo listo en la rampa de lanzamiento. Y qué mejor forma de relajarse después que reírse un poco de sí mismos viendo “El día de la marmota”…

P.D.: ¿Cuántos de vosotros habéis llegado al final de esta entrada tarareando “I got you babe”…? ;-)

27 agosto 2009

Corea del Sur se estrena en el espacio

Aunque su entrada en el selecto club de los países con capacidad espacial propia no ha sido tan exitosa como se hubiera deseado, podemos ya decir que Corea del Sur ha demostrado poseer dicha capacidad, tras el lanzamiento ayer de su cohete KSLV-1 (recientemente rebautizado como Naro-1; nombre compartido, por cierto, con el centro espacial desde el que ha sido lanzado).

La misión fracasó en su objetivo de poner en órbita el satélite STSAT-2, de tan solo 100 kg de peso, debido a un fallo en el desprendimiento de la cofia del lanzador (el carenado que recubre el alojamiento del satélite). De las dos mitades que componen este carenado, y que se abren como los pétalos de una flor, sólo una se desprendió correctamente, y el peso añadido y la asimetría provocada por la mitad que permaneció anclada durante más tiempo (aunque más adelante terminaría por desprenderse) impidieron que el satélite fuera colocado en la órbita correcta.

Es una pena que un pequeño fallo como éste eche por tierra toda una misión, especialmente cuando empaña totalmente lo que podría haber constituido la entrada triunfal de Corea del Sur en la arena espacial. Pero demuestra una vez más que, como dijo Gene Kranz, en astronáutica el fallo no es una opción, y cualquier pequeño error puede resultar catastrófico.

En cualquier caso, está claro que se trata de un fallo fácilmente solventable, quedando por otra parte demostrada la capacidad del nuevo lanzador Naro/KSLV-1 para proporcionar a este país asiático su ticket de entrada en el club espacial. Y poco más, ya que la escasa capacidad de carga del cohete no le hace válido para lanzar satélites realmente útiles, habiendo sido más un primer paso para adquirir la tecnología necesaria para desarrollar futuros lanzadores realmente operativos; algo que, lamentablemente, en la actualidad está en entredicho, como os contaba por aquí a finales del pasado año.

19 agosto 2009

¿Explosión de un Delta II?

Eso es lo que pensaron muchos de los espectadores que contemplaban el lanzamiento de un satélite de la constelación GPS a bordo de un lanzador Delta II el pasado lunes 17, desde Cabo Cañaveral. Afortunadamente, se trataba sólo de una ilusión óptica: el lanzamiento fue un éxito.


Sin embargo, no es de extrañar la interpretación que muchos de los testigos presenciales dieron al extraño fenómeno que se desarrollaba ante sus ojos: siguiendo la estela dejada por el lanzador, pudo observarse cómo, al llegar a su punto más alto, ésta se transformaba en una nube rojiza con el aspecto de una gran bola de fuego, para luego comenzar a caer rápidamente hacia la tierra. La interpretación parecía obvia: el cohete había estallado en pleno vuelo, precipitándose después al vacío.


Pero no: todo había sido un efecto óptico causado por la luz del amanecer, que convirtió en roja una nube atravesada por el cohete durante su ascenso, a lo que se le añadió la ilusión causada por la curvatura terrestre. Esta última era la culpable de que pareciera que el cohete caía hacia el suelo: en su trayectoria buscando la tangente a la órbita, empezando a volar casi paralelo a la superficie terrestre, parecía como si el cohete estuviera cayendo, cuando en realidad simplemente estaba siguiendo la curvatura de nuestro planeta. Un efecto que ya hizo encogerse los corazones de algunos de los pioneros soviéticos que contemplaron aquel primer lanzamiento espacial, el del Sputnik, haciéndoles temer que el lanzamiento pudiera haber sido un fracaso.

Fotos: Red Huber, Orlando Sentinel.

Podéis ver otra foto de un aficionado, con menos calidad pero no menos impresionante, aquí.

TKS: ¿el ave Fénix del espacio?

Fue la noticia del día ayer en el mundillo espacial, tras el anuncio oficial realizado en el MAKS, el Salón Internacional de la Aeronáutica y el Espacio celebrado en Moscú. La empresa Excalibur Almaz anunciaba su proyecto de hacer resurgir de sus cenizas a un antiguo “fósil” de la carrera espacial, la cápsula TKS de la era soviética, para utilizarla en misiones orbitales comerciales.

Como sabéis, la TKS fue algo así como la alternativa del diseñador Chelomei a las Soyuz de Korolev, una nave tripulada diseñada principalmente para dar servicio a la estación espacial militar Almaz, también fruto del mismo diseñador. Sin embargo, el devenir de los acontecimientos quiso que no sólo las Almaz terminasen volando al espacio “camufladas” bajo el apelativo Salyut de las estaciones civiles de Korolev (una gran humillación para el orgullo de Chelomei, que veía así su creación oculta para la historia dentro del programa se su rival), sino que, además, se utilizó la nave Soyuz para darles servicio, siendo arrinconada la TKS tras algunos vuelos no tripulados.

Ahora, la empresa Excalibur Almaz pretende resucitar las TKS para enviarlas al espacio en misiones privadas. No se trata únicamente de misiones de turismo espacial (aunque no se descartan), sino que se hace hincapié en que se ofrecerán a la industria y a los investigadores para realización de experimentos en microgravedad que no requieran de la infraestructura existente en la ISS, por ejemplo. Se tratará, por tanto, de vender servicios orbitales a quien esté dispuesto a pagar por ellos, ofreciendo la cápsula, el lanzamiento, y un cosmonauta tripulante, dejando sitio a bordo para dos investigadores que lleven a cabo la experimentación deseada por el cliente.

La empresa anuncia que podría llevar a cabo los primeros vuelos de pruebas en 2012, con una primera misión comercial para 2013. Veremos si realmente la propuesta llega a hacerse realidad, para lo cual dependerá en buena medida de la financiación y los clientes potenciales que puedan conseguir. De momento, la empresa parece bien respaldada, tanto por personajes de gran relevancia en el mundo espacial, como por acuerdos con grandes empresas del sector, como la norteamericana United Space Alliance, la europea EADS Astrium, o la japonesa Japan Manned Space Systems. Quién sabe, si todo sale bien para la nueva empresa, puede que veamos resurgir la TKS de Chelomei como un auténtico ave Fénix del espacio 50 años después de haber sido diseñada. Para que luego digan que en el sector espacial se trabaja con tecnología punta… (Foto: NPO Mashinostroyenia)

13 agosto 2009

Bye bye, Miss American Pie

Adiós, Luna. Adiós, Constellation. Adiós, sueños de gloria en el espacio. O, como dijo crípticamente Don MacLean en aquella bella canción sobre el final de los sueños… bye bye, Miss American Pie.

Y es que, aunque aún falte una semana para la publicación del informe oficial, y aunque lo que voy a decir no resulte una sorpresa para ninguno de los que hemos seguido de cerca la historia reciente del programa espacial norteamericano, las recientes revelaciones acerca de por dónde irá el futuro de la NASA son el último jarro de agua fría para quienes aún conservaban alguna esperanza de poder revivir los sueños de 40 años atrás, cuando por unos pocos años la Luna se convirtió en algo parecido al patio trasero de nuestro planeta.

La próxima semana, la Comisión Augustine, encargada de examinar en detalle la situación actual de la NASA y de proponer alternativas para la política espacial norteamericana en los próximos años, presentará sus conclusiones y recomendaciones a la Casa Blanca. Pero aunque tendremos que esperar hasta entonces para conocer las propuestas en detalle, y aunque tendremos que esperar bastante tiempo más para saber cuál es la decisión final de la Administración Obama al respecto, tenemos ya suficientes datos para predecir que el futuro es bastante gris para la agencia espacial norteamericana. No negro, porque realmente no es que vaya a estar peor de lo que ha estado hasta ahora en los últimos años… simplemente, todo apunta a que nos espera más de lo mismo.

No hemos encontrado ningún escenario viable que incluya la exploración” (tripulada, se entiende). Así de claras han sido las palabras de la ex astronauta Sally Ride, integrante de la Comisión Augustine. Evidentemente, con “escenario viable” se refiere a “dentro del presupuesto”. En la situación actual (que no difiere apenas de la que se viene repitiendo en las últimas décadas) no hay dinero para ir más allá de la órbita terrestre. Lo demás, es querer soñar despierto.

El presidente de la comisión, Norm Augustine, ha sido más sutil para decir lo mismo: “Será difícil, con el presupuesto actual, hacer algo que sea verdaderamente inspirador en el área del vuelo espacial tripulado”. En otras palabras: sin más dinero, seguiremos haciendo lo mismo en el espacio en los próximos años. Algo que, aunque no sorprenda en absoluto y aunque muchos nos lo temíamos desde el mismo momento en que Bush anunció sus grandiosos planes en 2004, parece matar las últimas pequeñas esperanzas que pudieran quedar ocultas en lo más hondo de cada uno de nosotros.

Pero, sobreponiéndonos a esta esperada decepción para dar paso a la crítica, lo verdaderamente indignante de todo esto es que haya sido necesaria una auditoría de una comisión independiente para echar por tierra todo lo que los responsables de la NASA venían declarando oficialmente en los últimos años. “El cohete Ares I es un diseño sólido que no sólo cumple los altos niveles de seguridad requeridos para un vehículo tripulado, sino que está dentro de presupuesto y plazos y cumple los requisitos de prestaciones con margen”, declaraba oficialmente en noviembre de 2008 el jefe de proyecto del Constellation a los críticos. Es sólo un ejemplo de las múltiples declaraciones oficiales de la NASA en los últimos tiempos acerca de lo bien encarrilado que estaba el proyecto tanto técnica como presupuestariamente. Algo que empezó a quedar claramente en entredicho tras algunas revelaciones que empezaron a surgir entre finales de 2008 y principios de 2009, pero las conclusiones de la Comisión Augustine son ahora mucho más drásticas, y prácticamente permiten acusar a quienes decían todo aquello de mentir flagrantemente:

Nos hallamos ahora mismo en un camino hacia un sistema que requiere el doble del presupuesto actual simplemente para operar”, comentaba Jeff Greason, otro miembro de la comisión. “Si Santa Claus nos trajera el sistema completamente terminado mañana –dijo, haciendo referencia al Constellation- y el prespuesto no cambiara, nuestra siguiente acción tendría que ser cancelarlo”. Es decir, no se trata sólo de sobrecostes, retrasos y problemas técnicos en el desarrollo del proyecto, que los hay, y grandes: es que ni siquiera el presupuesto da para poder usarlo una vez terminado.

La situación parece absurda, y es como para acusar de grave negligencia en el ejercicio de sus funciones al anterior administrador de la NASA, como poco. Aunque la realidad es que, lamentablemente, en estas ligas hace tiempo que se juega así: da igual que sepamos que no vamos a tener dinero para operarlo; mintamos lo que haga falta con tal de terminarlo, que luego alguien tendrá que darnos el dinero, nadie será tan loco como para aparcar lo que nos ha costado tanto dinero conseguir. Al fin y al cabo, más o menos eso pasó con el Shuttle, ¿no? Supongo que así pensaba Mike Griffin. ¿Deshonesto? Sí, pero ya sabemos, todo es política, y así funcionan las cosas, tristemente.

Pero los planes se han torcido, la Comisión Augustine ha sacado a la luz la realidad del programa antes de que éste se haga realidad, de modo que ahora que aún se está a tiempo lo más lógico parece cancelarlo. Por supuesto, hay otra opción: aumentar los presupuestos de la NASA. Pero hace ya mucho tiempo que dejamos de soñar…

En fin, seguiremos esperando a ver cuál es el resultado final de esta dura etapa para el programa espacial norteamericano. Y no me refiero a esperar las conclusiones de la comisión… ya más o menos sabemos hacia dónde apuntan, y, por otra parte, la historia nos dice que no siempre los presidentes han hecho caso a las recomendaciones de comisiones similares, terminando por adoptar a veces políticas completamente distintas. En cualquier caso, la duda queda más bien en torno a cuándo se retirará el transbordador definitivamente y cuál será el sistema que lo reemplace. Lo que se hará con este nuevo sistema, creo que queda bastante claro: durante muchos años, más de lo mismo.

10 agosto 2009

Llevar la antorcha

Wayne Hale es un alto directivo de la NASA, que ha trabajado durante décadas como director de misión en el Centro Espacial Johnson. Pero también es un gran comunicador: algunos de sus discursos a los miembros de su equipo son legendarios entre el personal de la NASA. Es franco, directo, y sabe hablar. Además, casi todos lo definen como un gran líder. Personalmente, a través del conocimiento indirecto que tengo de él, es alguien que me cae muy bien, y he visto ya varias veces calificarle como “un gran tipo”. Hoy os traigo unas palabras que escribió en ocasión del 40º aniversario de la llegada a la Luna, pero que parecen más dirigidas a todos aquellos que están atravesando por un mal momento dentro de la NASA. Un mensaje que, aunque parezca un estereotipo de ciertas películas americanas, me ha parecido tremendamente poético y no me he podido resistir a recogerlo aquí. Os dejo con Wayne Hale:

Ya he dicho otras veces que la exploración del espacio me recuerda a los relevos de la antorcha olímpica. Así que aquí va un mensaje para todos esos corredores de relevos entre vosotros que lleváis la antorcha cada día en vuestro trabajo, para los que os habéis retirado ya de la carrera, y para los que soñáis con llevar el fuego algún día.

No todo el mundo consigue subir la antorcha por los peldaños del estadio y encender el pebetero en presencia de cientos de miles y en presencia virtual de decenas de millones. Sólo unos pocos llevan la antorcha en los momentos de gloria.

No todo el que lleva la antorcha es recordado, incluso son pocos los nombres que llegan a anunciarse públicamente.

No todo el mundo lleva la antorcha por las cimas de las montañas, sólo un puñado portan el fuego a través de paisajes magníficos.

No todo el mundo consigue llevar la antorcha mientras es aclamado por los gritos de una multitud enardecida.

Alguien tiene que llevar la antorcha bajo la lluvia, alguien tiene que llevar la antorcha por el valle, alguien tiene que llevar la antorcha por las zonas industriales y por las ciénagas. Alguien incluso tiene que llevar la antorcha por lugares en los que la gente los abuchea.

Pero hay que llevar la antorcha. Para que la llama alcance su objetivo, para que las multitudes vitoreantes consigan ver al último corredor llevar la antorcha hasta lo alto, hay que llevarla.

La exploración del espacio es así. Algunos días son gloriosos, algunos son horribles, y la mayor parte de los días pueden ser aburridos.

Pero si tropezamos, y la antorcha cae, y la llama se apaga, entonces todos los sueños y el sudor de todos los que nos precedieron habrán sido en vano. Y todas las esperanzas de aquellos que podrían haber llevado la antorcha después de nosotros se desvanecerán en la noche.

Nosotros no elegimos la parte de la carrera en la que queremos correr. Simplemente llevamos la antorcha.

Celebremos con aquellos que llevaron la antorcha en los días de gloria. Sepamos que los días de gloria volverán de nuevo.

No olvidemos sujetarla en alto, incluso en los momentos corrientes, incluso en presencia de los que abuchean.

Porque los que llevan la antorcha, llevan el futuro en sus manos.

Porque incluso si tienes que correr a través del desierto y no oirás nunca las aclamaciones de la muchedumbre, estarás llevando el fuego.

Y lo bien que hayas corrido tu tramo es la única recompensa que realmente merece la pena tener.

Wayne Hale (Foto: Paul Slaughter)

31 julio 2009

Un mes sin cambiarse de calzoncillos

No es coña, no. Ya sabemos que los astronautas no pueden llevar una higiene personal como la nuestra, que sus cambios de ropa interior suelen realizarse cada dos días, y que darse una ducha en ingravidez, aunque posible, es un proceso tan complicado, lento y laborioso, que la mayoría optan por prescindir de ello y limpiarse periódicamente con toallas húmedas. No, vivir en el espacio no es siempre tan maravilloso como desplazarse flotando, hacer cabriolas, jugar con gotas de agua flotantes o mirar la Tierra por la ventanilla. Pero ¿qué pensaríais si os dijeran que tenéis que pasar un mes sin cambiaros de ropa interior? Es más… ¿qué pensarían los que tenéis alrededor?

Pues esto mismo es lo que ha hecho el japonés Koichi Wakata, que ha pasado cuatro meses y medio en la Estación Espacial Internacional como miembro de la expedición 20, y que, si no hay problemas, volverá a tierra hoy mismo a bordo del transbordador Endeavour. Mientras los demás miembros de la tripulación seguían las normas habituales de cambiarse la ropa interior cada dos días y las camisetas una vez por semana, Wakata decidió que podía vivir sin cambiarse de ropa durante todo un mes. Durante su estancia en la estación, sólo ha usado cuatro juegos de camisetas, calcetines y calzoncillos. Todo un récord del ahorro, pero uno piensa… ¿a qué coste, para él y sus compañeros?

A bordo de un vehículo espacial, los cambios de ropa deben ser por fuerza limitados. No hay manera de lavar la ropa, no hay lavadoras ni secadoras, y la ropa usada simplemente se tira y se cambia por ropa nueva. Para estancias prolongadas, esto supone un importante volumen y peso en ropa, que hay que intentar minimizar. Estudios realizados a lo largo de la historia del programa espacial han demostrado que es seguro usar la misma ropa interior durante dos días seguidos sin que se inicie la proliferación bacteriana, y que en el caso de pantalones y camisetas el periodo puede extenderse hasta una semana. Otra cosa es el olor, y aunque no se suela hablar mucho de ello, es sabido que la vida a bordo de una estación espacial se realiza en convivencia con un cierto “olor a humanidad” que los filtros del sistema de reciclado de aire no son capaces de eliminar por completo, aunque han mejorado mucho en la ISS frente a estaciones anteriores. Afortunadamente, el “shock odorífero” se sufre principalmente cuando se llega por primera vez a la estación, luego el olfato se acostumbra a ese olorcillo de fondo hasta apenas notarlo. Tengamos en cuenta, además, que en microgravedad se tiende a transpirar más, y que los hábitos higiénicos, aunque estrictos, no son equiparables a los que seguimos en la Tierra. Por ejemplo, aunque la ISS dispone de ducha, pocos astronautas o cosmonautas deciden usarla, algo que viene siendo así desde los tiempos del Skylab y las estaciones Salyut, donde se experimentó con estos elementos por primera vez. Aunque el dispositivo se ha seguido incluyendo en todas las estaciones espaciales desde entonces, su popularidad entre la tripulación queda de manifiesto sin más que decir que en la Mir pasado un tiempo decidieron arrojarla al exterior para hacer sitio. No, las duchas espaciales no son nada populares entre sus usuarios, que prefieren optar por una limpieza corporal periódica con toallas húmedas frente a la experiencia de unas gotas de agua esféricas que estallan al tocar el cuerpo, extendiéndose como una película que luego resulta casi imposible de quitar, mientras se usa un dispositivo respiratorio especial para evitar aspirarlas y frente al trabajo que supone tener que absorber cuidadosamente con una aspiradora hasta la última partícula de humedad del compartimento antes de salir de él. Tras una primera experiencia en una ducha espacial, pocos son los atrevidos que osan repetir.

En este contexto, la actitud de Wakata podría parecer no sólo desconsiderada para con sus compañeros, sino incluso arriesgada para la salud de la tripulación. ¿Vestir durante un mes entero la misma ropa, incluidos calcetines y calzoncillos? ¿Cambiarse cuatro veces en cuatro meses y medio? ¿Y a éste no le echan del cuerpo de astronautas?

La realidad es que Wakata no es un guarro sin miramientos, sino que simplemente ha seguido las directrices de la agencia espacial japonesa JAXA, que ha querido probar en el espacio una nueva ropa especial con un sistema antiolores y antibacterias que permita hacer lo que ha hecho Wakata sin que el resto de la tripulación huya despavorida a su paso. Además, el tejido es antiestático, absorbente y retardante al fuego. Y, al parecer, el experimento ha sido todo un éxito, y según comenta el astronauta japonés en una entrevista, sus compañeros de tripulación no se han quejado. Mientras contaba esto desde el espacio, sus compañeros no podían reprimir las sonrisas traviesas.

Ahora, frente a la costumbre habitual de cargar la ropa usada como basura en naves Progress para su destrucción durante la reentrada, Wakata traerá a la Tierra la ropa que ha vestido durante su misión para que sea analizada y así poder evaluar con rigurosidad el éxito del nuevo diseño. Si todo sale bien, podríamos estar ante una pequeña revolución en cuanto a la vestimenta espacial. Eso sí, no me gustaría estar en el pellejo de quienes tengan que analizar los calzoncillos usados durante un mes por Wakata… (Foto: Tony McNicol)

30 julio 2009

El culebrón Constellation-Augustine continúa…

Y encima se suma Griffin. Ya comentaba yo por aquí no hace mucho que no me extrañaría nada volver a oírle intervenir para defender “su” Constellation del alma, aunque ya no tenga cargo alguno en la NASA (ahora cobra otro buen sueldo como profesor de postín en la Universidad de Alabama en Huntsville). Y es que este hombre no se calla ni debajo del agua…

Lo último ha sido su contribución a la Comisión Augustine. Griffin ha sido invitado por la comisión a presentar su punto de vista sobre el programa Constellation y el futuro de la NASA, y el ex administrador no sólo ha accedido encantado, sino que se ha asegurado de que su carta a la comisión se haga pública a través de los servicios de prensa de su universidad, para que nos enteremos todos de su punto de vista. Vamos, que ha aprovechado la ocasión para volver a hacer un discurso de cara a la opinión pública y, sobre todo, a los políticos.

Pues bien, tengo que decir que personalmente su carta me ha parecido decepcionante, por decirlo de forma suave. Ya que la carta es excesivamente larga para reproducirla aquí, y además es irrelevante en buena parte de su extensión, la resumiré y traeré sólo algunos pequeños extractos de mayor relevancia para comentarlos.

La carta de Griffin se puede definir como un discurso político, y en ocasiones puede decirse que destila cierta vanidad, como cuando declara que “Mi visión por supuesto está influida por mi reciente cargo, durante tiempos muy turbulentos, como Administrador de la NASA. Sin embargo, la importancia de esta visión reside en observaciones realizadas y conclusiones alcanzadas a lo largo de una larga carrera, de ahora ya más de 38 años, en la industria aeroespacial y de defensa de nuestra nación”. Vale, señor Griffin, no creo que nadie cuestione su experiencia y formación técnica, sobradamente conocida en el mundillo; pero ¿no cree que precisamente por eso sobraba repetirlo, especialmente a los expertos miembros de la comisión?

Luego vienen los lamentos: “Mientras escribo esto, la NASA y el programa Constellation están siendo objeto de una amplia aunque superficial crítica”. Y poco más adelante parece que deriva hacia la intimidación: “Su comisión asume una pesada responsabilidad. (…) Debe presentar opciones, pero lo que diga sobre los méritos de cada una de estas opciones importará. (…) Por otra parte, no todas las opciones que le están presentando son, de forma totalmente honesta, responsables, sensibles, o dignas de una gran nación”. Poco más adelante vuelve a los lamentos, hablando en concreto de la actual arquitectura del Constellation pero de forma completamente vaga e irónica: “Como dije en otro sitio recientemente, vuestros gráficos siempre tendrán mejor aspecto que mi realidad”. En el fondo, es todo pura palabrería, pero os presento estos ejemplos para expresaros mi decepción por el contenido y el tono de la carta de Griffin; sinceramente, yo esperaba una exposición más objetiva a favor del actual programa Constellation, no una colección de palabrería entre política y “Vito Corleone”.

Tras esta deprimente introducción (disculpad los adjetivos, esto es un análisis totalmente personal y es simplemente mi opinión), Grffin parece entrar un poco en materia… pero lo hace para quejarse amargamente de los presupuestos. De hecho, se pone a hablar de cómo han evolucionado los presupuestos de la NASA desde 1993. Vale, estupendo, todos sabemos que la cosa no es para tirar cohetes, ¿pero a qué viene esto? Griffin y el programa Constellation en su configuración actual empezaron a desarrollarse en 2005, con unos presupuestos determinados; ¿a qué viene lamentarse de que habían venido bajando desde 1993? También podría haber llorado por no tener los presupuestos del Apollo… Perdonad, pero es que no es serio, parece más una rabieta de niño que un informe objetivo elaborado por parte de quien ha sido todo un Administrador de la NASA. Claro que lo que pasa es otra cosa: que, como decía, la carta es cien por cien pura política, y como tal, palabrería que no hace más que desviar la atención de los hechos que se están escrutando.

La mención a los presupuestos sólo se centra en lo que nos ocupa cuando menciona que “si la NASA estuviera recibiendo hoy la asignación presupuestaria que se estipuló cuando se anunció la Visión para la Exploración en enero de 2004, esta comisión no existiría”. Es decir, se queja de que no le dieron el dinero prometido y que por eso ahora el Constellation tiene problemas. Y es cierto que no se cumplieron las promesas: si miramos lo que dijo Bush el 14 de enero de 2004, la NASA tenía un presupuesto para los próximos cinco años de 86 millardos de dólares, y Bush ofrecía incrementarlo ligeramente hasta 87 para ese periodo (un 1,1% más en total para esos 5 años); el resto tenía que salir de dentro de la agencia (“canibalizando” otros programas, algo de lo que me quejé amargamente en su día). Pero la realidad es que el presupuesto de la NASA durante esos 5 años ni siquiera llegó a la previsión inicial de 86.000 millones, sino que se quedó en 81.100. Efectivamente, la NASA ha tenido 6.000 millones menos de los prometidos durante los últimos 5 años, y Griffin hace bien en recordarlo. Lamentablemente, esto no lo justifica todo; especialmente, no justifica los serios problemas técnicos actuales o las acusaciones de haber pasado por alto alternativas más inmediatas y económicas.

Luego entra al grano con la arquitectura del programa Constellation: “se está diciendo por varios sitios que el diseño de la NASA para acceso a LEO, Ares I, está gravemente equivocado”. A continuación, expone que no se va a poner aquí a razonar técnicamente por qué cree que esto no es cierto, porque esa información la pueden recabar de la NASA, y tiene razón en que no es el lugar, y estoy seguro de que el personal de la NASA ya se habrá ocupado de argumentarlo convenientemente. Pero lo que me parece totalmente fuera de lugar es su discurso político posterior, que, desde mi punto de vista, le deja además “con el culo al aire” en cuanto a que parece indicar que no había sólidos motivos detrás de la decisión de construir un lanzador nuevo en lugar de usar uno ya existente. Reproduzco aquí esa parte completa:

El asunto más crucial atañe a esa opinión tan cacareada de prohibir a la NASA que desarrolle un nuevo sistema para acceso tripulado a LEO, y que dependa únicamente de servicios comerciales. Es mi fundada opinión que la capacidad de un acceso tripulado al espacio independiente y garantizado es estratégica para los Estados Unidos. Afecta a nuestra posición en el mundo; es una demostración a nivel cultural, que dice mucho sobre el tipo de gente que somos o decimos ser. Dicho esto, se deduce que no puede dejarse únicamente a la discreción y la capacidad de entidades privadas, cuyos intereses nunca pueden ni deben ser los del gobierno, la aportación de esta capacidad. Una cosa es decir, como he dicho en muchas ocasiones, que deberíamos comprar servicios comerciales en lugar de usar los del gobierno cuando los primeros estén disponibles; y otra cosa totalmente distinta es que para la mera existencia de una capacidad estratégica seamos rehenes de los vaivenes del mercado comercial”.

¿Qué es lo que me choca profundamente de estas frases de Griffin? Que defiende el desarrollo del Ares I con la excusa (meramente política, por otra parte) de que es necesario desde un punto de vista estratégico para el país tener un sistema de lanzamiento propio de la NASA, en lugar de confiar en servicios comerciales. Dejando aparte que no creo que sea labor de la NASA decidir cuáles son los planes estratégicos para el país en materia de acceso al espacio (para eso están el Congreso y el Senado, aunque la NASA pueda y deba dar su opinión), Griffin está tergiversando los términos para reforzar su mensaje de que un sistema propio es imprescindible. En primer lugar, deriva su discurso hacia la parte comercial más débil, la que todavía no existe más que sobre el papel: los derivados del programa COTS, un programa encaminado a que empresas privadas desarrollen lanzadores y naves capaces de enviar primeramente carga, y en un futuro astronautas, a la órbita terrestre. Pero se cuida mucho de mencionar que ya existen otros sistemas comerciales ampliamente probados y que con pequeños cambios tendrían capacidad suficiente para cumplir esa misión, según se ha demostrado recientemente en contra de anteriores declaraciones de Griffin y su equipo, como serían los derivados del Atlas 5 y el Delta IV Heavy. Y que estos sistemas comerciales y otros similares están siendo utilizados en exclusiva desde hace décadas por las fuerzas armadas de los Estados Unidos para todas sus actividades en el espacio. Si el propio Departamento de Defensa de los Estados Unidos, la parte más estratégica de toda la nación, depende de sistemas exclusivamente comerciales para el acceso al espacio… ¿qué nos está contando, Sr. Griffin? No sólo nos suelta argumentos políticos que no son de su incumbencia: es que, además, son falsos. Yo no sé si el Ares es una buena elección o no, no tengo los datos para saberlo, se supone que ustedes sí. Pero si para justificarlo lo mejor que se le ocurre decir es que es necesario porque el país no puede permitirse depender de empresas privadas para la NASA cuando ya lo está haciendo en el campo de la Defensa, la impresión que me da es que debe tener muy poquitos argumentos de peso a favor del nuevo sistema. Si ésta es la mejor defensa del actual esquema del programa Constellation, apaga y vámonos.

Y para terminar, dedica prácticamente la segunda mitad de su carta a debatir sobre si es mejor ir a la Luna o a Marte. Bien es cierto que la comisión está haciendo un estudio amplio de la situación en la NASA, y sus conclusiones no sólo afectarán a la parte técnica y de gestión sobre cómo llevar a cabo el programa Constellation, sino que pueden afectar al fondo del mismo, es decir, a su objetivo de exploración espacial (que empezó bajo el eslogan “Hasta la Luna, Marte, y más allá”, poco después se quedó en la Luna y gracias, y a día de hoy puede que ya ni eso). Y también es cierto que Griffin, como cualquier otro, es libre de dar su opinión a la comisión sobre cuál cree que debería ser el objetivo a medio y largo plazo del programa espacial norteamericano. Pero personalmente me parece un poco fuera de lugar, la verdad; de hecho, me parece incluso un poco pedante por su parte ponerse a hablar de ello, aunque quizás exagero. Y es que se supone que ésa será una decisión de Obama y sus asesores, y que para tomarla han creado una comisión que les presentará diversas opciones al respecto. No sé hasta qué punto alguien le ha dado a Griffin vela en este entierro, o se la ha tomado él solito, que es lo que me da la impresión, y por ello me parece un poco pedante por su parte, al elevarse a debatir decisiones de un nivel que en principio ya no le corresponde.

Además, cuando hay lo que hay en juego, ponerse a hablar de si es mejor la Luna o Marte me parece bastante irrelevante. Lo que hoy está en juego es el acceso o no al espacio interplanetario por parte de astronautas norteamericanos. Está en juego la consecución de un sistema capaz de escapar a la atracción terrestre, o simplemente limitado a llevar astronautas a la órbita baja. Discutir si es mejor ir a la Luna primero, o directamente a Marte, me parece en este contexto un poco fuera de lugar.

Aunque quizás sea un último intento camuflado de defender el programa lunar. Porque en su carta, Griffin se opone a la misión marciana, alegando que no es el momento y que la Luna es un mejor objetivo por muchos motivos. Quizás Griffin teme que se cancele el programa lunar a cambio de vagas promesas de centrarse en un futuro programa marciano que nunca llegue a hacerse realidad. Puede que crea que ése podría ser uno de los argumentos de la comisión para cancelar la misión lunar sin mucho ruido, e intenta hacer lo posible por evitarlo. En cualquier caso, sinceramente, esa parte de su carta me parece bastante irrelevante a estas alturas, aparte de que sus argumentos a favor de la misión lunar frente a la marciana no dejan de ser vagos y variados, aunque sin olvidar entre ellos el argumento político: “abandonar el espacio circumlunar para otros mientras los Estados Unidos se embarcan en un proyecto a Marte, aunque sea un proyecto internacional, me parece geopolíticamente imprudente. Cuando otras naciones estén llevando a cabo misiones de perfil alto en la Luna y su espacio circundante, y nosotros estemos aún hablando de ir a Marte, ya no seremos vistos como los líderes en el espacio. Creo que eso importa mucho.

En fin, como decía al principio, la carta de Griffin me ha parecido decepcionante y vacía de contenido. La verdad es que esperaba una defensa más consistente del esquema del programa Constellation, pero lo que me he encontrado ha sido palabrería vacía. Espero que los técnicos de la NASA hayan podido dar un material más sólido a la Comisión Augustine para defender su trabajo, porque desde luego las palabras de Griffin no creo que hayan aportado mucho al respecto. Veremos en qué queda todo esto. ¿Quién dijo que en verano no hay noticias? (Foto: NASA)