15 febrero 2008

Fuegos artificiales en el espacio

Se avecinan unos bonitos fuegos artificiales sobre nuestras cabezas en los próximos días: según acaba de revelar el Dpto. de Defensa norteamericano, en breve podremos ser testigos (es un decir) del misilazo que le van a pegar a uno de sus satélites espía, averiado y a punto de reentrar en la atmósfera terrestre.

Se trata del USA193, un satélite espía lanzado en diciembre de 2006, y que falló casi desde el momento de su lanzamiento. Fuera de control, su órbita se ha ido deteriorando hasta amenazar con reentrar en la atmósfera terrestre en las próximas semanas. Lógicamente, se desconoce casi todo sobre el satélite, dada su naturaleza militar, aunque se especula con que pueda tratarse de un aparato de observación por radar, con la posibilidad de que pueda estar equipado con un generador termoeléctrico de radioisótopos (RTG) para alimentar sus equipos.

No es la primera vez que un cacharro espacial cae sobre nuestras cabezas, ni será la última. Tampoco es la primera vez que existe algún riesgo para la población, sea por el peligro de residuos tóxicos, o porque simplemente te aplaste algún trozo de hierro caído del cielo. Pero sí es la primera vez que se pone este riesgo como excusa para lanzarle un misilazo al objeto en cuestión. Lo cual da qué pensar...

Como digo, ésta ha sido la excusa del gobierno norteamericano para justificar la acción: el riesgo de que ciertos componentes tóxicos del satélite puedan caer sobre áreas habitadas. Se hace referencia a la hidracina, propulsante habitual del sistema de control de actitud en la mayoría de los satélites y sondas espaciales; en este caso particular, debido a la avería del satélite nada más alcanzar su órbita, los depósitos estarían aún llenos y el riesgo de contaminación sería mayor que en el caso de satélites que reentran al final de su vida útil. Pero también hay quien piensa que podría existir riesgo de contaminación radiactiva, en el caso de estar equipado el satélite con un RTG.


Lo cierto es que ni una cosa ni otra parecen justificación suficiente para el misilazo, siendo muchos los que pensamos que lo que se busca más bien es proteger la confidencialidad del satélite y sus equipos, evitando que alguno de sus secretos pueda quedar al descubierto si fragmentos de cierta importancia cayeran en manos ajenas a los Estados Unidos. También hay quien especula con la posibilidad de que se esté aprovechando para hacer una demostración ante China, después de que este país realizara un ensayo de arma antisatélite hace casi exactamente un año. Pudiera ser, aunque no creo que nadie necesite de estas demostraciones para saber que Estados Unidos posee capacidad antisatélite (por éste y otros medios), la cual ya fue ensayada con éxito tanto a comienzos de los años 60 como después de nuevo en los 80 (como mínimo, claro, esto es sólo lo que conocemos).

En cualquier caso, éstas parecen razones más poderosas para esta decisión sin precedentes que la supuesta protección a la población mundial. Aunque siempre podemos darles el beneficio de la duda...

Y es que, en el fondo, el riesgo para la población es ínfimo. Por una parte, es cierto que la hidracina es tóxica, pero tampoco hay que exagerar... El contenido del depósito podría llegar intacto, dentro del depósito, o vertirse en un entorno de unos metros, si revienta el depósito al impactar, o esparcido sobre una zona más amplia, si revienta durante la reentrada, o incluso vaporizado en la atmósfera, si se desintegra durante dicha reentrada. En cualquier caso, sin ser, por supuesto, algo deseable, no parece que fuera a significar casi nada en comparación con otros tipos de accidentes con elementos tóxicos que suceden casi a diario; un simple camión lleno de ácido que se accidente y derrame su carga ya representa un impacto medioambiental mucho mayor, por no hablar de los frecuentes vertidos de fuel en el mar (simplemente por limpieza de tanques, por ejemplo).


En cuanto a un posible RTG (cuya existencia no es más que una hipótesis), tampoco representaría un riesgo mucho mayor: si bien es cierto que todo lo que suene a radiactivo causa una gran alarma social, el nivel de radiactividad de estos elementos es muy bajo, así como la cantidad de elemento radiactivo transportado, por lo que de nuevo tampoco sería un enorme problema (en la práctica, el único problema sería que alguien lo ingiriera… que no parece muy probable).

A todo ello debemos sumarle que la probabilidad de que algún fragmento caiga sobre zonas habitadas es bajísima, simplemente porque la mayor parte de la superficie terrestre es mar, o territorio deshabitado. En resumen, que no sé si el argumento de la seguridad cuela o no, pero desde luego, causa cierta desconfianza.

Sobre todo, porque no se ha hecho nunca antes, aunque hayamos tenido amenazas similares o peores. Por ejemplo, el Skylab: una estación espacial completa, reentrando de forma descontrolada en la atmósfera terrestre en 1979; todo lo que se hizo fue vigilar su trayectoria, y cruzar los dedos (al final cayó parte sobre el mar y parte sobre territorio australiano). Y no, no lo comparéis con la Mir: aunque ésta era mayor, su reentrada sí se llevó a cabo de forma controlada, asegurando su caída sobre el mar de forma voluntaria, y no aleatoria.

También la estación espacial rusa Salyut 7 cayó de forma poco controlada en 1991. Es decir, se intentó controlar su reentrada, pero con poco éxito, cayendo sus restos sobre territorio argentino; algunos trozos se recogieron entre las calles de la ciudad Capitán Bermúdez, a 400 km de Buenos Aires. No es la primera vez que ocurre por aquella zona, y aunque menos confirmados, existen bastantes testimonios de avistamientos de reentradas de objetos no identificados sobre Argentina, Chile y Uruguay. También se tiene constancia de que en 1997 cayeron restos de una sonda rusa con material radiactivo sobre el desierto de Atacama, al norte de Chile, aunque no fueron encontrados.

En 1997, Lottie Williams, de Tulsa, Oklahoma, recibió un impacto en un hombro de un trozo de chatarra de origen probablemente espacial; se cree que pertenecía a la segunda etapa de un lanzador Delta II. En 2007, los restos de otro satélite cayeron en Somalia, al parecer matando a un camello. Reentradas o explosiones durante el lanzamiento de satélites militares, tanto rusos como norteamericanos, equipados con RTGs, también ha habido varias, con la subsiguiente liberación del material radiactivo. Y, por supuesto, tenemos los restos del Columbia, esparcidos por seis estados, con un trozo impactando sobre el parabrisas de un coche que circulaba por la carretera.

Reentradas descontroladas ocurren cada dos por tres. Y, si bien es cierto que no podemos decir que la seguridad esté asegurada, en absoluto, la verdad es que la probabilidad de que ocurra algo grave es muy escasa. Y hasta ahora, estas reentradas nunca han movido a los gobiernos involucrados (Estados Unidos y Rusia) a llevar a cabo una demostración de tecnología bélica como la que estamos a punto de presenciar. Por otra parte, la destrucción del satélite no evitará su reentrada, ni la controlará. Simplemente, lo reducirá a fragmentos, evitando que lleguen a la superficie trozos de gran tamaño.

Naturalmente, esto evitará que un trozo de 50 kg te caiga en la cabeza, pero aumentará las posibilidades de que te caiga un trozo de 1 kg. Que si te da directamente, te mata igual. Claro que no es esa la excusa (sería muy fácil de rebatir, aparte de la poca probabilidad de impacto directo), sino la de los residuos tóxicos. El misilazo tampoco los hará desaparecer, pero sí los esparcirá en la atmósfera a gran altura, disipándolos. Pero, como decía al comienzo, puede que esto ocurra incluso por si solo, si el depósito se desintegra durante la reentrada. En el peor de los casos, si el depósito llegase más o menos intacto, lo más probable es que tuviéramos unos 400 kg de hidracina esparcidos por el mar o por el suelo de algún lugar remoto; que no es bueno, pero tampoco es para tanto, desde mi punto de vista.

En fin, mientras llega “el gran momento”, podeis aprovechar para contemplar al satélite agonizante, ya que actualmente es visible a simple vista, con magnitud 1 (aproximadamente, lo cual es bastante brillante). En Heavens Above tenéis toda la información necesaria para verlo desde vuestra población (horas de paso, hacia dónde debes mirar, etc), además de una sección dedicada especialmente a este satélite, con su posición actual, el ritmo de decaída de la órbita previsto, etc. Dentro de unos días (3 ó 4 son los que se estiman para que esté en el punto óptimo de tiro), tendremos el espectáculo de fuegos artificiales. Al parecer, la decisión no ha partido del Departamento de Defensa (donde incluso parece que no todo el mundo está de acuerdo), sino desde la Casa Blanca. ¿Para proteger al mundo? No sé… permitidme que lo dude.

Seguimos con Griffin

A falta de nada mejor que contar (bueno, vale, sí, el Columbus ya está amarrado a la estación -por fin-, el astronauta alemán Schlegel estuvo indispuesto pero luego se recuperó, y esas cosas... pero eso no da para mucho comentario), menos mal que tenemos al Administrador de la NASA Griffin dando discursos a diestro y siniestro, para amenizar un poquito el blog.

El último ha sido el 13 de febrero ante un comité del Congreso norteamericano, con ocasión de la solicitud de los presupuestos de la NASA para 2009, y, aunque una vez más no ha dicho nada realmente revolucionario, quiero destacar algunas frases.

Para empezar, cómo no, ha hablado de cómo el Columbus ya está en la ISS y de cómo el módulo japonés Kibo le seguirá pronto. Y me hace gracia, una vez más, leer la tan repetida frase "con estos vuelos estamos haciendo honor a los compromisos de nuestra nación con nuestros socios internacionales en la Estación Espacial". Jo, qué obsesión con destacar que, tras el pollo que se montó en su día, están haciendo lo que tenían que hacer y no han dejado tirados a sus socios. Pero bueno, si él se empeña en recordar que cumplen sus compromisos, yo seguiré recordando que lo hacen porque se les echó media comunidad internacional encima.

Luego viene algo interesante, y es su visión personal del programa COTS, de la iniciativa para favorecer servicios privados de apoyo a la estación espacial internacional (envío de carga y tripulaciones a órbita baja). Griffin dice que “los vehículos comerciales de transporte de tripulaciones no es probable que estén disponibles para 2012. Por supuesto, los potenciales proveedores de dichos servicios dirán otra cosa, y de hecho les deseo todo el éxito posible. Nadie desea más que yo que ellos tengan razón y yo esté equivocado”.

Totalmente de acuerdo: tal como están las cosas a día de hoy, no digo ya 2012, es que yo no lo veo ni para 2016… Aunque también deseo estar equivocado…

Así que Griffin insiste en abrirles los ojos a los congresistas a lo obvio: que o compran más asientos en las Soyuz a los rusos, o sus astronautas se quedarán en tierra durante unos cuantos años. Nada nuevo para los que conocemos esto, pero ya sabemos que a los políticos hay que repetirles las cosas varias veces y muy claritas. Pero me llama la atención (bueno, no mucho, que uno ya está acostumbrado a leer tonterías) una de las frases que utiliza en este contexto.

Y es que Griffin usa palabrería política para decir que no es de su gusto depender de los rusos, pero que no hay otra salida, y que por otra parte, menos mal que están ahí los rusos para echar mano de ellos, que si no… Pero lo absurdo es la mención a la transferencia tecnológica: “tengo la firme creencia de que debemos minimizar nuestra dependencia de la Soyuz rusa y protegernos contra la proliferación de tecnología armamentística hacia nuestros adversarios”. No sé si estoy interpretando mal (frase original: my firm belief that we need to minimize our dependence on the Russian Soyuz and protect against proliferation of weapons technology to our adversaries), pero creo que usa “proliferación” donde debería usar “transferencia”. Y esto es lo que veo absurdo: ¿qué transferencia tecnológica hacen los americanos a los rusos pagándoles para subir a un astronauta suyo en las Soyuz? No sé, me parece a mi que, si acaso, serían los rusos los que podrían estar recelosos de que un americano conozca los detalles de su nave, ¿no? (que ya sé que no, que esto ya se conoce hace mucho). En fin, son algunas de las absurdas consecuencias de las restricciones ITAR del gobierno norteamericano, que frecuentemente se usan más como boicot comercial que como verdadera protección de transferencia tecnológica armamentística, que es su fin teórico. (¿Os acordáis cuando nos vetaron la venta de aviones de transporte de fabricación española a Venezuela con la excusa de que llevaban algún inofensivo circuito electrónico americano, poco después de sacar a nuestras tropas de Irak? Pues eso, es sólo un ejemplo, aunque los hay a montones).

Bueno, cambiamos de tema. Griffin también habló de la retirada del Shuttle, insistiendo en que debe retirarse en 2010. Volviendo sobre el tema de la compra de asientos en las Soyuz, comentó que algunos opinan que “este dilema podría evitarse manteniendo el Shuttle en vuelo después de su actual fecha planificada de retiro en 2010”. Pero recuerda que, aún así, dependerán de la Soyuz como vehículo de emergencia amarrado a la ISS (consecuencia de la cancelación del vehículo equivalente americano, el CRV, hace ya bastantes años, añado), y además comenta que “de hecho, empeoraría la situación. El dinero gastado en volar el Shuttle más allá de 2010 no estará disponible para el Ares y el Orión, lo que provocará que el hueco entre el retiro del Shuttle y el desarrollo de nuevos sistemas crezca, y con él la dependencia de los sistemas rusos”.

Aquí, desde mi punto de vista, Griffin miente a medias (o dice medias verdades, como lo queráis ver). Es cierto, retrasar el retiro del Shuttle quitará fondos al Constellation y retrasará su entrada en servicio, pero no tiene por qué aumentar el hueco entre uno y otro: puedes mantener el Shuttle en servicio hasta que esté listo el Orión (aunque esto pueda ser en 2020, por ejemplo), y de hecho habrás eliminado dicho hueco. Que sea mejor o no ya es otro tema, pero puede hacerse. Otra cosa es que, entre tanto, sigas dependiendo de la Soyuz como vehículo de rescate, pero eso no es ningún cambio, ya que esa ha sido la situación desde que llegó la primera tripulación a la ISS el año 2000.

Por último, sobre la entrada en servicio del Orión, Griffin se ratifica en 2015 como fecha más fiable. De nuevo dice que ojalá se equivoque, y que todo el mundo está haciendo todo lo posible por acortar esa fecha al máximo, pero que lo duda. En el mejor de los casos, en un mundo perfecto, sin problemas técnicos ni de presupuestos, la fecha más próxima posible sería 2013, según Griffin. Lo cual es como decir, si sabes un poco cómo funcionan estas cosas, “daros por contentos con 2015, que todavía podría ser peor”.

Y nada más, luego pide dinero, que para eso era la audiencia. Y suelta una frase que me ha gustado: “La exploración espacial no es para pusilánimes, ni para los que se distraen fácilmente”. Suerte, Sr. Griffin. (Foto: NASA)

05 febrero 2008

Que no: que todavía NO es el aniversario de la NASA

Pues eso, que se enteren todos los periodistas españoles: aún no ha sido el 50º aniversario de la NASA. Leches, ya…

Es que ya se cansa uno de leerlo y oírlo por todas partes: en artículos de prensa, en radio, en televisión... Que sí, que el aniversario es este año, pero no ahora, leches, que no, que ahora lo que celebramos es el 50º aniversario del lanzamiento del Explorer, primer satélite norteamericano. Al que, por cierto, aunque sea erróneamente reconvertido en aniversario de la NASA, se le está dando casi más publicidad en nuestro país que al 50º aniversario del Sputnik, el pasado octubre.

Pues eso, que no: que la creación de la NASA fue aprobada por el Congreso norteamericano el día 29 de julio de 1958. Y su entrada en funcionamiento tendría lugar formalmente el 1 de octubre del mismo año. Así que ya sabéis, periodistas varios: todavía faltan entre 6 y 9 meses, dependiendo de la fecha que más os guste para celebrarlo (a mí me parece más lógica la segunda). Claro que dudo que me estéis leyendo alguno…

“No creo que queramos convertirnos en España”

Eso ha dicho Mike Griffin, Administrador de la NASA, en un discurso el pasado día 22 de enero: “No creo que queramos convertirnos en España”.

Bueno, disculpad que escriba una entrada tan frívola, pero es que me ha resultado gracioso. Tristemente gracioso, sí, pero bueno, gracioso al fin y al cabo. Y hay que reconocer que Griffin tiene razón, aunque, como ya le ha ocurrido en otras ocasiones, no haya sido muy políticamente correcto al expresarse.

Su discurso era uno que sonaba a despedida. Con sus días a cargo de la NASA acercándose a su fin, con un (o una) demócrata llamando cada vez con más fuerza a las puertas de la Casa Blanca, y con las críticas lloviéndole desde todas partes por el desarrollo del programa Constellation, Griffin ha pronunciado un discurso que parecía tener un doble objetivo: justificar el porqué de las decisiones tomadas, y defender el programa frente a un futuro incierto, cuando la persona que lo originó, George Bush, deje de estar al mando del país. Todo ello, como ya ha hecho en otras ocasiones, aderezado con un poco de demagogia semiapocalíptica para intentar despertar al ciudadano americano medio y arrastrarle en defensa del programa espacial tripulado, frente a hipotéticas amenazas chinas, rusas, o incluso indias.

Pero bueno, el discurso no merece más comentarios. Simplemente resaltar su parte final, que es la que me ha motivado para escribir esta entrada, por “alusiones patrióticas”. Hablando sobre ese hipotético futuro en el que países emergentes hayan arrebatado el puesto de liderazgo en el espacio a los Estados Unidos, Griffin comentaba: “Considero imposible que cuando otras naciones ostenten el liderazgo en el espacio, pueda considerarse aún que los Estados Unidos conservan la supremacía mundial. Si otras naciones son líderes en el espacio, entonces los Estados Unidos serán como España y Holanda: grandes en su día, pero sin importancia actualmente en los asuntos de la Humanidad. Creo que eso debería importarnos… No creo que queramos convertirnos en España”.

En fin… Siempre se bromea con el hecho de que para muchos norteamericanos España es una región indeterminada más allá de México… Pero la verdad, si cuando se acuerdan de nosotros es para ponernos como ejemplo de perdedores, para restregarnos por el fango, no sé si es mejor seguir en el anonimato. Qué pena, para lo que queda uno… (Foto: Filmoteca Española: Bienvenido, Mr. Marshall)

01 febrero 2008

Trágica semana de gloria

Esta ha sido una curiosa semana en cuanto a aniversarios espaciales. Una semana gloriosa, al cumplirse el jueves 31 el 50º aniversario del lanzamiento del primer satélite norteamericano, el Explorer. Pero, sobre todo, una semana trágica, por conmemorarse también en tan corto espacio de tiempo los tres accidentes mortales del programa espacial tripulado norteamericano:

El domingo 27 se cumplían 31 años del incendio del Apollo 1, con la muerte de tres astronautas.

El lunes 28 hacía 21 años que el Challenger explotaba durante su ascenso matando a toda su tripulación de siete personas.

Y, finalmente, el viernes 1 de febrero hemos conmemorado el 5º aniversario de la desintegración del Columbia durante la reentrada, con otras siete víctimas.

El primer éxito norteamericano en el espacio, junto a sus tres peores tragedias, en un breve lapso de 6 días. Las dos caras de la exploración espacial, más a las claras que nunca. (Fotos: NASA)

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