17 marzo 2008

Un Buran en Alemania: la odisea del Buran

Triste historia la del Buran. Ya sabéis, esa “copia” rusa del transbordador espacial norteamericano, que realizó una sola misión de pruebas con un completo éxito en 1988, para terminar aplastado en 2002 al derrumbarse el hangar que lo alojaba en Baikonur. Hoy, todo lo que queda de aquel impresionante proyecto es el prototipo de ensayos estructurales, convertido en una atracción turística en el Parque Gorki de Moscú. Otro prototipo similar, también para ensayos estáticos, se oxida actualmente a la intemperie en algún remoto lugar de Baikonur. Y el prototipo de ensayos en vuelo, equipado con turborreactores que le permitían despegar de forma autónoma, para luego apagarlos a una determinada altura y hacer las pruebas de planeo representativas del aterrizaje al final de la misión, estaba hasta ahora abandonado a su suerte en el puerto de Manama, capital del pequeño estado de Bahrein, en el Golfo Pérsico.


¿Qué hacía un Buran en Bahrein, aparte de oxidarse? Pues en realidad ésta no fue más que la última etapa de un viaje comercial que terminó mal: el vehículo había dejado Rusia en 1999, cuando una empresa australiana lo compró para convertirlo en una atracción turística durante los Juegos Olímpicos de Sydney, en 2000. Pero la iniciativa fue un fracaso: la ausencia de visitantes llevó a la compañía que lo explotaba a la quiebra, de modo que, ante la incapacidad para cumplir los pagos acordados, el vehículo pasó a pertenecer de nuevo a su anterior dueño, la compañía espacial rusa NPO Molniya.

Pero NPO Molniya no tenía dinero ni interés en devolver el Buran a Rusia; se decidió buscar un comprador, y el ejemplar llegó a ser ofrecido en subasta en Los Angeles. Sin embargo, nadie estaba interesado en pagar los 6 millones de dólares que se solicitaban como precio de partida, de modo que el prototipo fue arrinconado a la intemperie a las afueras de Sydney, expuesto a la corrosión y los actos vandálicos, con el polvo y los graffittis haciéndose dueños del vehículo.


En 2002 apareció un comprador, SSWT, una empresa de Singapur que había decidido enviarlo al pequeño reino de Bahrein para participar en el Festival de Verano de su capital, Manama. Finalizado éste, planeaban trasladarlo a Tailandia para seguir explotándolo como atracción turística, pero de nuevo los problemas económicos lo impidieron: NPO Molniya denunció a la empresa singapurense SSWT por impago, y el vehículo quedó anclado en Bahrein mientras se discutía en los tribunales. Así, este Buran volvió a quedar olvidado a la intemperie en un almacén de chatarra en 2002.

Entretanto, el Technik Museum Speyer, sito en la ciudad alemana de Espira (o Speyer, en alemán), a unos 100 km al sur de Frankfurt, llevaba tiempo interesado en adquirir algún ejemplar del Buran para exhibirlo en sus instalaciones. Después de que sus pesquisas dieran con estos restos perdidos en Bahrein, los responsables del museo se pusieron en contacto con NPO Molniya para cerrar su compra una vez se solucionara con éxito el pleito abierto contra SSWT. Pleito que se cerró a finales de 2006 con un veredicto a favor de la empresa rusa.

Pero esto no fue el final de esta larga odisea. Mientras se debatía en los tribunales, SSWT había cerrado un acuerdo con los organizadores de la Exposición Aeronáutica Internacional de Malaysia 2007 para exhibir allí este prototipo del transbordador ruso. Y esto condujo a otro pleito contra NPO Molniya que volvió a dejar al vehículo en tierra de nadie, en el almacén de chatarra, durante más tiempo.

Finalmente, y después de una larga serie de más de 20 pleitos, parece que la historia se ha solucionado a favor de NPO Molniya y el Technik Museum Speyer, de modo que el pasado 4 de marzo este ajado prototipo del Buran zarpó de Manama a bordo de un barco rumbo al puerto holandés de Rotterdam, donde se espera que llegue a finales de mes. Desde allí será transportado mediante barcazas fluviales por ríos y canales hasta su destino final.

La operación no ha estado exenta de tensión, pues, mientras era izado para cargarlo en el barco, uno de los cables se soltó, estando el vehículo a punto de golpear contra el muelle. Afortunadamente, quedó suspendido precariamente a escasa distancia del suelo, pudiendo solucionarse el incidente sin mayores daños.


Como decía al principio, es triste que un representante de la tecnología astronáutica más avanzada como el Buran termine así, olvidado y abandonado por el país en el que fue creado. En otros lugares del mundo, el Buran luciría con todo su esplendor desde hace décadas en los más prestigiosos museos aeronáuticos; pero parece que Rusia aún no valora estos ejemplares de su tecnología como lo hacemos en occidente.

El Buran fue diseñado como respuesta de réplica al transbordador espacial norteamericano, en un intento de evitar que sus máximos rivales pudieran conseguir algún tipo de ventaja militar o estratégica sobre los ingenios espaciales rusos. De hecho, los responsables gubernamentales rechazaron propuestas alternativas de las oficinas de diseño rusas, bajo el criterio de que, cualesquiera que fuesen las posibilidades del Space Shuttle desde un punto de vista militar, los soviéticos debían igualarlas. Aún así, y a pesar de su innegable parecido físico, el Buran presentaba importantes diferencias con respecto a su contrapartida norteamericana, como podían ser su mayor capacidad de carga, su utilización de motores aceleradores de propulsante líquido en lugar de sólido (una opción que también se había elegido inicialmente para el Shuttle, pero que fue posteriormente descartada para abaratar costes de desarrollo), su posibilidad de funcionamiento de forma totalmente automática (el vuelo de pruebas, realizado a la perfección desde el lanzamiento hasta el aterrizaje pasando por la fase orbital, fue realizado sin tripulación), o la capacidad de utilización por separado de su vehículo portador (el supercohete Energiya), entre otros. Lamentablemente, la caída de la Unión Soviética y la subsiguiente crisis económica dieron al traste con el programa. El fin de la Guerra Fría y la evidencia de que el Shuttle norteamericano no representaba una amenaza importante desde el punto de vista estratégico y militar, terminaron por dar la puntilla al que sin duda ha sido el vehículo espacial ruso tecnológicamente más avanzado.

En cuanto al supercohete Energiya, también fue abandonado, al abandonarse los planes de construcción de grandes infraestructuras militares en órbita, para las que su gran capacidad de carga lo convertían en un interesante lanzador. No obstante, parte de él podemos verlo en activo hoy día: los lanzadores Zenit utilizados por el sistema SeaLaunch, por ejemplo, eran la base de los aceleradores de propulsante líquido del gigantesco cohete ruso. También los motores de estos aceleradores laterales, los RD-170, han dado lugar a algunos de los mejores motores cohete de propulsante líquido del mundo, siendo utilizados, por ejemplo, por el Atlas V norteamericano (versión RD-180), por el propio Zenit (RD-171) o por el futuro lanzador Angara (RD-191). En cuanto a los motores principales del Energiya, los RD-0120, aunque creados a imagen y semejanza de los SSME del Space Shuttle, resultaron finalmente superiores a estos, un reflejo del incontestable liderazgo ruso en materia de motores cohete. Sin embargo, la falta de un vehículo apto para equipar motores de esta magnitud, ha impedido su utilización práctica desde que se canceló el proyecto.

Como decía al principio, una triste historia la del Buran. Afortunadamente, tras esta iniciativa alemana, parece que al menos algún recordatorio suyo quedará preservado para la posteridad.

(Fotos: NPO Molniya y Technik Museum Speyer)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si hubiese sido Español hubiese seguido la misma suerte...