29 octubre 2008

Von Braun: la espera sigue

Una simple actualización para aquellos que estáis esperando la biografía de Von Braun que tantas vicisitudes ajenas a ella está pasando en cuanto a fecha de publicación: aunque el último anuncio que hice aquí apuntaba al otoño (de hecho, sobre estas fechas), hay un último (espero) pequeño retraso por razones logísticas, que retrasará la salida hasta el cambio de año (aún no sé si finales de 2008 o primeros de 2009). Al menos ya está incluido en el catálogo de novedades de la editorial, algo se ha avanzado...

Gracias de nuevo a todos por vuestro interés y paciencia en esto, que está durando más que la obra de El Escorial...

28 octubre 2008

Apuntes rápidos sobre la actualidad espacial (un poco de todo)

Tengo el blog muy descuidado últimamente. Habitualmente cuando no publico nada nuevo en un tiempo es porque no tengo mucho que decir, a veces porque no hay noticias de relevancia, o a veces porque éstas son tan conocidas que poco puedo añadir (y en este blog me gusta intentar añadir algo más a lo que uno puede leer por ahí). Pero en este caso la causa es más simple: que últimamente estoy saturado y no tengo tiempo para casi nada. Una pena, porque me ha tocado esta época de saturación justo cuando China e India están añadiendo un poquito más de color al monotemático EE.UU.-Rusia (con breves pinceladas europeas) en el espacio.

¿Qué ha pasado últimamente que no he reseñado aquí? Realmente nada sobre lo que pueda añadir gran cosa, pero sí bastantes pequeños apuntes que al final van sumando para dar lugar a un articulillo largo como éste. Intentaré resumir:


1. India ha lanzado su misión de exploración lunar, Chandrayaan-1, la que marca un antes y un después en la política espacial de este gigante emergente. No me extenderé mucho más, porque las razones para hablar de ese antes y después ya las expuse hace algún tiempo aquí, así que os invito a leeros aquel artículo (quien no lo haya hecho), que sigue estando hoy plenamente vigente.

2. Entre tanto, Europa anuncia el probable retraso de su ambiciosa misión ExoMars hasta 2016. Ninguna sorpresa en este sentido, pues ya os anticipé hace muy poquito que las cosas se están poniendo serias a nivel presupuestario en la ESA, y que esta misión era una de las que veían seriamente recortado su presupuesto. El retraso parece la consecuencia directa y lógica de este recorte, aunque no se anuncie así.

3. Por otra parte, la Soyuz TMA-12 volvió a la Tierra el pasado viernes 24 de octubre sin novedad. Lo cual no tendría nada de particular si no lo hubiera hecho bajo la sombra de los dos retornos anteriores, realizados de forma balística por serios fallos sufridos durante el proceso de reentrada, que también comentamos en su día por aquí. Esta vez todo ha funcionado correctamente, y los rusos aseguran tener localizado el problema. Al parecer, todo ha sido provocado por un fallo “tonto”, como a menudo pasan estas cosas, simplemente por la exposición de los bulones pirotécnicos que provocan la separación entre módulos a una carga de electricidad estática durante demasiado tiempo. Esta electricidad estática parece estar motivada por las características de la órbita de la estación, sumida en el campo magnético terrestre y cruzando zonas bastante densas de iones en la alta atmósfera. Con el paso del tiempo, esta electricidad acumulada podría haber deteriorado la capacidad del explosivo para detonar frente a la señal eléctrica que debe activarlo. Ensayos en tierra han probado que ésta es una causa posible y probable, aunque el análisis que se efectuará sobre uno de los bulones de la Soyuz TMA-12, retirado previamente por los astronautas para su análisis en tierra tras meses de exposición al vacío del espacio, dará probablemente las respuestas definitivas. La solución al problema parece sencilla, y se implementará de inmediato en las próximas Soyuz.

4. Otra cosilla curiosa que comentar es que parece que los problemas en el desarrollo del lanzador norteamericano Ares I, sustituto del transbordador, se multiplican. Ya hemos hablado de algunos de ellos en diferentes ocasiones (aquí, aquí y aquí), y también he comentado en alguna ocasión que los problemas son algo normal en este tipo de desarrollos, y que lo importante es detectarlos en las fases iniciales del diseño, antes de que sea demasiado tarde para solucionarlos (por plazos y coste, principalmente). Pero la verdad es que lo que se está filtrando parece poner cada vez más oscuro el proyecto. No porque sean problemas sin solución, ya que, me reafirmo, casi siempre hay solución para estos problemas encontrados en las fases de diseño. Pero si los problemas se multiplican, y el diseño se complica excesivamente, y/o aumentan los costes y/o los plazos, la cosa puede ponerse muy malita para el proyecto. Alguien se podría preguntar, y con razón (muchos se lo preguntan hace años) si el proyecto está bien planteado desde un principio. Algunas voces ya dicen que si esto sigue así, el proyecto puede sufrir un severo hachazo por parte de la próxima administración norteamericana.

¿Cuáles son los problemas actuales? Pues parece que se ha descubierto que, por razones intrínsecas al diseño del cohete, prácticamente una leve brisa puede hacer que choque contra la torre de lanzamiento durante el ascenso, lo cual no es muy divertido. Otro problema está detectándose en la separación entre etapas, pues no parece claro cómo evitar que residuos de propulsante en la etapa sólida tras su agotamiento no se enciendan espontáneamente tras la separación, provocando un choque entre las etapas recién separadas. Que tampoco da risa. Repito, todo esto es solucionable, pero empezamos a estar en fases relativamente avanzadas del proyecto para descubrir estas cosas: ya empiezan a resultar caros y costosos en tiempo los rediseños. Y, según dicen anónimamente algunos involucrados, parece que cada intento de solucionar algo estropea otra cosa (típico en sistemas complejos). Son significativas las palabras de un ingeniero del proyecto, bajo condición de anonimato: “Si ponen el suficiente empeño, volará. Pero va a haber tantos compromisos para ser capaces de lanzarlo, y va a estar tan fuera de presupuesto y de plazos, que casi sería mejor que no volase nunca”. Parece que el disgusto y el nerviosismo crece entre el equipo técnico, y ya ha habido dimisiones por no estar de acuerdo con la forma en que se lleva el proyecto. El Administrador Griffin se defiende de las críticas: “No ha habido nunca un sistema aeroespacial que se haya desarrollado sin problemas, y probablemente nunca lo habrá. Al final, la NASA siempre los ha solucionado, y los solucionaremos esta vez también”. Estoy de acuerdo al cien por cien con sus palabras; la cuestión es a qué coste se solucionarán los problemas esta vez, si de verdad el asunto es tan serio como algunos apuntan. Veremos en qué queda todo. Un interesante artículo sobre el tema, en inglés, lo podéis leer aquí (no dice todo, pero lo que dice es muy jugoso).

5. Y por último, decir que en los Estados Unidos ya se cerró completamente, con todas las bendiciones, la autorización para comprar más asientos en las Soyuz entre 2011 y 2016. Sí, ya anuncié que el Congreso lo había aprobado, y anuncié que se daba por prácticamente segura la aprobación en el Senado, como así fue. Luego el presidente lo ratificó también (será por firmas…), y finalmente la NASA ha hecho uso de la autorización emitiendo la solicitud formal para que se inicie la negociación de precios con Rusia para usar sus naves durante ese periodo. Frente a rumores anteriores sin fundamento (pura palabrería política) de que quizás no hiciera falta comprar Soyuzes porque se primaría el uso de alternativas privadas norteamericanas, la petición de la NASA deja claro que no hay ninguna alternativa a la que esperar: “cómprense Soyuzes pero ya, y déjense de estupideces”, dice la orden de la NASA, aunque de forma más políticamente correcta que con esa frase. Luego añade, para quedar bien, que esto no supone cerrarse para el futuro a las ofertas que pueda presentar cualquier tercero para transporte de carga y tripulaciones, pero deja claro que nadie va a quedarse sentado esperando que aparezcan esas hipotéticas naves maravillosas: primero las Soyuz, luego si sale algo más, estupendo, y ya veremos. ¿Alguien esperaba otra cosa?

6. También comentar, ya de paso, que he presentado el blog al concurso del diario “20 minutos”, los Premios 20 blogs. ¿Con la esperanza de ganar? Ni loco, ni siquiera espero quedar entre los 20 primeros de la categoría. No, no es falsa modestia, es la dura realidad: soy perfectamente consciente de que escribo sobre un tema tremendamente minoritario, que interesa sólo a cuatro gatos (bastante fieles, eso sí; muchas gracias). Pero lo presento al concurso precisamente por eso: porque simplemente que aparezca en la lista de candidatos a los premios es como ponerlo en un escaparate, que puede darlo a conocer a algún otro loco del espacio que aún no se haya enterado de que existimos. Simplemente. Eso sí, cualquier voto es bienvenido, siempre le dará un poquito más de visibilidad subir ligeramente en el escalafón…

Y acabamos: creo que eso es, más o menos, todo lo que no he podido comentar en la última semana. Una semana que para mí ha sido bastante intensa, la verdad: andaba por Roma, en un congreso espacial, rodeado de gente de la NASA, ESA, Roskosmos, JAXA (Japón), CSA (Canadá), CNSA (China) y representantes de la industria internacional. Y allí estaba yo, españolito de a pie, en representación de mi empresa, recién llegados como quien dice a esto del espacio. Ha sido una semana larga, pero muy interesante; y estar en Roma siempre es una gozada, lástima que apenas haya habido tiempo para disfrutarla. Pero bueno, ya estoy de vuelta, sumergido en la vorágine, y espero seguir sacando ratillos para mantener el blog en su estado de actualización habitual. ¡Saludos!

13 octubre 2008

China en el espacio (de nuevo)

Hace tres semanas, China llevó a cabo su tercera misión espacial tripulada (disculpad el retraso en hablar sobre ello, pero es que he tenido una temporada complicada), pero se diría que ha sido la primera. Me refiero a la gran expectación mediática que ha levantado, no comparable a ninguna otra misión rusa, norteamericana o europea de los últimos tiempos. Una expectación que en el fondo no tenía justificación, salvo por el hecho de ser China el país que la llevaba a cabo. Lo cual en el fondo tampoco era tan relevante, al ser ésta era su tercera misión de este tipo, con lo que la demostración de su capacidad ya se había realizado años atrás. Pero parece que el amplio lapso temporal transcurrido entre una y otra misión tripulada de este gigante oriental al final juega a su favor en términos publicitarios: de cara a la opinión pública, cada misión parece así ser la primera.

La verdad es que el asunto da qué pensar. Porque a nadie se le escapa que uno de los motivos de la actividad espacial tripulada es el prestigio nacional, los réditos políticos que proporciona tanto a nivel doméstico como internacional. Así que uno se pregunta si, extrañamente, no resultará más rentable desde este punto de vista espaciar las misiones que llevar a cabo un programa espacial tripulado de alto nivel, como el ruso o el norteamericano, por ejemplo. Porque no podemos negar que probablemente los chinos han conseguido más minutos de radio y televisión con sus tres únicas misiones, que las otras potencias con su presencia continua en el espacio durante este periodo. Curioso.

Y es que lo cierto es que esta misión china no merecía, desde un punto de vista objetivo, la publicidad que ha recibido. Sí, era la primera vez que tres taikonautas (el palabro ese que se han inventado para los astronautas chinos; maldita manía ésta de llamar a la misma profesión de mil formas diferentes en función de la nacionalidad) subían al espacio en una misma nave. También era la primera vez que uno de ellos iba a realizar una salida al exterior (lo que los medios suelen llamar “paseo espacial”, aunque tenga poco de paseo). Pero, siendo sinceros, ninguno de estos hechos era un avance realmente revolucionario, en ningún sentido.

Para China era un paso necesario. En cada misión, avanzan un poquito más, ganan un poco más de experiencia de cara a misiones de mayor complejidad. Así, su primera misión (octubre de 2003) fue la prueba de fuego, destinada a probar su capacidad para poner hombres en el espacio, y se llevó a cabo con un solo ocupante en el interior de la nave como elemental medida de precaución. Esta misión sí fue un hito, y sí mereció la publicidad que recibió, al representar la entrada de China en el selecto club de los países con capacidad para poner hombres en el espacio, y al demostrar la capacidad tecnológica de aquel país, que había desarrollado toda la infraestructura con medios propios (bueno, y algo de ayuda rusa, que no quita mérito a lo conseguido). Pero desde entonces, las demás misiones no han supuesto apenas avances reales significativos, siendo, como decía, simples pasitos necesarios para ganar experiencia. En la segunda misión, dos taikonautas subieron al espacio; en esta tercera, su número subió a tres (el máximo para el que está diseñada la nave Shenzhou) y uno de ellos salió al exterior. Teniendo en cuenta que hoy en día no hay ningún misterio acerca de las EVAs o actividades extravehiculares, no parece que ésta fuera una misión digna de la atención que ha recibido.

Efectivamente, hace 40 años salir de la nave era una aventura. Nadie sabía muy bien cómo iba a reaccionar el astronauta, qué sensaciones iba a recibir, cómo se iba a comportar el traje, cómo podría desplazarse o llevar a cabo ciertas tareas… Y de hecho, las primeras EVAs por parte tanto rusa como norteamericana fueron pequeñas aventuras no exentas de tensión y problemas. Pero hoy no hay nada desconocido al respecto: hoy se sabe todo sobre las EVAs, sabemos cómo entrenar a los astronautas para llevarlas a cabo con éxito, y cómo diseñar los trajes más adecuados para realizarlas. Ello no quita para que sigan siendo actividades que entrañan un cierto riesgo, pero no por ello dejan de ser actividades más o menos rutinarias dentro de la actividad espacial.

Para China, la EVA suponía un entrenamiento que debía ensayarse en una misión real, una actividad que debía llevarse a cabo para adquirir experiencia de primera mano en su ejecución. Pero, más allá de la experiencia operativa (la adquirida por el taikonauta y por los equipos de seguimiento desde tierra), la actividad no tenía nada de demostración tecnológica, nada que la hiciera de forma objetiva destacable frente a anteriores misiones chinas. Bien, quizás estoy siendo algo injusto: sí hubo una demostración tecnológica, y fue la prueba del primer traje espacial chino para EVAs, desarrollado con tecnología nacional aunque basado en el diseño del traje Orlan ruso. Pero esto, sin querer quitarle importancia, no parece que sea algo revolucionario. Y teniendo en cuenta que hoy día contamos en la Tierra con cámaras de vacío capaces de simular en buena medida el medio espacial, tampoco puede decirse que fuera la prueba de fuego para el diseño del traje chino: hubiera sido una verdadera sorpresa que el traje se comportase de forma imprevista, después de todos los ensayos a los que sin duda fue sometido en tierra.

Puede parecer que estoy intentando quitar importancia a esta tercera misión tripulada china, y no es eso exactamente. Simplemente, intento poner los pies en el suelo frente a la exagerada publicidad que se le ha dado en todos los medios. Porque si China ya demostró hace 5 años lo que es capaz de hacer en el espacio, ¿a qué venía ahora esta sorpresa ante una misión no demasiado diferente a las anteriores, y de complejidad muy inferior a las que cotidianamente llevan a cabo las otras potencias sin recibir la más mínima atención pública? Como decía al principio, resulta curioso que el hecho de llevar a cabo 3 misiones en 5 años resulte más rentable publicitariamente que realizar varias misiones al año…

El problema es, sin duda, la mala memoria de los periodistas y el público en general cuando se tratan temas de este tipo. De una vez para otra, parece que todo el mundo se olvida de que China podía hacer estas cosas, y así, cada misión resulta una sorpresa para la opinión pública. Más triste es que, de una vez para otra, los periodistas sigan repitiendo las mismas “leyendas urbanas” sin base alguna y que ya han sido ampliamente desmentidas.

Me refiero, por ejemplo, a la tan repetida historia de que los chinos pretenden enviar un hombre a la Luna hacia 2020. Es algo que volvemos a oír una y otra vez siempre que, por la razón que sea (y la misión de la Shenzhou-7 era una buena ocasión) se habla del programa espacial chino.

Y es que, como ya dije hace unos años, esto no sólo es poco menos que increíble a poco se conozca algo sobre la realidad espacial china, sino que, además, nunca se ha anunciado algo así por parte de los responsables de su programa espacial.

Lo que sí se ha anunciado, y es lo que probablemente ha llevado a la confusión a multitud de periodistas (que luego se copian unos a otros en lugar de buscar las fuentes) es una misión ROBÓTICA a la Luna, de recogida de muestras, hacia 2017 aproximadamente. Otras misiones lunares, también robotizadas, se prevé que precedan a esta espectacular misión que deberá traer a la Tierra muestras de nuestro satélite. Pero nadie ha dicho nunca que ninguna de estas misiones vaya a ser tripulada, todo lo contrario.

¿Quiere esto decir que China no se plantea misiones tripuladas lunares? Es difícil decirlo, pues el programa espacial chino sigue estando rodeado de un cierto halo de misterio, ni mucho menos como el que en su día rodeara a su equivalente soviético, pero bastante superior a la transparencia que es habitual hoy en día en estas materias. Pero lo que sí podemos decir es que, si acaso se plantease algo así, debería ser necesariamente a bastante largo plazo.

La evidencia la tenemos delante de nuestros ojos, para aquellos que quieran verlo: a un ritmo de 3 misiones en 5 años, difícilmente se desarrollarán los vehículos y procedimientos necesarios para un alunizaje tripulado en un plazo razonable. De hecho, los anuncios oficiales más recientes para la próxima década en cuanto a vuelos tripulados parecen centrarse en el desarrollo de pequeñas estaciones espaciales de tipo Salyut, pero nada de misiones tripuladas lunares.

Bien es cierto que, si una misión tripulada de alunizaje queda aún muy lejana para la realidad espacial china, llevar a cabo una misión circunlunar no sería tan complicado. Al fin y al cabo, equipando la Shenzhou con un módulo de propulsión adecuado, que debería ser enviado al espacio en un lanzamiento aparte con posterior acoplamiento en órbita, podrían llevarse a cabo misiones como la del Apollo 8, o como las que pretendían llevar a cabo en su día los rusos con su programa L1 (y en la actualidad de nuevo en estudio para misiones comerciales de turismo espacial).

Para ello sería de mucha utilidad el CZ-5, el nuevo lanzador pesado chino actualmente en desarrollo, con fecha prevista de entrada en servicio (si no hay retrasos) en 2013. Pero aún habría que desarrollar el módulo propulsivo, del cual no se tiene ninguna evidencia de que esté siquiera en consideración a día de hoy. Siendo optimistas y haciendo hipótesis en ese sentido, podríamos esperar una misión circunlunar china antes de 2020, pero la realidad es que en la actualidad no hay nada que respalde la hipótesis de que éste sea uno de los objetivos chinos. En cualquier caso, una misión de alunizaje queda fuera de cualquier consideración: con el CZ-5 se necesitarían 3 lanzamientos (uno para la Shenzhou básica, otro para el módulo propulsivo, y otro para el módulo de alunizaje), lo cual lo haría prácticamente inviable: cualquier problema con uno de los lanzamientos, o con cualquiera de los acoplamientos, podría hacer fracasar la misión; con tres lanzamientos, el riesgo es excesivo. Además, que sepamos no existe ningún módulo de alunizaje ni propulsivo en desarrollo a día de hoy. Pensar en esto no son más que especulaciones sin mayor motivo.

Lo que podemos decir con lo que conocemos a día de hoy, es que el programa espacial chino seguirá desarrollándose en los próximos años en términos similares a los actuales: con avances paso a paso, en misiones ampliamente espaciadas (por motivos económicos, simplemente), encaminadas a ir adquiriendo experiencia en actividades orbitales, y con la intención declarada de crear pequeños laboratorios espaciales, pequeñas estaciones similares a las que desarrollaron rusos y americanos en la década de los 70. Un programa espacial sin duda digno de admiración, pero del que a veces sorprende la expectación levantada en medios occidentales. Será que a día de hoy aún nos cuesta creer que los chinos hayan alcanzado este nivel tecnológico. Tendremos que ir “cambiando el chip”… (Imagen: EG365, vía China.org)

(Artículo preparado para Infoastro)

11 octubre 2008

La crisis llega a la ESA

Esta es una de esas noticias que raramente veréis publicadas. Más que nada, porque no es algo a lo que apetezca dar publicidad desde el lado institucional, y porque en nuestro entorno prácticamente no existen periodistas especializados en temas espaciales que indaguen en lo que no se cuenta.

Pues bien, lo cierto es que esta semana (hace apenas tres días) la ESA cambió drásticamente sus objetivos de cara a la próxima reunión ministerial de países miembros de noviembre (una de esas reuniones donde se discuten los presupuestos y prioridades de la agencia). Este cambio drástico consistió en un recorte de casi un 40% en el presupuesto previsto para los próximos años. Es una consecuencia directa de la crisis económica que parece agravarse por momentos, y supondrá un duro jarro de agua fría para todos los que veíamos con optimismo el futuro de Europa en el espacio.

En la práctica, el recorte supone que prácticamente podemos olvidarnos de ver nuevas iniciativas europeas en el espacio durante los próximos años, limitándose el presupuesto prácticamente al mantenimiento de lo que ya está lanzado o próximo a lanzarse. Nos olvidamos de futuras evoluciones del lanzador Vega, nos olvidamos de evoluciones del ATV (adios a la posible colaboración con Rusia en torno a un vehículo tripulado), prácticamente nos olvidamos de ExoMars y Aurora (o al menos seguirán muy al ralentí), y así un buen número de los que eran los más excitantes programas de la ESA para el futuro próximo.

En el terreno más político, parece que Italia es el país que más directamene repercute en el espacio los efectos de la crisis, retirándose de un buen número de programas. Se rumorea que el que ahora es el tercer país de la ESA por nivel de aportaciones (tras Francia y Alemania) podría pasar a ser el cuarto tras esta bajada, siendo sustituido por el Reino Unido en el tercer puesto, si se confirman las aparentes intenciones británicas de aumentar su inversión en el terreno espacial. En cuanto a España, habiendo alcanzado finalmente el nivel de aportaciones que nos corresponde en base a nuestro PIB, tras sucesivas subidas en los últimos años, parece que para 2009 simplemente se mantendrá ese mismo nivel (al menos esta es la propuesta incluida en los presupuestos generales del estado, pendientes de aprobación por el Parlamento); aunque inicialmente se esperaba que para 2009 aún subiera ligeramente nuestro nivel de inversión en espacio, parece que la situación económica ha aconsejado congelar esta partida presupuestaria, que al menos ha conseguido mantenerse en el nivel más alto de la historia de nuestro país.

En fin, ésta es la situación. Nada halagüeña, la verdad, teniendo en cuenta que hace apenas unos meses todo parecía apuntar hacia un futuro brillante de la aportación europea a la exploración del espacio. Son malos tiempos para la lírica…